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El banquete de la ausencia
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Hay algo irresistible en ver habitaciones vacías. Aparentemente vacías. Nos sugieren movimiento e información, ausencia y presencia, tensión entre lo vacuo y el contenido. En quince lienzos de mediano y gran formato, con una luminosa paleta rica en colores y texturas, Rubén Saavedra (Chiclayo, 1992) recrea la intimidad de espacios domésticos, trufando la imágenes cotidiana con íconos del arte occidental, la historia republicana y el patrimonio prehispánico.
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Citando al título de la muestra abierta en La Galería, se trata de un banquete de ideas e imágenes. Su curador, el crítico Luis Lama, define las obras como narraciones visuales que exaltan por igual al placer y al poder. Una mirada analítica a la abundancia, altares modernos “donde la historia del arte se manifiesta omnipresente como símbolo de opulencia que identifica los gustos y orientaciones de los habitantes de estos interiores inventados”.

En una familia de ingenieros civiles, donde la construcción y el diseño eran los habituales temas de sobremesa familiar, no sorprende que Saavedra optara por la carrera de arquitectura en la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo. Tras la crisis vocacional, abrazó la pintura en la Escuela Superior de Bellas Artes Macedonio de la Torre. Sin embargo, el pensamiento arquitectónico y la obsesión por los espacios habitados serían temas recurrentes en su trabajo temprano. Lo suyo, nos cuenta se basaba en retratar interiores sin mayor búsqueda conceptual.
Sin embargo, durante la pandemia y la profusa lectura de libros de historia y literatura peruana, su pintura empezó a ser ocupada por nuevos contenidos. Empezó a hurgar sobre el efecto que crean las imágenes cuando dialogan dentro de otras imágenes. El resultado, confiesa, surgió por casualidad: establecer un enriquecedor diálogo entre imágenes de nuestra cultura local como parte del concierto occidental, no sin cierta ironía, juego y reflexión. Ese banquete, que nos remite a la época del pensador Platón, se observa actualizado al hablarnos de la abundancia de lo que vemos en la mesa o la sofisticación de los espacios, bañado todo por una cálida luz norteña. Aunque la teatral puesta en escena nos habla de un drama tácito, la ausencia nos pide poner atención al silencio de la escenografía que espera por quien la habite, a la tensión generada entre las imágenes que, eligiendo una estética aprendida de los impresionistas franceses, dialogan con objetos y el espacio poético y sutil. Que no exista en los cuadros la representación de un personaje nos sugiere que la presencia humana la encarna el propio observador. La ausencia no existe, a través de ella vemos el mundo habitado.
La muestra “El banquete” puede ser visitada hasta el 29 de noviembre en La Galería (Conde de la Monclova 255, San Isidro). De lunes a viernes, de 11 a 7 p.m. y sábados de 3 a 7 p.m.
Avalan la presencia de Saavedra en el circuito de galerías una serie de distinciones, entre ellas el reciente Primer Premio Ignacio Merino de la Municipalidad Metropolitana de Lima.







