Los fabricantes de vacunas contra el COVID-19 deben estar listos para actualizar sus productos si es necesario. (Foto: Andina)
Los fabricantes de vacunas contra el COVID-19 deben estar listos para actualizar sus productos si es necesario. (Foto: Andina)
/ ANDREJ ISAKOVIC
Diego Suárez Bosleman

Ante la aparición de nuevas variantes del –algunas más contagiosas que cepas anteriores–, la (OMS) ha pedido a los fabricantes de vacunas contra el estar preparados para esta evolución viral, es decir, proporcionar futuras dosis de refuerzo y desarrollar versiones de adaptadas a las variaciones del virus.

Contrariamente a lo que se podría pensar, este proceso de adaptación de una vacuna es relativamente sencillo y rápido, tardaría –en ciertos casos– solo unos meses.

–Antecedente–

El mejor ejemplo de una vacuna adaptada es el de la influenza: dos veces al año se actualiza para que sea efectiva contra las cepas dominantes.

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La vacuna para la influenza –basada en un virus inactivo– se empieza a armar con la data epidemiológica obtenida el año anterior. Para actualizar estas vacunas es necesario conocer las mutaciones que está experimentando el virus y dónde están apareciendo”, le dijo a El Comercio Eduardo Verne, pediatra del hospital Cayetano Heredia. Asimismo, sostiene que el proceso de actualización de las vacunas para esta enfermedad puede durar más o menos cuatro meses.

–Sencillez–

Para la doctora Mariana Leguía, directora del Laboratorio de Genómica de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la adaptación de una vacuna es un proceso “relativamente sencillo, por no decir supersencillo, pero para las vacunas que son a base de ARN”, como las vacunas contra el COVID-19 desarrolladas por Pfizer/BioNTech y Moderna.

De acuerdo a Leguía, es posible cambiar el código genético de las vacunas de ARN –que contienen instrucciones para que el cuerpo desarrolle una proteína viral– y colocar básicamente uno o más códigos que reflejen la cepa original más las nuevas variantes que se van identificando.

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La especialista opina que es posible que en un escenario futuro las vacunas para COVID-19, como ocurre con las de la influenza, sean prácticamente un coctel que genere inmunidad para las principales cepas circulantes.

–Mutaciones–

Tanto Verne como Leguía recalcan que es importante la vigilancia epidemiológica para identificar las distintas cepas y mutaciones del SARS-CoV-2.

“Tenemos que hacer diversos estudios de las variantes virales para determinar cuántas mutaciones tiene, y si tiene muchas, se deben ir actualizando las vacunas”, explica Verne.

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Respecto a las variantes de SARS-CoV-2 actuales, Verne cree que la que debe generar mayor preocupación es la sudafricana, puesto que posee una gran cantidad de mutaciones. Señala también que la vacuna de Sinopharm, a diferencia de otras, tiene como objetivo al virus completo y no solo la proteína spike. Esto podría significar que se mantenga eficaz frente a la variante sudafricana; sin embargo, es necesario realizar estudios especializados para comprobarlo.

Por su parte, Leguía recalca que la aparición de mutaciones es algo natural que ocurre cada vez que el virus se replica. Por lo tanto, vacunar a la población e impedir que el virus se multiplique en el organismo desaceleraría ese proceso de mutación.

–Para tener en cuenta–

  • Recibir la primera dosis de una marca de vacuna y la segunda de otra no es posible actualmente porque no hay estudios que respalden su eficacia.
  • Según el doctor Verne, la empresa AstraZeneca está comenzando a realizar ese tipo de investigación.
(Infografía: Antonio Tarazona)
(Infografía: Antonio Tarazona)

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