En la lucha contra el agotamiento y la destrucción de los recursos naturales, el desperdicio de materiales y la acumulación de basura, las tres palabras claves son ‘reducir’, ‘reutilizar’ y ‘reciclar’. La tercera es la última opción cuando no se puede consumir menos o seguir usando un objeto.
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Si bien ha existido siempre la idea de darle un segundo uso a un material, un nuevo ciclo de vida, ‘reciclaje’ es una palabra moderna reconocida por la Real Academia Española recién en el siglo XX.
El nuevo uso de un material puede ser otro similar, como en el caso del papel, o algo completamente distinto, desde botellas plásticas usadas para producir alfombras hasta alas de avión para fabricar utensilios de cocina. No todos los materiales se prestan al reciclaje con igual facilidad; esto lo definen principalmente sus propiedades químicas.
—Auge del reciclaje—
El reciclaje masivo de materiales surgió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos países perdieron acceso a ciertos materiales esenciales para el esfuerzo bélico. Tal vez el mejor ejemplo sea el caucho de los neumáticos, indispensables para aviones y transporte terrestre. La materia prima, la goma o el caucho, provenía de plantaciones tropicales y su transporte era peligroso, lento y caro. Así, el reciclaje de la goma de los neumáticos se volvió una industria prioritaria que sobrevive hasta hoy.
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—El tornillo—
Una de las primeras formas de reciclaje comercial fue la fundición de objetos metálicos. Esto tenía beneficios obvios, pues ahorraba trabajo, tiempo y energía requerida para obtener nuevo metal. Se ahorran los costos de extracción del mineral y su refinamiento, su fundición inicial y el transporte del metal refinado; también de la fundición donde se combina con otros metales para formar aleaciones.
Un ejemplo clásico es el tornillo, generalmente compuesto de una aleación de hierro con otro metal. Esa aleación puede ser fundida y reciclada muchas veces, mezclando tornillos viejos con objetos que usan la misma aleación. Una vez fundidos, sirven para hacer nuevos productos de material similar.
Casi todos los objetos metálicos son producto de alguna aleación, algunas particularmente escasas o difíciles de trabajar. Ciertos aceros especiales usados en herramientas automáticas son muy costosos, y las limaduras producidas durante su fabricación nunca se botan, se vuelven a fundir.
—La fatiga—
Toda aleación metálica tiene una determinada estructura molecular, con átomos unidos en estructuras cristalinas. Esta estructura le da características físicas como resistencia, pero el uso continuo puede ir alterando esa estructura. Ese fenómeno se llama ‘fatiga de material’, porque hace perder total o parcialmente algunas de sus propiedades.
Al cabo de un tiempo, un metal que se fatiga pierde resistencia, elasticidad u otra característica indispensable. A este material ‘fatigado’ no se le puede dar la misma función, lo cual es otro reto para su reciclaje.
“El reciclaje masivo de materiales surgió durante la Segunda Guerra Mundial”.
—Plásticos—
La variedad casi infinita de usos para los plásticos ha hecho que su presencia se multiplique, haciendo urgente la necesidad de reducir su uso y facilitar su reciclaje. La mayoría de los plásticos se producen a partir de gas natural y derivados del petróleo, pero su potencial de reciclaje difiere según sus propiedades químicas, con algunos fáciles y otros prácticamente imposibles de reciclar.
Los plásticos más populares por su versatilidad y facilidad de reciclaje son tres familias del polietileno (cadenas de moléculas de etileno): el tereftalato de polietileno (PET), usado en botellas y quizás el más fácil de reciclar para un mismo uso; el polietileno de alta densidad (PEAD), fácil de dar forma pero más duro, popular para objetos como vasijas y baldes; y el polietileno de baja densidad (PEBD), flexible y ligero, que se usa mucho para bolsas y envolturas.
Hay plásticos más duros y difíciles de reciclar, como el poliestireno (PS) y el polipropileno (PP). Todos estos tienen que ser separados según su tipo antes de ser reciclados. El policloruro de vinil (PVC) resulta casi imposible de reciclar, pero su combinación de durabilidad, ligereza y facilidad para darle forma lo hace popular para ciertos usos, como tuberías.
El problema de los plásticos de un solo uso, como bolsas y envolturas, es la facilidad con que pueden ser descartados. Estos han creado, y siguen creando, millones de toneladas de desechos que contaminan el planeta. Reciclar algo que ya se ha descartado, esparcido y ha comenzado a desintegrarse, hace el proceso muy caro y difícil, a veces imposible.
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—Papel y cartón—
El papel y el cartón son otros ejemplos de los retos del reciclaje. Ambos se producen a partir de un recurso limitado, la pulpa de árboles, y se usan en productos descartables muy fácilmente. Se pueden reciclar varias veces, pero cada vez bajan de calidad.
Llevamos siglos perfeccionando su reciclaje. El problema de la tinta fue resuelto en gran medida haciendo pasar burbujas a través de la pulpa líquida; las burbujas llevan la tinta a la superficie, donde es fácilmente recogida. Este proceso de destintado fue inventado por el jurista alemán Justus Claproth, que trabajaba con el fabricante de papel Johann Engelhard Schmid en 1774.
El papel puede tener más de cuatro vidas. Cada vez que se reduce a pulpa de celulosa para producir fibras reanuda el ciclo. El cartón usa un proceso similar, pero tiene más vidas, aunque también se convierte en variedades más toscas conforme se recicla.
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Solamente el 33% de los más de 400 millones de toneladas métricas de papel y cartón que se producen al año mundialmente provienen del reciclado. A pesar de que este porcentaje ha aumentado significativamente en décadas recientes, todavía un alto porcentaje de desechos municipales consiste en papel y cartón que podrían haberse reciclado, ayudando a reducir la tala de árboles.
A medida que la población crece y consumimos más, nuestros recursos naturales se agotan, y los desechos contaminan y destruyen el ecosistema. Esto no es algo inevitable. En Alemania ahora se producen carros con componentes reciclables diseñados para ser desensamblados al final de su vida útil. Suecia recicla el 99% de su basura.
Con mejor diseño de productos, nuevos hábitos de consumo y mayor reciclaje, podríamos crear una sociedad libre de desechos y sostenible.
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