Lo que pasó este lunes en el Estadio Centenario de Armenia, Colombia, no solo es el resultado de la toma de malas decisiones dirigenciales y deportivas a lo largo de muchos años. Es también uno de los golpes más duros que ha recibido el fútbol femenino en el Perú. La selección perdió 6-0 ante Uruguay -increíblemente todos los goles se anotaron en el segundo tiempo-, y alargó su agonía en la Copa América Femenina: ahora son 17 partidos sin ganar en el torneo; 21 si se le añaden los cuatro de los Panamericanos Lima 2019. Es decir, la Blanquirroja, en partidos oficiales, no celebra un triunfo desde 2006, cuando derrotó a Bolivia, el rival al que también venció en un amistoso en 2019.
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Lo malo no queda ahí. De acuerdo a los datos de Eduardo Combe, periodista y estadístico que sigue de cerca al fútbol femenino desde hace años, Perú acaba de recibir su segunda peor derrota en una Copa América Femenina. Solo es superada por el 15-0 que nos propinó Brasil en 1998. Y está por encima del 5-0 frente a Chile en 2018, 4-0 ante Argentina en esta edición, 3-0 vs. Brasil (2003), Colombia (2018) y Paraguay (2018). ¿La tendencia? Las cinco peores goleadas se dieron en los últimos años.
“Hay una involución en la selección desde 2010 y parece no tener fin, como un hoyo sin fondo. No tengo cómo justificar esta derrota. Es un papelón, algo terrible. Me da mucha pena que la selección femenina no pueda salir de este hoy, pero no hay ningún síntoma de mejora. Ninguno”, señala Combe. Uruguay, que llegaba de perder sus tres primeros partidos, parecía ser el rival con el que Perú podía competir para quebrar la racha negativa, para dar ese paso necesario en busca de la resurrección. Pero no sucedió así.
“El primer responsable soy yo y lo asumo”, dijo en conferencia de prensa el técnico Conrad Flores, haciendo mea culpa, quizá, en el mal replanteamiento que tuvo. En los primeros cinco minutos del segundo tiempo hizo tres cambios (Yoselin Miranda por Liliana Neyra que jugó de lateral derecha por segundo partido cuando su posición natural es de extremo; Emily Flores por Ariana Muñoz, una de las mejores jugadoras en el torneo; y Cindy Novoa por Sandra Arévalo) buscando generar más peligro en ataque y recibió dos goles. Luego hizo ingresar a Alexandra Kimball en lugar de Xioczana Canales para jugar con dos delanteras y Uruguay anotó cuatro tantos más aprovechando los errores defensivos, una constante en lo que va del certamen y que hacen inútil el enorme trabajo de la portera Maryory Sánchez.
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Hay equipo, no hay trabajo
En noviembre de 2021, luego de la estrepitosa salida de Doriva Bueno que provocó la renuncia de Adrian Lúcar (una de las mejores delanteras del torneo local) y Miriam Tristán, la Federación Peruana de Fútbol decidió darle el mando de todas las selecciones femeninas a Conrad Flores, el técnico que meses antes había sido asignado como entrenador de la Sub 17 de varones y que hasta ese momento no tenía experiencia en fútbol femenino. En su CV figuraba su trabajo en las divisiones menores de Sporting Cristal.
Flores, y su cuerpo técnico, se encargaron de todas las selecciones cuando lo ideal es que cada categoría esté manejada por diferentes entrenadores. “Se presentó así la situación y nosotros asumimos con responsabilidad. Lo ideal es que cada categoría tenga un cuerpo técnico y se pueda concentrar en lo suyo y darle todas las energías ahí. Sin embargo, nuestra realidad es la que hemos asumido. Tengo entendido que hay intenciones en la federación de tener, por lo menos, dos cuerpos técnicos como mínimo, y más adelante tener un grupo de trabajo en cada categoría”, nos dijo en una entrevista previa a la Copa América.
Perú solo tuvo cuatro amistosos oficiales en casi un año: dos ante Paraguay en 2021 y otros dos ante México en la previa al torneo continental. “Ojalá hubiéramos tenido más microciclos para poder practicar más como equipo”, señaló antes del certamen Claudia Cagnina, la volante nacida en Estados Unidos y ascendencia italiana que optó por vestir los colores de su madre. “Se acerca la Copa América y la preparación de la selección mayor no es la adecuada”, había alzado su voz de protesta Pierina Núñez a poco de iniciar la Copa, una de las peruanas que nos representa en el fútbol internacional (juega en el Betis de España).
Es imposible que un técnico nuevo conforme un equipo base para un campeonato tan importante con solo cuatro amistosos. Y con pocos días de trabajo. Por eso se vio que en el primer partido, ante Argentina, la Bicolor salió al campo con una línea de cinco defensoras (Nahomi Martínez, atacante por naturaleza, jugó de lateral-volante) y en los dos restantes con cuatro atrás.
Por el crecimiento que viene teniendo el fútbol femenino en el Perú, con una liga que está siendo televisada, hinchas y empresas que están apoyando, y clubes -contados con los dedos- que buscan hacer un trabajo serio; se esperaba algo en esta Copa América. La Federación Peruana de Fútbol, desde el área de captación, logró que en la convocatoria estén once jugadoras que militan en el extranjero, aunque no todas de manera profesional. Sin embargo, el trabajo no solo está en traerlas sino en conseguir un equipo competitivo y no una once de individualidades que solo buscan representar de manera digna al Perú y luchan contra todo por hacerlo. Además, este comando técnico no pudo convencer a Lúcar y tampoco contó con Tristán (lesionada).
Dentro de todo lo malo, es necesario resaltar el trabajo de las futbolistas que lo dieron todo en el campo. Maryory Sánchez en el arco demostró por qué está atajando en Millonarios de Colombia. Liliana Neyra, la nueva contratación de Alianza Lima, avisó que puede ser atacante y, si el técnico lo desea, lateral o incluso arquera. La actitud, para ella, no se negocia. En el medio, Ariana Muñoz del Atlético de Madrid de España, fue una de las gratas apariciones.
El martirio de la Copa América aún no termina. El jueves toca el temido Brasil. Y en adelante el torneo se empezará a disputar cada dos años con el objetivo de impulsar de forma más dinámica el desarrollo del deporte en Sudamérica. Para el 2024 no solo basta conseguir las herramientas, hay que trabajar para salir del hoyo profundo en el que estamos.
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