Los empresarios del mundo de las bodas le ponen buena cara a la adversidad y ven todas las formas posibles para adaptarse. Aunque no hay grandes bodas y fiestas, sí hay matrimonios civiles muy pequeños: en el Reniec se registraron 413 partidas en julio. (Foto: José Rojas)
Los empresarios del mundo de las bodas le ponen buena cara a la adversidad y ven todas las formas posibles para adaptarse. Aunque no hay grandes bodas y fiestas, sí hay matrimonios civiles muy pequeños: en el Reniec se registraron 413 partidas en julio. (Foto: José Rojas)
/ JOSE ROJAS BASHE
Claudia Inga Martínez

La pandemia nos ha obligado a querernos de lejitos y a tener que esperar para celebrar en grande momentos especiales como los que, como dice la ‘wedding planner’ Carla del Castillo, “es el día más importante para una pareja con la ilusión de llegar al altar”.

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Pero también es el evento más importante para todos los negocios que están detrás de las y cuyos ingresos diarios dependen de ellas.

En este grupo está Liset Díaz (38), dueña de la tienda Velo de Ángel, quien desde hace 14 años trabaja en el Palacio de las Novias (Galería Virrey de Santa Fe)del centro de Lima. Desde que reabrió su tienda en julio, los días han pasado lento . De los 15 bouquets que vendía al mes, ahora apenas salen uno o dos. Para innovar, ha lanzado mascarillas con pedrería para ese día especial.

Liset Díaz, de Velo de Novia, ha reinventado los accesorios para los novios y renegociado algunos contratos para reducir el tamaño de los pedidos. Son momento duros, pero asegura que más que productos, ofrecen ilusión. Y eso no cambia con una pandemia. El trato cercano con las novias y novios debe ser aún mayor ahora.
Liset Díaz, de Velo de Novia, ha reinventado los accesorios para los novios y renegociado algunos contratos para reducir el tamaño de los pedidos. Son momento duros, pero asegura que más que productos, ofrecen ilusión. Y eso no cambia con una pandemia. El trato cercano con las novias y novios debe ser aún mayor ahora.
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“Aunque no parezca, sí se están realizando algunas bodas: civiles, pocas y muy íntimas, para las fotos”, cuenta Liset. Ella se adapta ofreciendo accesorios (como bouquets, muñecos para torta,tocados, entre otros) más pequeños y sobrios.

En efecto, en Lima, se registraron 413 matrimonios en Reniec durante el mes de julio. Seis veces menos que en un escenario normal.

Sabemos que somos el rubro que se reactivará al final, por eso nos estamos reinventando con las mascarillas para novias y haciendo accesorios también para otras ocasiones que nos pidan”, relata Liset, quien junto a su hermana se esfuerza por poner y quitar aplicaciones al gusto del cliente cada día.

La pandemia tomó por sorpresa al negocio familiar, pero luego del ver pasar el segundo mes de cuarentena vio rápidamente sus opciones de reinvención y puso mayor interés a las redes sociales.

(Foto: José Rojas)
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Dificultades y empuje

Yanira Nuñez (32), hija de la dueña de Novias Charito, una de las tiendas más antiguas del Palacio de las Novias, cuenta que los tres meses sin ventas por la cuarentena no fue la única dificultad que atravesaron. Yanira reabrió el local a mediados de julio con todo el ímpetu y la intención de reforzar su presencia digital, pero a los pocos días se enteró que tenía COVID-19. Tuvo que cerrar un mes y medio más.

Volvió a abrir su tienda el 4 de septiembre y, desde ese día, ha empezado a cerrar algunos pocos contratos para bodas del 2021 y a confeccionar vestidos para matrimonios civiles, que no era lo central de su negocio. “No llueve pero gotea. Antes podíamos entregar 15 o 20 vestidos para venta a la semana, ahora la mayoría son para alquiler y para civiles, que tienen un menor precio”, señala. Eso no la detiene, ya trabaja en los nuevos diseños para la próxima temporada y en tomas las fotos para potenciar las redes sociales..

El punche que la caracteriza, asegura, viene de familia. Confía en que vendrán tiempos mejores.

