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“A ella le caían lágrimas, a mí también”: Vanessa Jerí ingresa a “AFHS” y revela el conmovedor motivo por el que dejó la TV
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Después de cuatro años alejada de la televisión, Vanessa Jerí vuelve encarnando a Bambi Bambarén en “Al fondo hay sitio”, un personaje travieso y calculador que —como ella misma adelanta— llega “a desestabilizar la relación de Joel y Macarena”.
“Cuando Jorge Sánchez, el jefe de casting, me llamó, estaba en plena grabación de un tráiler importante. Había dormido apenas cuatro horas”, recuerda. “Le pregunté todo: cuántos capítulos, con quién compartiría escenas, cómo íbamos a organizar los horarios. Me gustó la propuesta, hicimos que funcionara… y aquí estoy”, narra la actriz.
“Mi personaje no viene con buenas intenciones, pero yo me estoy divirtiendo mucho haciéndolo”, admite entre risas. “Bambi es coqueta, directa, astuta… viene a sembrar el caos con una sonrisa. Me encanta que me hayan dado un personaje con esa dosis de picardía. Además, trabajar con Erick Elera es un vacilón, nos matamos de la risa entre escenas. Y volver a un set donde conozco a todos, donde hay una historia compartida desde ‘Mil oficios’, lo hace aún más especial. Es como si el tiempo no hubiera pasado”.

Duelo y renacer
Recordada por interpretar a ‘La Terremoto’ en “Mil oficios” y a Gwendolyn en “Así es la vida”, Vanessa Jerí decidió hacer una pausa en el 2019, justo cuando su vida cambió por completo: nació su hija y, casi al mismo tiempo, perdió a su madre. “Recibí propuestas para volver a la televisión, nunca dejaron de llamarme, pero elegí dedicarme por completo a ser mamá”, dice con convicción. En ese momento, el escenario dejó de ser prioritario. Lo fue, en cambio, la calma, la crianza, el duelo.
Estaba embarazada de casi cuatro meses cuando quiso compartir la noticia con su madre, quien dos años antes había sido operada de corazón abierto. Tenía la ecografía en las manos, pero al verla débil, prefirió callar. La llevó al hospital, la internaron y, ya sedada, el médico le dijo que aún podía oírla. Vanessa se acercó y le habló al oído.
“Le dije que estaba embarazada, que era una mujercita. Le mostré la ecografía. Su corazón comenzó a latir un poco más fuerte. A ella le caían lágrimas, a mí también. Fue nuestro último momento juntas”, recuerda. Su madre falleció al día siguiente. “No me derrumbé porque tenía a mi hija. Honré a mi mamá portándome bien, siendo fuerte”, dice.
Desde entonces, guarda con especial cuidado el álbum donde su madre coleccionaba todas las noticias sobre su carrera. “Era mi fan número uno”, sonríe. Esa pérdida silenciosa, en medio de una nueva vida, cambió su rumbo. La alejó de los reflectores, pero nunca de sí misma.
Donde empezó todo
La historia de Vanessa Jerí frente a las cámaras comenzó, como muchas buenas historias, por azar. Estudiaba Turismo y Hotelería cuando presentó sus documentos para hacer prácticas en un área administrativa de Panamericana TV. Pero hubo un cruce de papeles… y de destino. En lugar de un escritorio, la esperó un casting para “Mil oficios”.

“Jamás había actuado. Hice un casting totalmente espontáneo… y quedé”, recuerda entre risas. Fue entonces que apareció una figura clave en su camino: Efraín Aguilar, productor, director, actor. Un maestro. Fue él quien vio en ella un talento por pulir. “Me dio la oportunidad de trabajar en un elenco lleno de profesionales. Me guio, me aconsejó, me formó. Es como un segundo padre para mí. Siempre que puedo le escribo. Le tengo un cariño inmenso”.
De su mano, Vanessa se convirtió en uno de los rostros más queridos de la televisión peruana. “Mil oficios” no fue solo un fenómeno de rating —más de 35 puntos diarios, incluso por encima de los partidos de la selección—, fue también el trampolín que la lanzó a la fama, casi de un día para otro.
“La popularidad me cayó encima sin avisar. Mi papá me llevaba todos los días al Coliseo Amauta, hasta que un día me dijo: ‘Anda sola’. Subí a la 73… y la gente se me vino encima. Me gritaban: ‘¡La Terremoto! ¡La Huequi!’. Fue ahí, literalmente, que entendí lo que era la fama. Desde entonces, no volví a subirme a un bus”.
El fenómeno Mil oficios la llevó a recorrer el país en giras con el elenco, a vivir de cerca el cariño de la gente y a abrirle las puertas a una carrera imparable. Luego llegó “Así es la vida”, comerciales, conducción, eventos corporativos, locución.
¿Le pesó la fama siendo tan joven? Ella responde con una sonrisa. “Siempre he sido chacotera, me río de todo, no me tomo las cosas tan a pecho. No me gustaban mucho las fiestas, prefería trabajar. No tomaba, no fumaba. Tenía claro mis prioridades”.
Esa mezcla de espontaneidad, disciplina y carisma se volvió su sello. A la chica que llegó por accidente a un casting, la televisión le cambió la vida.
En esta nueva etapa, entre guiones, maternidad y proyectos personales, Vanessa no solo regresó a la televisión: también encontró en las redes sociales un espacio para seguir conectando con el público. Y lo hace junto a César Ritter, su entrañable compañero de "Mil oficios". “César me propuso hacer algo juntos y acepté encantada. Es divertidísimo, él escribe los guiones —es dramaturgo, muy talentoso— y tenemos la química a flor de piel. Creo que el público se quedó con ganas de más de nuestros personajes, así que estamos viendo la posibilidad de volver a trabajar juntos. Se vienen sorpresas”, adelanta.












