Si buscas en YouTube “¿cómo hacer?”, o en inglés “how to?”, aparecerán a tu disposición millones vídeos en los que otras personas te enseñan trucos, habilidades útiles o soluciones a problemas cotidianos. De esta forma las personas son capaces de entender, reconocer e imitar lo que ve en la pantalla. ¿Ocurre lo mismo con monos?
El aprendizaje social se da con total naturalidad entre primates, pero lo normal es que los sujetos aprendan unos de otros dentro del grupo, observando caras familiares. Por otro lado, frente a sujetos desconocidos el afán de aprender e imitar se limita de forma notable. En entornos controlados, varios experimentos han logrado que primates de distintas especies imiten comportamientos entre sí.
La pregunta que se planteó un grupo de investigadores de la Universidad de Viena fue si ocurriría lo mismo con monos salvajes que viven en plena selva y que no están acostumbrados a tratar con personas.
Por primera vez, la investigadora Tina Gunhold y su equipo se atrevieron a montar un tutorial de vídeo para titís en la selva de la mata atlántica brasileña. ¿Cómo reaccionarían estos monos al ver un vídeo en el que un tití desconocido manipula una caja para obtener la fruta guardada en su interior?
“No sabíamos cuál sería su actitud. No esperábamos que los titíes salvajes ignoraran los vídeos, pero como era el primer estudio que los utiliza en primates salvajes, no sabíamos cómo iban a reaccionar ante la instalación y las imágenes”, explica Gunhold.
Los monos que vieron el vídeo aprendieron a abrir la caja y coger el premio mucho mejor que otros grupos de monos (usados antes como grupos de control), que no vieron el vídeo y entre los que únicamente un sujeto supo abrir la caja.
Al margen de este listo autodidacta, el experimento muestra que los monos que vieron el tutorial fueron capaces de activar su afán de aprendizaje incluso ante un mono desconocido bidimensional que salía en pantalla.
CIENCIA MÁS FACIL
Los investigadores pusieron la instalación de vídeo ante seis familias de titís salvajes: un portátil que reproducía el vídeo del mono abriendo la caja. Posteriormente, añadieron una caja real frente a la pantalla, para ver si los animales se animaban a interactuar con ella. De las seis familias que disfrutaron del tutorial, cinco consiguieron que al menos uno de sus miembros aprendiera el truco. Con que uno aprenda es suficiente para inculcar el conocimiento en el resto. En concreto, 11 titís aprendieron a abrir la caja según se mostraba en el tutorial.
“Esperábamos diferencias individuales en la atención hacia los vídeos, algo que quedó confirmado. Es decir, algunos sujetos estaban más interesados y atentos que otros”, continúa Gunhold. La investigadora del departamento de Biología Cognitiva de la Universidad de Viena insiste en que esta demostración facilitará mucho el trabajo de la ciencia en el futuro al haber probado que los monos pueden aprender por vías artificiales.
“En concreto, el uso de vídeos nos permite utilizar a un sujeto desconocido como modelo, además de controlar el contenido, la exactitud y el número de reproducciones”, algo que sería imposible con animales reales, ya que soltar un mono adiestrado en el territorio de un grupo desconocido sería como mandarle a una misión suicida.
Para científicos que trabajan en el comportamiento animal con el objetivo de estudiar sus capacidades cognitivas, poder plantear experimentos tan bien planificados como permite un vídeo puede suponer un salto de calidad que potencie de forma decisiva muchas investigaciones futuras.