Cristiano, Messi, Messi, Messi, Messi, Cristiano, Cristiano, Messi y Cristiano. Desde el 2008, el Balón de Oro se ha convertido en una elección entre dos candidatos, en una película conocida con solo dos protagonistas y muchos actores de reparto. Son ellos los que dominan el planeta fútbol y no existe competidor que pueda arrebatarles la corona de ‘el mejor’, al menos todavía no. Con títulos y goles han ejercido una brutal dictadura que trasciende las canchas, allá donde sus enormes influencias se traducen en millones de euros y un mar de seguidores de todas las edades pendientes de cada uno de sus movimientos.
Messi y Cristiano son los dos mejores futbolistas de la última década y el dilema de cada final de temporada europea está en decidir a cuál de los dos hay que coronar. Incluso encontrar una tercera opción suele ser más complicado que elegir al ganador entre ambos. El resto no está a su altura y, por ende, no concebimos la clásica portada del diario “France Football” sin uno de ellos sonriendo con el trofeo en sus manos.
No se necesita hacer futurología para suponer que hoy el favorito es el portugués. Está a solo un paso de ganar el torneo europeo más importante del 2017: la Champions League. Si ‘CR7’ fracasa en su intento, seguramente el argentino tendrá opciones siempre y cuando gane al menos la Liga Española. Además de los títulos, ambos se amparan en sus fenomenales estadísticas goleadoras para redondear sus perfectas candidaturas: 50 goles para la ‘Pulga’ (35 en Liga, 4 en Copa del Rey y 11 en Champions) y 33 para ‘CR7’ (22 en Liga, 1 en Copa del Rey y 10 en Champions).
Esos poderosos argumentos le dan sentido a la idea de que no tienen competencia. Sin embargo, pese a sus cifras estratosféricas y a la trascendencia que tienen en los medios de comunicación –justificadas por cierto–, el Balón de Oro no siempre termina premiando al más regular. Quizá sí al más brillante. ¿Cómo así? En un deporte colectivo en el que los jugadores tienen funciones distintas en el campo, es imposible comparar la efectividad de cada uno de ellos. Al goleador lo medimos por sus goles, eso está clarísimo. ¿Al arquero y a los defensas cómo los evaluamos? ¿Es comparable un tanto de Lewandowski con una atajada de Buffon? ¿O un pase gol de Neymar con un cruce de Sergio Ramos? Imposible.
Se entiende que los grandes protagonistas y los más mediáticos serán siempre los goleadores, al fin y al cabo el objetivo del fútbol es anotar, es lo más preciado y celebrado del juego. Sin ellos no tendrían sentido los resúmenes de los programas futboleros. Por algo, analizan los especialistas, un arquero jamás valdrá lo que cuesta un artillero, ni un defensa venderá tantas camisetas como un volante creativo. El arte de anotar y el ingenio para construir tienen más valor estético que evitar un tanto o quitar un balón. Lo dice la historia del Balón de Oro, que apenas premió a un arquero –Yashin– y a dos zagueros –Beckenbauer (2 veces) y Cannavaro– en 61 ediciones.
Solo el triplete de la Juve haría posible que la hegemonía de la ‘Pulga’ y de ‘CR7’ se rompa, considerando que –a diferencia del 2013 cuando el Bayern ganó la triple corona pero Ribéry no fue competencia en la votación para Cristiano– las redondas estadísticas de un arquero como Buffon podrían ser valoradas en su real magnitud. Recibir solo tres goles en 11 juegos de la Champions es tan espectacular como los 11 goles de Messi o los 10 de Cristiano.