La Educación Sexual Integral (ESI) es definida por la Unesco como un “proceso de enseñanza y aprendizaje basado en planes de estudios sobre los aspectos cognitivos, psicológicos, físicos y sociales de la sexualidad”. Es esencial en la salud, el bienestar y para el desarrollo de habilidades de comunicación porque garantiza la comprensión de sus derechos, valores y la importancia de las relaciones sanas.
No obstante, su difusión en los centros educativos públicos y privados resulta ineficiente porque no cubre con las necesidades de los adolescentes en aspectos como la fisiología sexual y reproductiva; prevención de ITS; anticoncepción y embarazo no planeado; valores y habilidades interpersonales; género y derechos sexuales y reproductivos, según estudio de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y Guttmacher Institute de los Estados Unidos.
Uno de los principales desafíos que enfrenta la aplicación de la ESI en las instituciones del Perú son los tabúes formados por la desinformación, pues como señala María Paz Saénz, psicóloga clínica especialista en desarrollo capacitada en sexualidad y género, y actual profesora de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, “la población peruana no está lo suficientemente consciente sobre la importancia de la ESI”, ello se debe a “la sociedad tan conservadora y religiosa que tenemos que nos ha enseñado que el alma es lo único puro”.
Por ello, según señala, la ESI no se tiene que trabajar desde la vergüenza o el miedo. “La vida sexual no está centrada solo en los genitales que es la creencia que se ha tenido”, agrega la especialista.
Sáenz sostiene que es importante hablar de sexualidad integral a los niños y a los jóvenes, no solo porque es parte de nuestra vida, sino también de un plan de cuidado para la vida sexual adulta, hacia la genitalidad y a la seguridad. Sin embargo, el protagonismo que se le ha dado en las instituciones educativas es mínimo a pesar de que, desde el 2008, se promulgó en el Perú su lineamiento. Es por tal motivo que, a partir de su aplicación, se podría erradicar los tabúes con la enseñanza “sobre el cuerpo, a cuidarlo y a respetarlo, cómo es que se toca, cómo se permite tocar y quién lo mira”, tal como recalcó la psicóloga.