Tras la designación de Ricardo Belmont como su asesor -cuestionado broadcaster, xenófobo y antivacunas declarado-, el comentario más repetido es que el peor enemigo del presidente Pedro Castillo no es otro que el propio presidente Castillo. No les falta razón, si además se tiene en cuenta que el exalcalde de Lima declaró hace tan solo unas semanas que el jefe de Estado terminaría “preso” o “fugado”. Cosa que, al parecer, no le mueve un pelo -menos el sombrero- a nuestro mandatario.
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“Belmont demostró que se podía llegar a un cargo público sin tener ninguna preparación. Bastaba ser ‘criollo’, ‘tener calle’ y empaparse de simplezas para conquistar el voto popular. Cuando postuló a la alcaldía en 1989 tuvo siete contendores; en el siguiente proceso, en 1992, se anotaron 32 candidatos ‘independientes’”, escribió Umberto Jara en las páginas de Somos el 2019. “Los aventureros descubrieron que la política era una lotería que podía dar fortuna, incluyendo el premio mayor: en 1990 ganó la presidencia de la República el primer seguidor de Belmont, Alberto Fujimori, el más extenso de los outsiders”, añadió.
Jara es autor de ‘El Outsider’ (Planeta), libro en el que retrata al “hombre que abrió el camino para los oportunistas en la política”. La publicación hace un repaso por la biografía de Belmont y los distintos oficios en los que se desempeñó: fue timbalero en una orquesta, boxeador amateur, empresario boxístico, locutor de radio y fundador de RBC, luego de convencer a miles ciudadanos de que le entregaran tres millones de dólares para instalar un canal de televisión, con la promesa de beneficios que nunca entregó, cuenta el periodista y escritor.
Jara también desarrolla la tesis del nacimiento de una nueva “especie política”, los outsiders, y explica cuáles son los efectos de su intervención en el Perú. “Belmont y Fujimori arrollaron en las en las urnas a la clase política y algún analista bautizó como el fenómeno del outsider a la sucesiva sorpresa de dos personajes ajenos a la política arribando a los cargos más importantes del país”, cuenta Jara en su libro. “En concreto, lo que originó Belmont con su victoria inesperada en 1989 y su gestión en dos gobiernos ediles consecutivos, fue un punto de inflexión en la historia política peruana porque marca la aparición de los outsiders y el inicio protagónico que tendrán estos independientes, no políticos y antisistema en la política”, se lee en otra parte del texto.
Fue tal irrupción de Belmont en la escena política de los noventa que, incluso, se escribió un libro sobre su vida. El periodista Guillermo Thorndike publicó ‘El Hermanón’ (Editorial Libre, 1994), una biografía que lo describe como una persona hermética, de perfil bajo, que conocía muy bien el negocio en el que estaba metido. “Belmont había construido una verdadera muralla para separar su vida familiar y sus asuntos privados de la existencia pública. Al revés de otros animadores, ni siquiera se mostraba complaciente con los periodistas que vivían de celebridades. Al entrevistador no le gustaba someterse a entrevistas y, si alguna vez lo hacía, sus respuestas era cortas, sin el tono confesional que el propio Belmont obtenía de sus personajes”, relata Thorndike.
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Por eso llamó mucho la atención cuando un domingo cualquiera, en su programa ‘Habla el Pueblo’, lanzó la siguiente pregunta a sus televidentes: ¿qué pensarían ustedes si me presentara a una elección para disputar un cargo público importante? “Frente a cincuenta o sesenta mil espectadores, la gente enmudeció”, dice Thorndike en ‘El Hermanón’. “La pregunta debió electrizar a quienes aspiraban a conducir los gobiernos locales”, añade.
Su voto duro lo cosechó gracias al programa que conducía en RBC. “Belmont sabía que no siempre el interés del público se reflejaba en las encuestas. Tampoco esperaba que otros medios de comunicación se ocupasen de su diálogo con una muchedumbre sin identificar. Pronto los taxistas, los informales, las caseras en sus mercadillos, los colectiveros, toda esa muchedumbre, se sumarían a su propuesta”. El día que finalmente ganó la alcaldía de Lima, “pocas veces en su historia el país aparentaba llegar con tanta confusión a la mañana de sus definiciones”, narra magistralmente Guillermo Thorndike.
Cualquier parecido con lo que pasa estos días, no es coincidencia. //
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