 “Antes de la pandemia, tenía 15 entregas de vestidos, todas se postergaron. Ahora hacemos pedidos para el 2021 y algunos vestidos para bodas civiles”, relata Yanira.  Un vestido nuevo podía costar entre S/900 y S/1.000, uno corto de alquiler alrededor de S/400.
“Antes de la pandemia, tenía 15 entregas de vestidos, todas se postergaron. Ahora hacemos pedidos para el 2021 y algunos vestidos para bodas civiles”, relata Yanira. Un vestido nuevo podía costar entre S/900 y S/1.000, uno corto de alquiler alrededor de S/400.
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Unas tiendas mas allá, en el Jirón Huallaga, encontramos a Daniel Ramírez, fundador de la marca de ternos Daniel Vercchelli. Con 17 años en el mundo de la alta costura, logró abrir dos tiendas en el centro de Lima y en San Isidro hace una década. Esta última tuvo que cerrar sus puertas a causa de la pandemia, pagar el alto alquiler cuando no hay ingresos la hizo insostenible.

Daniel recuerda que en los buenos tiempos solía vender entre 30 y 40 ternos por semana. Dado que las grandes ceremonias - y las fiestas - están en pausa, casi todos los clientes reprogramaron sus entregas y otros aún no tienen fecha. En tanto, de a pocos, están recibiendo algunos clientes nuevos con miras a casarse en el 2021 y otros para bodas prontas. La semana pasada pudo vender cinco trajes, la semana anterior a ella apenas uno. Los precios, menciona, han tenido que bajar.

En su taller del jr. Huallaga, se apresuran a elaborar los trajes a medida (para matrimonios y empresas), las mascarillas y los sacones, a la espera de reactivarse.  Siempre vinculado al centro de Lima, la pasión por la moda de Daniel se inició como vendedor hasta crear, hace 10 años, su propia marca, que incluso ha vestido alguna vez a Jefferson Farfán.  (Foto: Jesús Saucedo)
En su taller del jr. Huallaga, se apresuran a elaborar los trajes a medida (para matrimonios y empresas), las mascarillas y los sacones, a la espera de reactivarse. Siempre vinculado al centro de Lima, la pasión por la moda de Daniel se inició como vendedor hasta crear, hace 10 años, su propia marca, que incluso ha vestido alguna vez a Jefferson Farfán. (Foto: Jesús Saucedo)
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Para reactivarse en los tiempos que corren, han lanzado mascarillas de tela y sacos de protección, con el e-commerce como aliado para darlos a conocer y no perder el contacto con el cliente.

Pero la virtualidad tiene ciertos límites en el mundo de las bodas, los novios conocen a la marca y preguntan a través de las redes sociales o los canales de , pero siempre quieren el lugar físico para tocar, probar e ilusionarse.

Al otro lado de Lima, en Miraflores, Renzo Tori, representante la casa de novias Rosa Clará, cuenta que en el caso de la marca todas las entregas han cambiado de fecha. En un inicio, para julio, agosto o fin de año, pero conforme avanzó la pandemia, las pasaron para el próximo año, más allá de abril y mayo.

“Las ganas de casarse están y se van a seguir dando matrimonios conforme vayan cediendo las restricciones, veremos petite comités”, proyecta Tori. En su caso, mantienen las pruebas de vestidos previa cita y han adaptado los probadores para el distanciamiento social necesario.

Renzo Tori, representante de la marca española  Rosa Clará en el Perú, comenta que para no perder la experiencia de celebración, envían una botella de champagne a las clientas cuando eligen un vestido. (Foto: José Rojas)
Renzo Tori, representante de la marca española Rosa Clará en el Perú, comenta que para no perder la experiencia de celebración, envían una botella de champagne a las clientas cuando eligen un vestido. (Foto: José Rojas)
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Aunque gran parte de sus clientas han pasado sus fechas de matrimonio, sostiene que conoce que algunas novias han mantenido fechas y realizado bodas íntimas con acompañamiento virtual, por alguna situación personal.

Giros y transformación

En el Palacio de las Novias, hoy con pasillos más silenciosos, conocimos también a Edith Norabuena, dueña de Jazmine Collection, bordando a contrarreloj para entregar algunos vestidos. Con alta precisión daba puntadas para adaptar uno de ellos, ya listo para ser lucido en una ceremonia glamorosa, para una boda civil y más íntima por pedido de la novia.

Norabuena cuenta que para adaptarlo debe quitarle las enaguas y algunos detalles. Ha empezado a ver una reactivación desde agosto y eso la entusiasma.

