

Un reciente estudio publicado en la revista de la Asociación Estadounidense de Psicología ha descubierto que el consumo voraz de contenido en redes sociales como TikTok, Instagram y YouTube intensifica el aburrimiento. La investigación, que siguió a 1.200 personas en una serie de experimentos, concluye que saltar de un video a otro disminuye la satisfacción y la atención de los usuarios, generando una sensación de tedio aún mayor.
Katy Tam, investigadora de la Universidad de Toronto y coautora del estudio, sostiene que “el aburrimiento surge cuando hay una brecha entre cuánto estamos comprometidos con una actividad y cuánto queremos estarlo”. La facilidad para acceder a contenido variado y rápido en redes sociales lleva a un consumo excesivo que rara vez permite al usuario involucrarse con lo que ve, lo que agrava la sensación de hastío.
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La búsqueda de novedad y satisfacción en las redes es constante, pero esta práctica no siempre da resultados positivos. De hecho, encuestas realizadas entre 2008 y 2020 en Estados Unidos muestran un aumento en la sensación de aburrimiento entre los jóvenes. “Nos aburrimos porque sentimos que estamos perdiendo el tiempo en actividades que no tienen suficiente valor para nosotros”, explica a ‘El País’ la filósofa española Josefa Ros Velasco, fundadora de la Sociedad Internacional de Estudios del Aburrimiento.
El aburrimiento, sin embargo, ha jugado un papel evolutivo importante. Para Ros Velasco, “el aburrimiento es una fuerza motriz que impulsa a buscar cambios y explorar nuevos nichos”. Incluso otras especies animales, como los perros, experimentan aburrimiento, lo que confirma su valor evolutivo. A lo largo de la historia, esta sensación ha sido un estímulo para la creatividad y la invención.
En la era digital, donde cada minuto se suben a YouTube más de 500 horas de contenido, la pregunta de por qué el aburrimiento es tan común cobra especial relevancia. James Danckert, neurocientífico canadiense que investiga los mecanismos cerebrales atrás del aburrimiento, afirma que este actúa como una señal para indicarnos que no estamos utilizando de forma óptima los recursos de nuestro cerebro. “Su propósito es empujarnos a explorar y encontrar algo más significativo”, apunta.
Las respuestas al tedio varían de acuerdo a factores como la cultura, la educación y las circunstancias individuales. Según Danckert, no es que el aburrimiento sea bueno o malo en sí mismo, sino que lo importante es cómo se reacciona a él. Las conductas adictivas, por ejemplo, son una reacción extrema frente a la falta de estímulos.
Para manejar el aburrimiento de forma saludable, los expertos recomiendan prestar más atención al contenido que se consume, incluso sin abandonar las redes sociales. “Estar atento a lo que miras puede ayudarte a encontrarle sentido”, sugiere Tam. Ros Velasco, por su parte, añade que “atreverse a pensar y conocerse a uno mismo” puede ampliar las opciones para combatir el aburrimiento de manera constructiva.
Los expertos coinciden en que no hay una solución fácil, pero al menos el aburrimiento puede aprovecharse para pensar en una.
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