Salía corriendo a la cancha del Lolo con su visera, su camiseta Puma recién traída de Buenos Aires, su pelo rubio tipo Thor. Había nacido el 31 de marzo de 1965 en Oberá, Misiones, y se hizo arquero bajo el influyente dominio de Gatti y -sobre todo- Fillol y estaba en Lima, atajando por la 'U', desde mediados de 1988. En una época sin Internet, los futboleros consumíamos la revista El Gráfico prestada de algún tío con buen trabajo, o contrabandeada en la Colmena, a la espalda de la Villarreal, ese paraíso de cachivaches. Y saber que algún jugador con destaque en esa biblia llegaba al Perú como refuerzo de un club importante -Zubzuck había sido un arquero con proyección en menores-, despertaba el lógico interés de quien ve, cruzando la cordillera, el caballo blanco de San Martín. Porque de Zubczuk sabía El Gráfico. Era, si no un milagro, una buena noticia para el país de las malas noticias.
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