Edith Norabuena adapta sus vestidos dos en uno (para ceremonia y fiesta) a los nuevos requerimientos de las clientas que, por alguna u otra razón, se casan ahora por civil y dejan la fiesta de celebración para después.
Edith Norabuena adapta sus vestidos dos en uno (para ceremonia y fiesta) a los nuevos requerimientos de las clientas que, por alguna u otra razón, se casan ahora por civil y dejan la fiesta de celebración para después.
/ JOSE ROJAS BASHE

Anghy Anastacio (36), quien posee dos tiendas de Mi bella quinceañera, lleva muchos años especializada en vestidos de fiestas y para quinceañeros, y no se imaginó que una pandemia pudiera paralizar sus planes. Ahora trata de reactivarse innovando también con la confección de vestidos de novias. Apenas empezó esta semana, pero ya trabaja en el catálogo con diseños propios, que servirán de guía para las novias.

“Nuestra especialidad son los vestidos para quinceañeros, pero como la venta está baja estamos entrando a la rama de los vestidos de novias, más casuales, para bodas civiles”.

Las ventas de las tiendas apenas llega al 20% de un mes normal, cuenta Edith ante la ausencia de eventos. Pese a ello,  tratan de innovar también con  packs de sesión de fotos y alquiler de vestidos para que cumplir 15 no pase desapercibido por la coyuntura.
Las ventas de las tiendas apenas llega al 20% de un mes normal, cuenta Edith ante la ausencia de eventos. Pese a ello, tratan de innovar también con packs de sesión de fotos y alquiler de vestidos para que cumplir 15 no pase desapercibido por la coyuntura.
/ JOSE ROJAS BASHE

Bodas versión reducida

Aunque las bodas civiles e íntimas se están dando de manera aislada, las bodas de ensueño con fiestas de gran despliegue, las que sueñan los novios para su gran día, no verán la luz hasta que se supere la pandemia. Eso lo sabe bien la ‘wedding planner’ Carla del Castillo, que ha tenido que repartir las 65 bodas programadas entre el 2021 y 2022, además de apoyar a cada pareja ante los cambios. Unas pocas desertaron. Las bodas virtuales, asegura, no son una opción para ella, pero sí las ‘microweddings’, o bodas más pequeñas, con menos invitados y de menor precio para captar a nuevos clientes.

“Este iba a ser un buen año, teníamos programadas 65 bodas. El 85% se ha reprogramado para el 2021 y las demás para el 2022”.

Carla comenta que ha tenido que ser hasta coach de sus parejas de novios.  Ha conocido parejas de médicos que luchan contra el COVID-19 que han cambiado sus prioridades, entre otras historias que la conmueven.
Carla comenta que ha tenido que ser hasta coach de sus parejas de novios. Ha conocido parejas de médicos que luchan contra el COVID-19 que han cambiado sus prioridades, entre otras historias que la conmueven.
/ JOSE ROJAS BASHE

En ese camino también está Mercedes Koechlin, de Meche Koechlin Eventos. La mayor cantidad de bodas programadas para el 2021-que suelen tomar un año de organización- tienen ahora menos invitados por la incertidumbre de lo que pueda pasar. Si antes eran de 200 o 300 invitados, ahora son la mitad o hasta menos.

Mientras estos eventos estén paralizados, Mercedes- junto a sus dos hijos- ofrecen catering por delivery bajo la marca MK Deli para eventos por zoom para empresas y otros momentos íntimos. También han entrado a la elaboración de muebles para casa. Desde abril se apresuraron a hacerlo y a mover las redes sociales con ambos rubros para adaptarse a la nueva normalidad.

Mercedes comenta que antes de la pandemia podían cerrar contratos de 6 bodas al mes. Por estos días, han empezado a cerrar entre uno a tres contratos, pensando en el 2021 y con fechas que pueden cambiar. Juntos a sus dos hijos trabajan incansables para adaptarse.
Mercedes comenta que antes de la pandemia podían cerrar contratos de 6 bodas al mes. Por estos días, han empezado a cerrar entre uno a tres contratos, pensando en el 2021 y con fechas que pueden cambiar. Juntos a sus dos hijos trabajan incansables para adaptarse.
/ Cesar Campos

Aunque ya empiezan a tomar nuevos pedidos para matrimonios, saben que hoy “es una utopia hablar de eventos”.

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