Parece una patada pero no es solo una patada. Y parece una sonrisa pero no es solo una sonrisa. Es algo más. Hay una montaña de sacrificios por años, fotos de la familia dobladas en la billetera como estampitas, canchas de tierra donde se aprenden los extraños botes de la pelota, promesas y matemáticas sobre qué hacer si algún día se firma el gran contrato. La patada del 2-2 del Tunche Rivera ante Garcilaso, cuando faltan 10 minutos a 3.200 m.s.n.m., por ejemplo. Ese puntazo soberbio que lo pone, como ante Grau y contra Melgar, en esta vitrina.
La estadística de la Liga 1 Te Apuesto dice que es su tercer gol con la U en el Apertura, pero en realidad no es solo de él: patean sus viejos, a quienes hace poco les cumplió el sueño de construirle la casa propia. Patean sus amigos, con quienes vendía frutas en Rioja, Tarapoto, y se alternaba el madrugador oficio de ser cobrador de combi. Patean sus vecinos, que lo veían en los Intercomunidades de Tarapoto, en canchas como chacras, y que ahora gracias a él son más que un punto en nuestra geografía.
El Tunche Rivera se va del Garcilaso tras el 2-2 con el local, el equipo del pueblo cusqueño, y detrás de su sonrisa de adolescente saliéndose con la suya, es inevitable pensar en cuántos más habrá en su tierra como él.
El partido
Si fue del Tunche Rivera el segundo tiempo, un golpe de autoridad con que Fabián Bustos hace el cambio de memoria y lo mete por el inagotable oxígeno de sus pulmones, el arranque del partido fue todo del ecuatoriano Segundo Portocarrero. El scouting que hizo el comando técnico de la U para definir el refuerzo que faltaba arrojó la necesidad de un extremo zurdo con característica de plusmarquista, más que de tocador. Allá en Ecuador los fabrican así, en serio, y aquí en el Perú no hay uno igual. ¿Qué ventaja le da a la U alinear con el ecuatoriano en lugar de Cabanillas? Las dos jugadas del primer tiempo que debieron terminar en gol son la prueba: 1) Pase largo de Concha a la espalda de Bazán, que Porto gana por escándalo, pero error en el centro. 2) Pase largo de Valera en el callejón de los centrales y falla en la definición. Es un tren sin freno. No tiene pie derecho. Pero aún en esa carencia, es un abrepartidos. “Me confié, pero son cosas que debo trabajar. Tenemos un buen grupo y eso me da confianza”, dijo al final del partido, quizá sus mejores 45 minutos con el campeón. Un año costó la dupla Pérez Guedes-Polo por derecha, que tan bien funciona. Le va a costar asociarse así con Jairo, pero ha llegado a un grupo que sabe proteger.
Cuando Valera marca de penal, había un equipo sólido en la cancha. Habría que preguntarle a Riveros y Corzo qué pasó en el gol de empate en los minutos de descuento en el primer tiempo, pero sospecho que los chimpunes se les llenaron de plomo y no saltaron. El efecto de la altura. Y la astucia de Erustes a los 48 para poner el 1-1 que en ese minuto podría parecer injusto por terminar con la imbatibilidad de Sebastián Britos: 585 minutos sin goles se acabaron en el Cusco.
El segundo del Garcilaso fue, sin embargo, mazazo. No habían sudado los cremas en el complemento y una pelota perdida por Murrugarra en el medio lo obliga a perseguir hasta el área y hacerle falta a Gentile. El fierro que le pegó Chicaiza acabó con la paridad y con el aire de Universitario, que había pisado la cancha del Garcilaso con la jerarquía que arrastra del 2023, cuando fue campeón.
Sobre los 70, Bustos toma la decisión de la noche: saca a Corzo y Universitario vuelve a jugar con línea de 4 al fondo, por lo menos, después de doce meses. Y en esa apuesta, sobre la que se discutirá hasta el próximo partido -martes ante Cusco FC en el Monumental, 8:30 p.m.-, el ingreso del notable Tunche Rivera. Un delantero que nunca recibe un pase claro para definir, o casi nunca, y entonces busca la heróica. Se saca a uno y patea. Se tira de cara y recupera. Corre los quince minutos que le dan como si en ese tiempo estuviera jugándose el futuro de sus próximas generaciones. Y mira el arco con apetito de náufrago. Los estatutos no escritos de la U, esos que en agosto cumplen 100 años, exigen que si alguien firma un contrato con el club la primera función que debe cumplir no es jugar al fútbol. Es defender la camiseta.
Como el Tunche. Que si hacía ese gol de 30 metros y era el 3-2, salía cargado en hombros. Pero ya habrá tiempo.
-”El Tunche me mete presión, está bárbaro”, dice camino al bus que lo llevará al aeropuerto Fabián Bustos. Y en su fastidio por ciertas decisiones del árbitro Ordoñez, le regala a la cámara una sonrisa. Es el efecto de contar con este fiable plantel.
Es 2-2 en Cusco y es líder del Apertura hasta que jueguen Alianza y Cristal la noche del sábado. No es por ningún lado una derrota: Universitario ha ganado un futbolista hecho según su historia.