En la moderna, pocas cosas parecían tan inevitables como una victoria de Max Verstappen en Miami. En 2022, ganó saliendo desde P3, liderando el 84% de las vueltas. En 2023, remontó desde P9 como quien juega en nivel fácil. En 2024, partió desde la pole y no dio chance a nadie. En total: ha liderado más de 120 de las 171 vueltas que se han corrido en este circuito. Pero en 2025, esa inevitabilidad ya no se siente igual.

MIRA: Kimberly García ganó la medalla de plata en la Copa Korzeniowski 2025

Porque sí, Max sigue siendo Max: un talento quirúrgico, capaz de exprimir cada milésima de su monoplaza. Pero el RB20 —el toro alado que alguna vez fue una extensión de su voluntad— empieza a mostrar grietas. El fondo plano, que antes generaba carga aerodinámica casi mágica, ahora es menos tolerante a las irregularidades del río asfáltico. La suspensión trasera, clave en circuitos urbanos como Miami, lucha por mantener el balance ideal. La superioridad, que antes era abrumadora, hoy es una ventaja trabajada. Gana, sí. Pero con sudor. Y a veces con dudas. Hoy, probablemente, Miami deje de ser el paseo habitual de otras temporadas.

Mientras tanto, la competencia no duerme. McLaren ha dado un salto con el MCL38, cuyo diseño aerodinámico optimizado le permite pelear en circuitos de media y alta velocidad. Ferrari, con una gestión de neumáticos más consistente, ha encontrado ritmo en las últimas carreras. Incluso Mercedes, tras un inicio irregular, está probando actualizaciones que los acercan al podio. Estos avances no solo recortan la ventaja de Red Bull; también exponen que el RB20 ya no es el punto de referencia indiscutible. Cada error de Red Bull, por pequeño que sea, otros lo capitalizan.

Fuera de la pista, Red Bull es un avispero con alas rotas. Christian Horner y Helmut Marko apenas cruzan palabras, Adrian Newey ya está en Aston Martin, y Verstappen —ese que prometía lealtad mientras el proyecto fuera competitivo— empieza a mirar de reojo otras escuderías… y otras motivaciones. Y hay algo más. Desde principios de 2025, medios especializados como Autosport y Motorsport.com han reportado rumores sobre una cláusula de salida en el contrato de Verstappen, que lo vincula hasta 2028. Según estas fuentes, si Max no se mantiene entre los tres primeros del campeonato en un punto determinado de la temporada —posiblemente alrededor del parón de verano—, podría dejar Red Bull. No hay confirmación oficial, pero el eco de este rumor ya cambia el tono de cada carrera. Porque entonces no solo se juegan puntos. Se juega la continuidad del proyecto. Y en un equipo que pierde poder técnico y gana ruido político, ese tipo de cláusulas pesan tanto como una pole position.

Por eso Miami, este año, no es solo una carrera más. Es el termómetro del mito. Max siempre ganó, pero hoy el dominio ya no se siente eterno, sino prestado. No hay victoria que oculte los retos técnicos de un monoplaza que ya no lidera la parrilla, ni pole position que tape una ingeniería que, sin Newey, empieza a perder brillo. Y aunque Red Bull sigue siendo un contendiente temible, la sensación es que su reinado depende más de la genialidad de Verstappen que de la infalibilidad de antaño. Tal vez hoy Max gane en Miami otra vez. Pero será, por primera vez, en un templo que empieza a temblar. Y si sonríe en el podio, será una sonrisa medida, como quien celebra… mientras calcula si quedarse.