Cubillas era el nuevo Pelé, Perú había jugado el mejor partido de los mundiales contra Brasil y el primer éxodo masivo de peruanos en el mundo estaba por iniciarse —Sotil a España, Mifflin a Argentina, Chumpitaz a México—. En 1972, la selección peruana gozaba de un prestigio inédito, ni siquiera visto en los años olímpicos de Lolo y Manguera, y caminaba en el continente a partir de una idea que nos haría tanto daño y tan felices: éramos buenos, muy buenos. Sirva este breve ejemplo para dimensionar la euforia. La famosa revista alemana Kicker, que le dedicó la tapa de tres ediciones a la Blanquirroja durante el mundial de México 70, tituló así en una de ellas, sobre la foto de Javier Gonzales y Cachito Ramírez:
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