Tema de un enorme debate durante los últimos 25 años. Los fundamentos genéticos de la orientación sexual del ser humano constituyen un asunto de mucha controversia. ¿De qué depende que un ser humano sea heterosexual, homosexual, bisexual o asexual? ¿Es la orientación no heterosexual escogida voluntariamente durante la vida? ¿Es producto de algún trastorno de salud mental o está determinada por variaciones genéticas que ocurren al momento de la fecundación y es, por lo tanto, un fenómeno natural?
Mientras que algunos grupos de científicos están abocados a descubrir las bases genéticas de la orientación sexual, muchos otros lo consideran un ejercicio fútil y peligroso, pues de descubrirlas –dicen– podrían ser usadas para discriminar a personas no heterosexuales.
Sin embargo, debido a que ciertos grupos de la sociedad consideran –por diversos motivos– que la orientación no heterosexual implica un comportamiento aberrante y condenable, muchos padres de familia sufren enormemente cuando alguno de sus hijos les revela que tiene una orientación no heterosexual. En esa situación, sería muy útil entender los fundamentos genéticos de la orientación sexual de los hijos. Lo destacable ahora es que tener esa información podría ser posible.
Durante la última reunión anual de la Sociedad Norteamericana de Genética Humana, realizada del 16 al 20 de octubre pasado en San Diego, investigadores del Instituto Broad –que forma parte del Instituto de Tecnología de Massachusetts y de la Universidad de Harvard– presentaron los resultados del estudio más grande que se ha hecho hasta ahora para analizar la genética de las personas no heterosexuales. Ellos reportan que este grupo de personas (homosexuales, bisexuales y asexuales) tiene cuatro variaciones genéticas en sus genomas, características nunca antes descritas.
—El estudio—
En Estados Unidos, Inglaterra y Suecia, los investigadores analizaron el genoma de cerca de medio millón de personas (más de 400.000 del UK BioBank de Inglaterra y más de 69.000 de la compañía norteamericana 23andMe).
En aras de transparencia y colaboración, los investigadores usaron un sistema de investigación abierto y compartido (Open Science Framework) y se reunieron repetidamente –en busca de asesoramiento– con miembros de la comunidad LGBT. Una de las preguntas que respondieron los participantes con un sí o con un no fue: ¿ha tenido usted alguna vez relaciones sexuales con alguien de su mismo sexo?
En total, 450.939 personas dijeron que sus relaciones sexuales fueron estrictamente heterosexuales, mientras que 26.890 reportaron por lo menos una relación bisexual u homosexual.
Los genomas de todo ese grupo fueron analizados con una nueva técnica genética llamada estudio de asociación del genoma completo (GWAS, por sus siglas en inglés). La prueba analiza el genoma completo de personas que son portadoras de ciertas características (en este caso, orientación no heterosexual) y lo compara con el genoma de personas que no tienen esa característica (en este caso, heterosexuales). El objetivo del análisis es descubrir variaciones genéticas para establecer algún tipo de asociación.
Lo que se encontró fue que las personas no heterosexuales presentaron cuatro variaciones genéticas en los cromosomas 7, 11, 12 y 15. Dos estuvieron presentes en hombres y mujeres, mientras que los otros dos fueron exclusivos de hombres, uno en el cromosoma 15, previamente relacionado a la calvicie, y el otro en el cromosoma 11, relacionado a receptores olfatorios (muy importantes en la atracción
sexual). Interesantemente, los hombres heterosexuales que presentaron esas variaciones genéticas tuvieron un comportamiento sexual más activo y promiscuo, que se interpreta como una ventaja evolutiva para compensar la no reproducción de personas no heterosexuales.
Por otro lado, se descubrió que hombres no heterosexuales con dichas variaciones sufrieron en mayor frecuencia de depresión y psicosis. Por otro lado, en las mujeres no heterosexuales con esos cambios genéticos hubo mayores casos de trastorno bipolar. Se piensa que el estrés que sufren esas personas por la discriminación causa aquellas condiciones.
—No existe un ‘gen gay’—
Los autores del estudio fueron muy enfáticos en aclarar que el estudio genético de la sexualidad humana es muy complejo y que la orientación sexual está determinada por la interacción de múltiples genes. Por lo tanto, la idea de que pueda existir un solo gen que guíe la orientación sexual es simplemente errónea.
En esa misma línea de pensamiento, los autores aclaran que la presencia de esas cuatro variaciones no tiene lo que se denomina como poder predictivo. En otras palabras, de ninguna manera se puede decir que un niño que presente alguna de esas cuatro variedades genéticas será homosexual en el futuro.
Los estudios genéticos relacionados a la orientación sexual son muy escasos, y a pesar de que la presente investigación es la más completa a la fecha, dista mucho de ser definitiva. Los investigadores coinciden en que, debido a que la presencia de esas cuatro variaciones solo representa 8% a 12% de la genética de la orientación no heterosexual, este estudio es solo un atisbo en el futuro de estudios sobre el tema.
Al respecto, el Dr. Dean Hamer, quien usando técnicas antiguas de ligamiento genético postuló en 1993 que el marcador genético Xq28 del cromosoma X estaba relacionado a la homosexualidad, aceptó que el presente estudio haya desechado su hipótesis. “Este es el tipo de investigación que yo hubiera querido hacer en mi época”, dijo el experto en una entrevista a la revista “Science”. Rechazó también la idea de que un solo ‘gen gay’ pueda explicar la orientación sexual del ser humano.
—Corolario—
La experiencia demuestra que nadie escoge la orientación sexual que tiene. Del mismo modo que usted –si es heterosexual– no sabe cuándo decidió tener ese comportamiento, una persona homosexual, bisexual o asexual tampoco lo sabe, es natural para ellos ser como son. Sin duda, este importante estudio abre el camino para demostrar las bases genéticas de la orientación sexual del ser humano.
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