El objetivo es claro: cambiar la matriz energética mundial. Por eso, esta semana se inició el ensamblaje del reactor del proyecto internacional Iter, en Saint-Paul-lès-Durance (Francia). Allí, de la fusión de hidrógeno, quieren producir energía limpia y segura.
“Con la fusión, la energía nuclear puede ser una promesa para el futuro [al ofrecernos] una energía no contaminante, descarbonizada, segura y prácticamente sin residuos”, dijo el presidente francés, Emmanuel Macron. El jefe de Estado surcoreano, Moon Jae-In, también acogió con satisfacción en un mensaje de video “el mayor proyecto científico de la historia de la humanidad” y este “sueño compartido de crear energía limpia y segura para el 2050”.
“Lo que se ha iniciado es el ensamblaje del reactor. Recién a inicios del 2026 debería estar completado. Un año después, debería estar en funcionamiento”, explica a El Comercio el doctor Luis Felipe Delgado-Aparicio, investigador de la Universidad de Princeton y quien trabaja con reactores nucleares desde hace años.
Para el físico peruano, la cantidad de países involucrados –toda la Unión Europea (más Reino Unido), Suiza, Rusia, China, India, Japón, Corea del Sur y EE.UU.– lo convierte en uno de los proyectos más importantes.
UN PROCESO DIFERENTE
La fisión atómica (que consiste en dividir un átomo de uranio, produciendo criptón, bario y un excedente de energía) genera residuos radiactivos que persisten decenas de miles de años. En cambio, la fusión (que se basa en unir dos átomos de hidrógeno, produciendo uno de helio y un excedente de energía) “no genera residuos de larga duración”, explica Bernard Bigot, director general de Iter, a la agencia AFP.
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Otra ventaja es que los combustibles necesarios para esta fusión, extraídos del agua y el litio, están disponibles y, según Bigot, “un gramo de combustible libera tanta energía como ocho toneladas de petróleo”.
El problema de la fusión es que requiere temperaturas y presiones que ningún material puede resistir, por lo tanto, el proceso debe ser confinado dentro de un campo magnético, algo que hasta ahora nunca se hizo.
ESTUDIOS CLAVE
En el 2012 Luis Felipe Delgado-Aparicio inició un proceso de investigación desde la Universidad de Princeton, referido a lo que sucede cuando el plasma se calienta y alcanza la densidad suficiente para obligar a los núcleos atómicos a fusionarse, y crear una explosión de energía.
Su investigación se centra en las impurezas que contienen las paredes interiores de los reactores, que son señaladas como las responsables de enfriar el plasma (densidad límite o límite de Greenwald) y actúan como escudos que bloquean la entrada de energía al reactor e impiden que funcione de manera correcta.
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Tras ganar una subvención de US$2,7 millones, junto con su equipo desarrollaron unas cámaras especiales de rayos X para ver en qué lugar del reactor estaban esas impurezas. “Era tal como cuando nos hacen una radiografía. Así podríamos ver la manera en que se mueve el plasma y hacia dónde”, señaló Delgado-Aparicio.
La nueva etapa de su investigación se centra en un mecanismo para remover impurezas del centro del reactor. “Teniendo en cuenta que esas impurezas no dejan que el plasma se caliente más, queremos crear una especie de inodoro termonuclear. Un sistema en que presionando un botón las impurezas se vayan hacia las paredes del reactor por una bomba de vacío”.
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