Bajo cualquier métrica, el empleo formal sigue teniendo una participación reducida en una fuerza laboral de 17,2 millones de trabajadores.
Bajo cualquier métrica, el empleo formal sigue teniendo una participación reducida en una fuerza laboral de 17,2 millones de trabajadores.
Redacción Economía

La semana pasada, el gobierno oficializó el Decreto Legislativo 1401, que regula las prácticas preprofesionales y profesionales para jóvenes en entidades del sector público. Esa disposición establece, entre otras cosas, una subvención mensual de por lo menos una remuneración mínima vital () equivalente a S/930, con el objetivo de otorgar beneficios similares a los del sector privado. ¿En qué condiciones en general se encuentran los trabajadores jóvenes (entre 14 y 24 años) del país?

VULNERABILIDAD DE LOS JÓVENES
Las investigaciones sobre el mercado laboral han identificado que los jóvenes forman parte de la población más vulnerable dentro del mercado laboral. Su empleabilidad en el sector formal se ve especialmente afectada por regulaciones como el salario mínimo y los costos de despido.

Así, estudios del apuntan a una relación negativa entre el incremento del salario mínimo y el empleo juvenil formal, mientras que otras investigaciones revelan que las posibilidades de empleo de los trabajadores jóvenes, por ser más riesgosos para las empresas, se reducen ante los mayores costos de despido.

De esta manera, su vulnerabilidad en el mercado laboral se refleja en el elevado desempleo y en el bajo porcentaje de empleo adecuado y formalidad. En el 2017, la tasa de desempleo de los jóvenes (12,4%) fue casi el cuádruple respecto al trabajador promedio (3,3%).

Por otro lado, mientras que el 53% de trabajadores de la PEA total posee un empleo adecuado, este porcentaje disminuye a solo el 37% en los trabajadores jóvenes. Como sostiene la OIT, esta exposición a condiciones de inseguridad laboral se encuentra relacionada al acceso a educación superior, muchas veces restringida por falta de recursos.

En el Perú, el 50% de jóvenes con educación superior tiene un empleo adecuado, en tanto, este porcentaje es de solo 22% en aquellos que terminaron solo la primaria.

INFORMALIDAD JUVENIL
En relación con la informalidad, el panorama es similar. La proporción de jóvenes que poseen un trabajo formal es de 13%; mientras que la formalidad a escala nacional asciende a 27%.

Así, impulsar la participación de los jóvenes en el sector formal es crucial no solo por el mayor salario –S/1.550 al mes en promedio entre los formales frente a S/870 entre los informales–, sino porque diversos estudios apuntan a que las primeras ocupaciones de la vida laboral marcan fuertemente el potencial productivo de los jóvenes durante su vida adulta.

Dentro del sector formal, existen diferentes condiciones de contratación. Entre los principales, figuran el indefinido y a plazo fijo. Entre los jóvenes, la incidencia de contratos a plazo fijo (81%) es bastante mayor al trabajador promedio (55%).

Esto se debe, en buena cuenta, a que la elevada rigidez del régimen indefinido a consecuencia de los costos de despido afecta más a los jóvenes.

Según Miguel Jaramillo, investigador de Grade, la probabilidad de que un trabajador de menor edad consiga un empleo indefinido es de tan solo 2%, mientras que de los trabajadores entre 56 y 65 años es de 22%.

Asimismo, según la OIT, en países en desarrollo, es más probable que los jóvenes se instalen en el autoempleo y menos probable que pasen a un empleo estable.

¿En qué situación se encuentran los jóvenes frente a los empleos del sector público? Al 2017 solo el 6% de los jóvenes menores a 25 años se desempeñaba en el sector estatal, mientras que el 94% trabajaba en el sector privado.

Por el lado de los ingresos también se observan grandes diferencias. Los jóvenes en el sector privado tienen un ingreso promedio mensual de S/930, menor en 40% al ingreso promedio del sector (S/1.560).

Por otro lado, los que laboran en el sector público tienen un ingreso promedio de S/1.470, cifra menor en 37% al promedio sectorial (S/2.350).

Si bien existen ciertas iniciativas públicas para mejorar la empleabilidad y condiciones laborales de los trabajadores jóvenes, la experiencia apunta a que mejorar la articulación entre la oferta educativa –en institutos y universidades– y la demanda laboral puede ser uno de los mejores caminos por explorar.

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