Luego de varios años vuelvo a escribir una columna en El Comercio. Mi periodo anterior duró casi 10 años y a pesar de que durante todo ese tiempo era demandante encontrar temas para compartir que puedan servir de reflexión y ojalá inspiración, sentía que en esa búsqueda yo de alguna manera también me enriquecía. La vorágine y presión del día a día nos secuestra y sin darnos cuenta nos va alejando de la indispensable costumbre de parar por un momento y recibir un shot de tequila mental que te inspire a probar nuevos caminos, nuevas ideas, o darte cuenta de que aquellas que tienes hay que dejarlas atrás.
Un punto de vista distinto –no sólo el mío, sino los miles que hay todos los días– son como un shot: cortos, de golpe, intensos, te mueven, y de ahí en adelante, es muy probable que esto genere un punto de quiebre respecto a cómo estabas viendo el escenario frente a ti. Lo bueno es que este shot mental nunca te deja con resaca.
Mi tocayo Albert Einstein decía: “La mente que se abre a una nueva idea nunca volverá a su tamaño original”. Quizá para algunos de ustedes esta sea la primera vez que leen esta frase, pero estoy seguro que todos conocen esta otra: “es que siempre lo hemos hecho así”. La primera abre mil oportunidades, la segunda te sentencia a la mediocridad.
Pandemia, inflación, crisis política, economía congelada, falta de confianza, reducción del consumo, competencia feroz. Desde el 2020 que estamos metidos en una “tormenta perfecta” de la cual la única forma de salir es girando el rumbo, evitando que las corrientes de la rutina, del “siempre se ha hecho así”, nos terminen llevando a la deriva.
Ahora, si quiero resaltar que esos shots no están únicamente relacionados al negocio. Pueden inspirar nuevas formas de mirar la cultura de tu empresa, la relación con tu equipo, la relación con tus socios estratégicos, el compromiso tuyo o el de tu empresa con la sociedad, etc. El concepto de sostenibilidad se basa en agregar valor a todo nuestro entorno. Es la única manera de que nos acerquemos a tener una sociedad más justa y próspera.
Espero que desde esta humilde columna mensual pueda contribuir a ser ese shot de tequila mental que genere un momento de reflexión, y ojalá, de inspiración.
No puedo terminar sin darle mi más sentido pésame a los familiares, amigos y colegas de Sandro Venturo, quien lamentablemente nos dejó el pasado 18 de marzo. Tuve la suerte de conocerlo y coincidir en par de entrevistas televisivas o radiales. Esas pocas veces fueron suficientes para admirar su gran pasión, humildad, profesionalismo, y sobre todo, vocación por contribuir a vivir en un país más unido, más empático, más tolerante, y más optimista. En una sociedad donde la apatía está generalizada, Sandro siempre marcó una diferencia, con su gran sensibilidad, conocimiento y simpatía. Ojalá el recuerdo de su característica sonrisa nos contagie a ser más empáticos con aquellos que menos tienen, y la intensidad de su mirada nos impulse a ser agentes de cambio, tal como él fue. El Perú te va a extrañar Sandro.