“Game of Thrones” es una de las series que le abrió las puertas a las producciones millonarias para la televisión, pero no solo eso. También mostró que se puede narrar fantasía al enfocarse en los conflictos humanos y no tanto en la hechicería. “The Witcher”, lo nuevo de Netflix, intenta replicar esta fórmula con obvias diferencias.
No tan parecidas
“Game of Thrones” fue la historia de la lucha por el poder de poderosas familias en Westeros, donde no había protagonista, sino un elenco de personajes con similar peso dramático; aunque con especial énfasis en la reina Daenerys Targaryen (Emilia Clarke), el bastardo Jon Snow (Kit Harington) y el enano noble Tyrion Lannister (Peter Dinklage).
“The Witcher” sí tiene un protagonista en Henry Cavill, quien es Geralt de Rivia, un witcher (hechicero) dedicado a matar monstruos. Ha vivido más que cualquier persona normal y se encuentra, hasta cierto punto, insensibilizado. Algunos lo consideran un monstruo, otros lo llaman héroe. Él solo quiere oro y cerveza.
“Game of Thrones”, donde hay dragones y los muertos recuperan la vida, tiene más en común con el thriller político y no tanto con la fantasía medieval. Los diálogos no son expositivos y el desarrollo de personajes es matizado (al menos hasta la temporada 7).
Vaquero medieval
“The Witcher”, en cambio, es una aventura sobre el viaje del héroe; desde sus inicios como sujeto ordinario hasta su obtención de un nuevo estatus; con las limitaciones de una narrativa explotada hasta el cansancio en la ficción.
Todo aquello que no se corresponde al viaje de los héroes en la serie de Netflix es accesorio. El mundo cruel de “GOT” está presente, solo que los grandes problemas del Continente (la tierra donde se desarrolla la serie) son accesorios para explorar a los personajes, quienes apenas y muestran interés por lo que ocurre a su alrededor. Geralt y Yennefer bien podrían ser vaqueros fugitivos y la historia, en el fondo, sería la misma.
Mientras las actuaciones de “The Wicther” son correctas, el guion es su punto más bajo con los diálogos y, lo que es peor, con escasa sustancia salvo lo que está en las palabras. Los buenos diálogos no solo avanzan la historia, son la forma más clara de conocer más el estado mental de los personajes y generar empatía con el espectador. La serie, tal y como está, requiere que sus personajes digan “me siento de esta u otra manera” para que, recién, los entendamos.
Esto se ve con mayor medida en Henry Cavill, quien capta la parte física del personaje, pero tiene dificultades para humanizarlo. Es el eslabón más débil de la serie, por detrás de Anya Chalotra (Yennefer de Vengerberg), Joey Batey (Jaskier) y Lars Mikkelsen (Stregobor).
Con el estreno de la temporada 2 en 2021 la showrunner, Lauren S. Hissrich, tiene chance de hacer los cambios necesarios. Aunque tal vez no tenga por qué hacerlo pues la serie fue, por unos días, la más valorada de Netflix en IMDB; por encima del incuestionable éxito de “Stanger Things”. Y en Rotten Tomatoes, donde los críticos indexados la detestan, la audiencia se muestra favorable.
“The Witcher” no es mala, de hecho a este redactor le gusta mucho, pero el envoltorio conocido de armaduras, dragones y brujos hace que la audiencia, familiar con estos elementos, sea más exigente. El Continente no es otro Westeros, pero puede aprender de él.
Te puede interesar
►“The Witcher” se convirtió en la serie de Netflix mejor valorada en IMDb
►Netflix: “The Witcher”, “Los dos papas” y otros estrenos de la semana en series y películas
►“The Witcher” una aventura épica en un mundo post “Game of Thrones” | RESEÑA SIN SPOILERS
►“The Witcher” promete magia oscura, batallas épicas y mujeres poderosas