En momentos en lo que escolares están regresando a clases, es oportuno preguntarnos, ¿qué estamos haciendo en educación para preparar de la mejor manera a nuestros alumnos de cara al futuro que será muy demandante? Evidentemente, se requiere superar la brecha en infraestructura, pero sin olvidar la propia actividad educativa.
En esta línea, es necesario preparar a los alumnos de cara a la inteligencia artificial, que revolucionará el mercado laboral para nuestros niños y jóvenes en el futuro. Como se sabe, con la progresiva automatización de procesos, millones de puestos de trabajo desaparecerán; entonces, ¿qué se requiere para no ser desplazado? Precisamente lo que no pueden hacer las máquinas: aprender a pensar y aprender a decidir.
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Respecto de lo primero, sería muy conveniente tener algo así como un “mapa”, de por lo menos una veintena de actos de conocimiento, para “medir” el alcance de cada uno y de esta manera podamos identificar qué operaciones pueden programarse en la IA y cuáles no, con la finalidad de poder, progresivamente, operar con los primeros e integrarlos en los que la IA no puede alcanzar. Y esto, en todo el vasto campo del conocimiento humano: en las matemáticas, la lógica, las ciencias naturales, sociales, el lenguaje, la comunicación, etc.
Para ello, es de gran ayuda que en los colegios se pueda departamentalizar e integrar las diferentes áreas de enseñanza-aprendizaje, para no perder de vista aquellos objetivos transversales, sino que se pueda integrarlos con los específicos. Esto va en la línea de promover una programación curricular más eficaz e integrada, ya que las competencias, capacidades y desempeños, así como sus evaluaciones, no deben ir aislados, como si fueran compartimentos estancos, sino en una constante retroalimentación y sinergia.
Por otra parte, para aprender a decidir es muy importante conocer a fondo la acción humana, sus consecuencias externas e internas, los criterios a tener en cuenta y de modo especial la formación del carácter. En este punto, es muy importante ayudar a los alumnos a enfrentarse, paulatinamente, a problemas reales, autoconociéndose, realizando procesos de búsqueda de información pertinente, diagnosticando, generando y evaluando las diferentes alternativas para tomar las mejores decisiones.
Así, como los trabajos del futuro requerirán unas habilidades y unos procesos mentales muy determinados, habría que aprovechar lo que ya tenemos en IA, y no me estoy refiriendo solo al ChatGPT, que, si bien tendrá que irse puliendo, ya analiza e identifica muchísima información que existe en red; sino, a ayudar a los educandos a aprovecharla de la mejor manera, discriminando aquello que sí es relevante para la formación de nuestros educandos, de aquello que no lo es, junto con las razones que sustentan ambos casos, acompañados de la fuerza de carácter para poder realizarlo.
Por Genara Castillo, profesora de pre y postgrado de la Universidad de Piura.
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