La directora académica de UTEC Posgrado señala que La IA actual puede razonar en términos lógicos y probabilísticos, pero su “comprensión” no es más que una simulación sofisticada del pensamiento humano. (Foto: Freepik)
La directora académica de UTEC Posgrado señala que La IA actual puede razonar en términos lógicos y probabilísticos, pero su “comprensión” no es más que una simulación sofisticada del pensamiento humano. (Foto: Freepik)
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La IA y el arte de razonar: ¿puede la máquina comprender como un humano? | OPINIÓN

La IA y el arte de razonar: ¿puede la máquina comprender como un humano? | OPINIÓN

Resumen generado por Inteligencia Artificial
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presentó GPT-4, un modelo capaz de aprobar exámenes como el SAT, el Uniform Bar Exam o el GRE con puntajes similares —o incluso superiores— a los de muchos humanos. Su lanzamiento marcó un hito: una herramienta que no solo escribe poemas o resuelve ecuaciones, sino que también participa en simulaciones de diferentes rubros con una sorprendente soltura.

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No es casual que el Foro Económico Mundial haya proyectado que el 44 % de las habilidades de los trabajadores se verán alteradas en los próximos cinco años debido a la transformación tecnológica. Se espera, además, que los empleos más demandados estén estrechamente ligados a la analítica, la IA y el big data. Sin embargo, esta transformación plantea algunas preguntas: ¿qué hay detrás de ellos? ¿por qué han logrado esta revolución? La revolución se encuentra en que detrás de estas tecnologías hay modelos de IA capaces de aprender de grandes volúmenes de datos, identificar patrones complejos y tomar decisiones con una velocidad y precisión sin precedentes.

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Sin embargo, ¿qué hay detrás de estos modelos? Detrás de la IA, específicamente Machine Learning, hay matemáticas, estadística y una arquitectura diseñada para emular (hasta cierto punto) la forma en que los humanos aprendemos a partir de la experiencia. Son sistemas entrenados para reconocer patrones, hacer inferencias y tomar decisiones, pero lo hacen sin conciencia, intuición ni contexto cultural. Esto plantea una pregunta profunda: ¿puede una máquina verdaderamente comprender como un humano?

La inteligencia artificial actual puede razonar en términos lógicos y probabilísticos, pero su “comprensión” no es más que una simulación sofisticada del pensamiento humano. No siente, no interpreta emociones ni entiende el significado profundo de sus respuestas. Sin embargo, su capacidad para procesar datos a gran escala y generar soluciones complejas en segundos está redefiniendo lo que entendemos por razonamiento útil en contextos profesionales y productivos.

En este nuevo escenario, el reto no es solo técnico, sino filosófico y ético: debemos aprender a convivir con una inteligencia que razona sin comprender, que puede ayudarnos a ver lo que antes no veíamos, pero que también requiere de supervisión humana para evitar sesgos, errores o consecuencias no previstas.

¿Qué viene entonces? La evolución de la IA avanza hacia modelos cada vez más autónomos, capaces de integrar múltiples fuentes de información, adaptarse a entornos dinámicos y generar respuestas más contextuales. Con el desarrollo de arquitecturas como los modelos generativos y el reinforcement learning, la IA no solo ejecuta tareas, sino que comienza a “aprender a aprender”, ajustando su comportamiento a partir de nuevas experiencias, muchas veces en tiempo real. Aquí surge la pregunta: ¿podrá comprender en un futuro como lo hace un ser humano?. Esa sigue siendo una frontera incierta. Si bien los modelos actuales pueden imitar el lenguaje, identificar emociones básicas y construir narrativas coherentes, su comprensión sigue siendo sintáctica, no semántica. Carecen de conciencia, intención o sentido del “por qué” más allá de patrones estadísticos.

La IA está lejos de comprender como nosotros, pero cada día se vuelve más capaz de acompañarnos, complementarnos y desafiarnos. El verdadero desafío no es solo tecnológico, sino humano: cómo formamos personas capaces de entender, cuestionar y guiar el desarrollo de estas herramientas con criterio ético, pensamiento crítico y propósito claro.

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