Se acercan rápidamente las celebraciones de fines de año y muchas personas empiezan ya a planificar las clásicas reuniones sociales y familiares. Pese a que aún estamos en plena pandemia del COVID-19.
Un reciente suceso en el estado de Texas, en el que 12 miembros de una familia se reunieron el 1 de noviembre y se infectaron con el nuevo coronavirus, nos ilustra el rol de las reuniones sociales y familiares en la diseminación del COVID-19. Por eso hoy veremos cuál es el riesgo de contagio en este tipo de encuentros.
En primer lugar, recordemos que el SARS-CoV-2 es un virus que se propaga de persona a persona por la vía respiratoria, y se transmite con facilidad a través de aerosoles o de gotitas microscópicas que se producen al hablar, gritar o cantar. Esos aerosoles son tan pequeños que se ha comprobado que pueden quedar flotando por algunas horas en el aire de una habitación cerrada y sin ventilación.
Como lo mencionamos en nuestra columna anterior, el riesgo de contagio puede aumentar o disminuir dependiendo de cuatro factores:
1. El ambiente. Se refiere al lugar en el que uno se encuentra. No es lo mismo, en términos de riesgo de contagio, estar al aire libre o en una habitación con las ventanas abiertas o cerradas. Tampoco es lo mismo que ese ambiente cerrado sea una pequeña sala o comedor, o un amplio supermercado o centro comercial.
2. La cercanía. Esta implica cuán cerca se encuentran las personas entre sí en ese ambiente. No es lo mismo estar en la sala o el comedor de una casa con cuatro o cinco individuos distanciados, que tener en ese mismo ambiente a 15 o 20 personas aglomeradas. En ambas situaciones, el abrir las ventanas podría ayudar, pero en el segundo caso, es poco probable que disminuya el riesgo de contagio.
3. El tiempo. Según los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC), si una persona pasa más de 15 minutos con un infectado, la probabilidad de adquirir el virus es mucho mayor.
4. La protección. Se refiere a que aquellos que se encuentran en el mismo ambiente usen una mascarilla o no.
“Si una persona pasa más de 15 minutos con un infectado, la probabilidad de adquirir el virus es mucho mayor”.
Descritos esos elementos, es posible pensar en diferentes escenarios con diferentes probabilidades de riesgo. Veamos los dos extremos, el más bajo y el más alto.
El riesgo mínimo lo tendría una persona completamente aislada y que permanezca todo el tiempo dentro de su casa, una situación sin duda difícil de que suceda.
Por otro lado, el riesgo mayor tendría lugar en una reunión prolongada en un ambiente pequeño, cerrado y sin ventilación, y en el cual numerosas personas estén muy juntas, a menos de un metro de distancia, y que no estén usando mascarillas.
No es difícil imaginar que una reunión familiar cumple esos criterios, y eso fue lo que sucedió en la reunión de la familia Aragonés en la ciudad de Arlington, en el estado de Texas, cuando el pasado 1 de noviembre, ocho miembros de la familia, llegaron a celebrar un cumpleaños a la casa habitada por cuatro personas.
Días después del encuentro, algunos familiares empezaron a sentirse mal y resultaron positivos para SARS-CoV-2. Al final, los 12 asistentes a la reunión, más otros tres familiares –llamados contactos secundarios–, tuvieron el virus.
Posteriormente, se reveló que los 12 miembros de la familia, pertenecientes a diferentes hogares, estuvieron departiendo dentro de la casa muy juntos, y obviamente, debido a que estuvieron comiendo y bebiendo, ninguno usó mascarillas.
Eso demuestra que, si se hace una fiesta en una sala o comedor, sin ventilación, con mucha gente y sin mascarillas, el riesgo de contagio es muy alto. Este aumenta si el ambiente es ruidoso y la gente tiene que levantar la voz o gritar para comunicarse.
No se sabe quién o quiénes fueron los que estaban infectados en la reunión familiar de los Aragonés. El hecho es que hubo un 100% de contagios.
–¿Se puede organizar una reunión familiar segura?–
Considerando los cuatro factores ya explicados, una reunión de bajo riesgo de contagio sería aquella que se haga al aire libre, en un patio, una terraza o una azotea, con pocas personas, y que estas se encuentren separadas por más de dos metros de distancia; además, deben usar mascarillas durante todo el tiempo que no estén comiendo o bebiendo.
De igual modo, si se desea hacer una reunión en un ambiente cerrado, sería recomendable abrir las ventanas durante todo el evento. Lo más adecuado es que pocas personas participen, estén separadas por más de dos metros de distancia y tengan puestas sus mascarillas durante todo el tiempo que no estén comiendo o bebiendo.
Una opción poco o nada realista es que todos los asistentes a una reunión familiar hayan tenido una prueba molecular de no más de 48 horas de duración.
–Corolario–
A pesar de que las estadísticas recientes son favorables, no debemos olvidar que es muy posible que se produzca una segunda ola, y a diferencia de las aglomeraciones populares difíciles de controlar, el organizar una reunión familiar de bajo o alto riesgo de contagio en época de pandemia sí es una responsabilidad personal.
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