Durante los últimos 30 años, el Perú experimentó el crecimiento económico más rápido de la región. Este se tradujo en una mayor inversión en servicios públicos, lo que a su vez significó una reducción significativa de la pobreza y desigualdad. Sin embargo, aún persisten importantes retos pendientes, para los cuales se requiere de un Estado de primer nivel enfocado en atender las necesidades de sus ciudadanos.
¿Mejoraron las condiciones?
Con la Constitución de 1993, el Estado pudo priorizar la provisión de servicios básicos, permitiendo mejorar las condiciones de vida de los peruanos. Por ejemplo, el mayor acceso a agua, desagüe y salud ayudó a la caída de la mortalidad infantil. También, aumentó el acceso a la educación: la porción de mayores de 25 años con al menos educación secundaria pasó de 57% en 1993 a 71% en el 2021.
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Estos avances contribuyeron a duplicar la productividad del trabajador entre 1993 y el 2021, según The Conference Board. Junto con una mayor iniciativa privada, los ingresos de las familias, sobre todo de menores recursos, aumentaron.
Mejoras sociales
La mayor calidad de vida se reflejó en menores niveles de pobreza y desigualdad. Entre el 2004 y 2021, 19 regiones lograron disminuir su tasa de pobreza a la mitad. Diversos estudios encontraron que el incremento de los ingresos producto del acelerado crecimiento económico es el principal factor detrás de la reducción de la pobreza y desigualdad de las últimas décadas. Según el investigador Javier Herrera, el crecimiento económico explica más del 60% de la reducción de estos indicadores entre el 2004 y 2015.
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Pese a las mejoras, aún quedan importantes brechas en el acceso a servicios básicos. Por ejemplo, aún el 78% de hogares en las zonas rurales carece de servicios de agua y desagüe.
Retos pendientes
Para la mayoría de los peruanos, el reto más importante que enfrenta el país es la corrupción. En esa línea, en el 2022 el Perú ocupa el puesto 101 de 180 países en el Índice Global de Percepción de la Corrupción, lo que significa un retroceso de 18 puestos con respecto al nivel obtenido en el 2012.
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Otro reto pendiente es mejorar la calidad de los servicios públicos. Por ejemplo, si bien ha habido una mejora importante en el acceso a educación, ello no se ha traducido en mejores aprendizajes. Según la Evaluación Virtual de Aprendizajes del 2021, solo el 19% de estudiantes de segundo de secundaria alcanzó un nivel satisfactorio en comprensión lectora.
Alternativas
Resolver los desafíos requiere de un Estado de primer nivel, con funcionarios con comprobadas capacidades de gestión. Sin embargo, el desempeño de los últimos 10 años sugiere que aún estamos lejos de ese objetivo. Entre el 2012 y el 2022, la proporción de familias que considera que la gestión en los tres niveles de Gobierno es mala o muy mala se incrementó hasta en 30 puntos porcentuales, acelerada por la actual crisis política.
El Estado ha mostrado limitadas capacidades para traducir la inversión en mayor bienestar social. En promedio, anualmente se dejan de invertir S/20.000 millones ya presupuestados, lo que podría contribuir significativamente al cierre de las brechas pendientes de servicios públicos.