Dos grandes estudios genéticos realizados por equipos diferentes hallaron claros indicios de que algunos grupos de la zona del Amazonas están estrechamente emparentados con poblaciones del sureste asiático.Seguir a @tecnoycienciaEC !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Ambos estudios confirmaron que el continente americano fue colonizado principalmente por migrantes eurasiáticos, aunque aún no ha podido establecerse cuándo ni cómo llegaron al continente americano esos antepasados. Sí se sabe que llegaron desde Siberia a través del Estrecho de Bering y que sus descendientes se repartieron por el continente hasta Tierra del Fuego (Chile y Argentina).
Sin embargo, esas personas están relativamente poco emparentadas con los indígenas del Amazonas estudiados, según muestran las comparaciones de la herencia genética de distintos grupos. De acuerdo a estos estudios comparativos, los indígenas suruí y karitiana, que viven en la Amazonía, se parecen sorprendentemente a los habitantes de Nueva Guinea, Australia o a los de las islas de Andamán, en el golfo de Bengala.
El equipo que de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), que encabeza Eske Willerslev, evalúa con cautela estos sorprendentes resultados en la revista Science. En cambio, el grupo de investigación de la Harvard Medical School de Boston (EE.UU.), que dirige David Reich, habla en la revista Nature de indicios de una segunda población fundadora en América.
El equipo de Reich la describe como la población “Y”, derivada de la palabra “Ypykuera” (significa “antepasados” en la lengua tupi que hablan los suruí y karitina). “Queda abierta la cuestión de cuándo y cómo llegaron los antepasados de esa población a Sudamérica”, apunta el equipo, que supone que la migración debió tener lugar hace muchos milenios.
En cambio, el grupo encabezado por Willerslev se concentra en el desarrollo de la inmigración eurasiática a través del Estrecho de Bering, que aparentemente tuvo lugar en el apogeo del último período glacial, como máximo hace unos 23.000 años, en una única ola migratoria a través del estrecho, que por entonces era un puente de tierra.
Pero al parecer, los migrantes eurasiáticos quedaron enclavados en el Estrecho de Bering durante unos 8.000 años, al cabo de los cuales continuaron desplazándose a lo largo de la costa hasta llegar a la parte más austral de América del Sur a más tardar hace unos 14.600 años.
Muchísimo más tarde, hace unos 13.000 años, un grupo en América del Norte al parecer se escindió y a fines del último período glacial se internó en el continente con el retroceso de las masas de hielo. De ese grupo descienden los indios Cree y los dene suliné o chipewyan, y también otros representantes del grupo de las lenguas atabascanas.
El equipo liderado por Willerslev también halló una similitud clara entre los suruí y los habitantes del sureste asiático. Sin embargo, ellos parten de la hipótesis de que esa migración se produjo después de la ola migratoria proveniente de Eurasia.
El profesor Johannes Krause, del Instituto Max-Planck de arqueología genética de Jena (Alemania) califica la semejanza genética entre los habitantes del Amazonas y grupos del sureste asiático como una sensación. “Al principio no lo podía creer”, dijo. “La señal genética es muy elevada”.
Según Krause, la cuestión decisiva es cuál de los dos grupos llegó primero a América, algo que habrán de determinar nuevos estudios genéticos.
El experto remite entre otros al sitio arqueológico de Lagoa Santa, en el estado de Minas Gerais (Brasil), donde hasta el momento se descubrieron más de 30 esqueletos de entre 8.000 y 12.000 años de antigüedad.
Sin embargo, los análisis genéticos de esos esqueletos se ven dificultados debido a que el clima húmedo y cálido de la zona impide que el ADN se conserve bien.
Fuente: DPA