El reciente diagnóstico de COVID-19 en el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha puesto en el tapete el tratamiento con anticuerpos monoclonales. A continuación, explicaremos en qué consiste ese tipo de tratamiento que se viene usando ya desde hace algunos años.
—Definiciones—
Los anticuerpos son moléculas producidas por un tipo de glóbulos blancos inteligentes llamados linfocitos B. Son producidos en respuesta a la estimulación causada por antígenos, que son diversos tipos de sustancias, generalmente proteínas y azúcares complejos. La respuesta del sistema de defensa a los antígenos [presentes en la estructura de virus y bacterias] es parte de lo que se denomina respuesta inmune, ejecutada por el sistema de defensa.
—Sistema inmunológico—
El sistema inmunológico o de defensa del ser humano es de dos tipos, el innato y el adquirido o adaptativo.
El sistema innato es el sistema de defensa original, con el cual hemos nacido y es el primero que reacciona ante la invasión de un patógeno, y es inespecífico, es decir actúa contra todo tipo de invasores.
Es relativamente más simple e incluye las barreras que forman la primera línea de defensa de la respuesta inmune, como la piel, el reflejo de la tos, el moco –que atrapa bacterias y partículas pequeñas en las mucosas–, el ácido del estómago y enzimas en lágrimas y aceites de la piel.
La inmunidad innata incluye la llamada inmunidad humoral innata: sustancias químicas como el sistema del complemento y citoquinas como el interferón y la interleuquina-1. Estas últimas actúan como mensajeros que avisan al sistema de defensa más especializado o adaptativo que el cuerpo está siendo invadido.
“La medicina consiste en una mezcla de varios anticuerpos monoclonales [...] con la idea de disminuir la carga viral”.
Si un antígeno supera al sistema innato, entra en acción el sistema inmune adquirido o adaptativo, el cual es mucho más sofisticado y está constituido por dos tipos de linfocitos o células inteligentes: los B y los T. Estos –a través de un complicado y sofisticado sistema– reconocen al patógeno y lo neutralizan.
Ante la señal de los mensajeros o citoquinas del sistema innato, los linfocitos T reconocen al invasor y guardan una memoria de él, mientras que los linfocitos B producen anticuerpos específicos contra ese patógeno.
—Linfocitos B—
En 1948, la inmunóloga sueca Astrid Fagraeus descubrió que los linfocitos B fabricaban anticuerpos. En 1959, Gerald Edelman y Rodney Porter publicaron de forma independiente la estructura molecular de los anticuerpos, por lo que posteriormente recibieron en conjunto el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1972. En 1975, el alemán Georges Köhler y el argentino César Milstein desarrollaron la técnica para producir anticuerpos monoclonales, por lo que ganaron el Nobel de Medicina y Fisiología en 1984.
La teoría actual es que tenemos tantos tipos de linfocitos B como antígenos pueden existir en la naturaleza, de tal modo que al entrar en contacto con un cierto antígeno, solo un cierto tipo de linfocito B es estimulado para empezar a producir un anticuerpo específico contra ese antígeno.
Ese concepto es muy importante. Si se pudiera aislar solo el tipo de linfocito que produce un cierto tipo de anticuerpo, podríamos entonces aislar ese linfocito y hacer que produzca una ilimitada cantidad de ese único anticuerpo. Ese es el concepto del anticuerpo monoclonal ['mono' significa único; y ‘clona’, clase].
—MAB o MOAB—
Los anticuerpos monoclonales (MAB o MOAB) son un tipo de medicamentos fabricados en el laboratorio, y que están dirigidos a puntos específicos (antígenos) de células o virus. Un medicamento MAB contiene una gran cantidad de copias de un solo tipo de anticuerpo.
En la actualidad, existen más de 30 medicamentos MAB aprobados por la FDA. Se los reconoce porque su nombre termina con las letras ‘mab’ (de ‘monoclonal antibodies’) y se usan para tratar diversas enfermedades como el cáncer, esclerosis múltiple, artritis reumatoide, enfermedades cardiovasculares, lupus eritematoso sistémico, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y psoriasis. También se usan para el rechazo de trasplantes y otros males.
—REGN-COV2—
Ese es el nombre del coctel experimental de 8 gramos de anticuerpos monoclonales, fabricado por la compañía farmacéutica Regeneron y que ha recibido el presidente Donald Trump para el tratamiento contra el COVID-19.
La medicina consiste de una mezcla de varios anticuerpos monoclonales [por eso lo de coctel], los cuales están dirigidos a antígenos específicos en la estructura de proteínas del nuevo coronavirus [una especie de cáscara llamada cápside]. Su mecanismo de acción es neutralizar a los virus circulantes, con la idea de disminuir la carga viral, e impedir que los virus entren a las células y agraven la enfermedad. En un estudio aun no publicado, el coctel redujo la carga viral y mejoró la sintomatología en 275 pacientes.
Ese tipo de tratamiento es llamado inmunidad pasiva, pues provee los anticuerpos que el sistema innato del paciente aún no tiene tiempo de producir. Recordemos que los linfocitos B empiezan a producir los primeros anticuerpos (IgM) aproximadamente una semana después de la infección, y los anticuerpos neutralizantes (IgG) aproximadamente diez días después. La idea con la inmunidad pasiva es, entonces, ganar tiempo para combatir al virus.
La inmunidad pasiva se diferencia de la inmunidad activa, como la vacuna por ejemplo, en que esta última estimula al sistema de defensa del paciente para que produzca los anticuerpos que necesita para combatir al virus.
—Corolario—
Entrando ya al décimo mes de haberse anunciado los primeros casos de COVID-19 en Wuhan, la ciencia no tiene aún un tratamiento específico contra el SARS-CoV-2. El tratamiento de la persona con acceso a lo mejor que tiene la humanidad lo prueba. La prevención del contagio sigue siendo la principal arma de combate.
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