En agosto de 1988, “Matalaché”, novela escrita por el peruano Enrique López Albújar, llegó a la televisión en formato de serie. Fue la primera ficción producida por Frecuencia Latina. La tormentosa historia de amor de un esclavo mulato con ansias de libertad y la hija de un hacendado piurano, ávida de descubrir el amor prohibido, tocó fibras sensibles.
Ambientada en 1850, la producción nacional marcó el debut en la televisión de los productores Milan Zecevic y Eduardo Guillot, quienes trataron de mantener las características más significativas de los personajes construidos por la pluma del escritor chiclayano.
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“Éramos aprendices, era nuestro primer proyecto con Milan Zecevic, mi gran amigo. Al principio, pensamos hacer como cuatro o cinco capítulos, pero como la serie fue ganando audiencia rápidamente, el canal nos pidió hacer diez episodios. Fue interesante lo que pasó en ese momento. Mucha gente hubiese pensado que algo cultural no iba a funcionar, pero el ráting nos respaldó, llegamos como a 33 puntos en un horario estelar, complicado. Competimos con programas de humor”, recuerda Guillot.
“Con Milan Zecevic, que había sido mi profesor (...) conversamos para hacer cine, pero como era muy difícil, le propuse hacer una serie. Entonces, él trajo el libro de Albújar y dijimos: ‘Vamos a adaptarla’. A una empresa petrolera para la que estaba filmando unos documentales, les planteé la posibilidad de que me apoyaran y aceptaron. Luego nos contactamos con la familia del escritor para que me firmaran los derechos. Nos tomó bastante tiempo y trabajo, pero se portaron muy bien con nosotros", remarca.
Elección de artistas
Según Eduardo Guillot, el cásting para elegir a los protagonistas de la telenovela fue arduo, sobre todo para el papel de María Luz, la hija única del dueño de la hacienda. Érika Stockholm fue elegida entre 50 aspirantes. El rol de José Manuel ‘Matalaché’ recayó en el actor Rafael Cabrera.
“Hubo un cásting largo, para María Luz participaron muchas actrices jóvenes y al final quedaron solo tres: Tania Helfgott, Érika y otra actriz que no recuerdo su nombre. Ninguna era muy conocida, pero Érika enganchó más con el personaje y con todo el elenco. La cámara la quería”, explica el productor.
Controversia
La elección de Rafael Cabrera como el esclavo mulato que muere trágicamente en el caldero hirviendo para hacer jabón, por sus amores ocultos con María Luz, generó comentarios adversos. Rafo Santa Cruz, músico continuador de la prolífica labor cultural desarrollada por los hermanos Nicomedes, Victoria y Rafael Santa Cruz, envió una carta muy crítica al diario “La República” en 1988.
“Con preocupación y sorpresa estoy espectando algunas escenas de los primeros capítulos de la miniserie peruana “Matalaché”, inspirada en la novela de Enrique López Albujar. Si bien es cierto que hay gran despliegue técnico y humano, mi sorpresa aparece justo en el momento que ‘Matalaché’, esclavo negro y personaje central de la novela, interviene, caracterizado por un joven actor de raza blanca, el cual para lucir como ‘un verdadero negro’ ha sido maquillado con una especie de carbón sobre el rostro y partes visibles de su piel, aparte de lucir el pelo ondulado por arte de una permanente”, se lee en uno de los párrafos de la misiva.
Tras aclarar que ‘Matalaché’ era mulato, nacido de negra y blanco, Guillot explicó que Rafael Cabrera fue elegido para el rol protagónico porque reunía las características físicas del personaje y descartó que su elección haya tenido un trasfondo racista, como se especuló en su momento.
“Mucha gente no entendía que el personaje era una mezcla. Por otro lado, trabajamos con descendientes africanos y teníamos mucha química. Condeno el racismo, en ningún momento se nos ocurrió discriminar a alguien por el color de piel. Recuerdo que trabajamos con el famoso músico Abelardo Vásquez, que hizo del mayordomo de la casa del hacendado. Su presencia marcó”, destaca Guillot.
Rodaje
Se emplearon diferentes locaciones para grabar las escenas de “Matalaché”, como la Quinta Heeren, una casona antigua ubicada en Pueblo Libre y otra en Cieneguilla. Se grabó durante dos meses.
“Recrear una época de caballos, carretas, vestuarios antiguos, no fue fácil. Era nuestro primer trabajo, no había presupuesto, mucha gente nos ayudó. El Comandante General del Ejército López Albújar nos apoyó con caballos y autorización para utilizar algunos lugares para el rodaje”, detalla el realizador.
Bronceado artificial
“Matalaché” representó el debut actoral de Rafael Cabrera. El actor describe cómo se dio su elección y aclara que para interpretar a José Manuel tuvo que someterse a una drástica caracterización, tomar clases de equitación y ejercitarse en el gimnasio.
“Yo vivía en un departamento que me alquilaba la tía de Eduardo Guillot. Él ya me había visto en comerciales de TV como modelo de Levis, Pepsi y Wrangler. Sabía que tenía un poco de conocimiento de cámaras, así que me convocó. El problema de la producción era encontrar a alguien que tenga rasgos afro y españoles a la vez", destaca el actor peruano.
"Entonces me hicieron permanente y me pusieron en rayos ultravioleta para oscurecer mi piel porque recuerda que era invierno cuando grabamos. En verano soy cobrizo, mi mamá era blanca y rubia, por eso salí así. Me dejé poner en el sarcófago ese, me metían 45 minutos, salía sudando. Era todos los días, pero luego se conformaron con que vaya solo una vez a la semana y complementaban la caracterización con cierto maquillaje”, remarca Cabrera.
Finalmente, Rafael narró el peligró al que se enfrentó cuando grabó la última escena de su personaje, en la que este muere tras ser arrojado a uno de los depósitos de jabón hirviendo de La Tina.
“Para matar a mi personaje, la producción utilizó un barril de vino donde se hierven las pieles de cuero. Tenían que arrojarme ahí, y adentro dos buzos me estaban esperando para sujetarme e impedir que salga a flote nuevamente. Pero cuando me lanzan no cerré la boca, y cuando los buzos me chapan, me estaba ahogando. No me soltaban, empecé a patear, a moverme con fuerza. Hubo un percance, pero no pasó a mayores”, subraya.
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