Bruno Ortiz Bisso

En El Comercio continuamos con nuestra serie de entrevistas a personajes relevantes de la . El extracto presentado a continuación forma parte de la nueva serie de podcast “”, en donde buscaremos conocer lo que hay detrás de los científicos locales.

Como investigador principal del Laboratorio de Genómica Microbiana de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), ganó un financiamiento de Concytec para la creación de un sistema descentralizado de vigilancia genómica, que evalúe la transmisión y evolución del .

Es decir, lo que urge para conocer si es que en el país están presentes las nuevas variantes del coronavirus. El Comercio conversó con el doctor Pablo Tsukayama Cisneros, quien manifestó su esperanza en que los diversos proyectos desarrollados durante la sean utilizados en favor de la sociedad.

—¿Cómo evalúa la reacción de nuestra ciencia en el control de la pandemia?

La reacción ha pasado por varias fases. Al comienzo con bastante incertidumbre. Los científicos que ya tenían proyectos en marcha tuvieron bastantes problemas para interrumpir sus investigaciones. Mucho se habla de la respuesta rápida de los científicos ante como algo muy positivo, como que se pusieron de acuerdo, escribieron proyectos, se entregaron financiamientos, que hay un interés del público. De eso ha pasado casi medio año. En cuanto a los proyectos, algunos siguen avanzando, otros ya cerraron. A veces me da la impresión de que ha bajado un poco la viada que había, en parte porque hay cierto agotamiento de los científicos y, en parte tal vez, porque la emoción inicial de la novedad por la ciencia ya no se mantiene como al comienzo.

“Ojalá todos aprendamos la lección y haya una mejor articulación entre la academia y el Gobierno”.



—Tanto remar para nada...

Lo que todos queremos es que esos proyectos no queden solo en una comunicación, en un ‘paper’. Sino que tengan un efecto positivo en el manejo de la pandemia. Todo eso va a requerir no solo de los científicos, sino voluntad política para trasladar y traducir los avances que se generan en políticas y acciones que puedan beneficiar a la población en un tiempo corto. Hay incertidumbre sobre cómo va a suceder eso. Los científicos han hecho lo que han podido en la situación actual, con el poco apoyo que la ciencia tiene en el país y con poco financiamiento. Espero que mejore en los siguientes años.

—La burocracia es el talón de Aquiles para los proyectos de investigación...

Mi grupo fue uno de los financiados en la primera ronda de proyectos del Concytec. Habiendo tenido experiencias previas con ellos, los proyectos de ahora se han ejecutado muy rápido, de manera relativamente eficiente, con desembolsos hechos a tiempo. Pero ahí es donde uno empieza a encontrar las trabas: para la importación de reactivos –que siempre pasa, pero ha sido peor en pandemia–; trabas administrativas para hacer compras; trabas para remunerar al personal; para sacar adelante los proyectos; para obtener muestras clínicas y trabajar con estas. Todas estas trabas generaron cierto tipo de fatiga, pero la verdad es que uno está malacostumbrado a esto. Tras varios años en investigación sabes que así funciona el asunto. El optimismo se mantiene, pero lentamente se va perdiendo porque pasan estas cosas.

“A veces me da la impresión de que ha bajado un poco la viada que había, en parte por agotamiento de los científicos”.



—Se sigue reclamando el uso de pruebas moleculares para diagnóstico, pero faltaban laboratorios. ¿Por qué no se aprovechó la capacidad de las universidades desde el inicio?

Ese ha sido un problema y lo sigue siendo. Por ejemplo, la UPCH concentra mucho de la investigación biomédica de Lima y cuenta con el equipo necesario, como termocicladores o máquinas de PCR en tiempo real. Pero la desarticulación, la falta de diálogo con el Estado jugó en contra. Los laboratorios universitarios han estado listos para prestarse en una situación de emergencia, pero han estado tres, cuatro o cinco meses sin estar aprobados. Acaban de aprobar el laboratorio de la PUCP, que dirige Mariana Leguía, y es una buena noticia. Ese tipo de procesos de revisión no están para nada de acuerdo con la demanda por emergencia que teníamos. Ojalá se aprenda la lección y haya una mejor articulación en el diálogo academia-Gobierno. En el Perú no podemos darnos el lujo de estar desarticulados.

—Hay preocupación de que las nuevas vacunas no consideren las mutaciones del virus...

Los virus, bacterias y todo ser vivo cambia en el tiempo, muta. Eso significa que se introducen cambios en nuestros genes de forma periódica. Esto pasa porque así es la evolución. Según se generan copias de un organismo, se van generando errores. Algunos se mantienen en el tiempo y otros se eliminan. Sabemos que es posible que el virus mute en los puntos reconocidos por las vacunas y es lo que pasa con la influenza, es por eso que uno tiene que vacunarse todos los años. Es probable que se generen variantes que escapen a la acción de la vacuna que están siendo distribuidas ya. Lo único que podemos seguir haciendo es monitorear a las poblaciones del virus que están circulando. Y para eso se requiere este tipo de ensayos moleculares, genómicos, que es lo que estamos tratando de implementar con el proyecto que tenemos en UPCH. Se requiere vigilancia genómica para tener mejor información sobre el virus y así tener una mejor toma de decisiones en los siguientes meses.


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