La cultura nos sostiene en momentos de inestabilidad. En el Perú, se acaban de anunciar medidas para paliar la crisis en el sector.
La cultura nos sostiene en momentos de inestabilidad. En el Perú, se acaban de anunciar medidas para paliar la crisis en el sector.
Percy Encinas

La cultura, entre los peruanos, tiene una ambivalencia paradójica que es conveniente resolver. Ninguno dirá que no importa. Nadie quiere ser tomado por inculto o indiferente. Acabamos de oír al primer ministro Zevallos decir: “El sector cultural es de suma importancia para nuestro país”, precisamente antes de responder a Jaime Chincha, quien le recordó que el sector no tenía una medida para mitigar su grave afectación.

Por el lado del discurso, la cultura parece valer, pero en los hechos, es menospreciada. La ecuación es recurrente desde antes de que el ministerio exista: el arte equivaldría a esa actividad accesoria de la que habrá que ocuparse cuando se hayan resuelto los principales problemas nacionales. Esto impide ver la potencia creativa de las artes, una condición indispensable para el desarrollo. Al cierre de esta edición, se aprobó el Decreto de Urgencia que transfiere 50 millones de soles para mitigar los efectos económicos en el sector cultural producidos en el contexto de la emergencia sanitaria. Pero veamos cómo auxilian a las industrias culturales los otros...

Alemania y Francia

Alemania acaba de considerar a las industrias culturales un rubro de primera necesidad y su ministra Monika Grütters las incluyó como beneficiarias en los fondos del rescate económico que su gobierno ha dispuesto. Francia esboza algo similar. Su titular de cultura, Franck Riester, ha intervenido para garantizar que personas y empresas de su sector se beneficien de las medidas generales, pero agregando un fondo solidario de 1.500 euros para artistas y autores hasta el año siguiente, además de treguas en pagos de alquileres y servicios básicos sin suspensión de estos. El presidente Macron ha anunciado un plan de compra de contenidos dirigido a los creadores más jóvenes.

La canciller de Alemania Angela Merkel y el presidente de Francia, Emanuel Macron (Foto: AFP)
La canciller de Alemania Angela Merkel y el presidente de Francia, Emanuel Macron (Foto: AFP)

La asistencia social, a través de transferencia de dinero, prioriza a los freelance, esos trabajadores culturales que en el Perú bordean el 80% del sector.

Colombia, Argentina y Brasil

Colombia es consciente de que sus trabajadores culturales no están adecuadamente registrados. Aun así, ha recogido sus propuestas e implementado medidas combinadas. Para los informales y desprotegidos, derivó recursos a través del programa de Beneficios Económicos Periódicos (BEPS), dando ayuda monetaria además de víveres a los más urgidos. Se aceleró la colaboración usual a creadores, festivales y salas, y el fondo se ampliará para dar capital de auxilio a quienes no obtuvieron ayuda en esta convocatoria.

Para la reactivación, se han transferido líneas de créditos a tasas subsidiadas para sostener la inversión en el sector a través de Bancoldex. Además, se aprobó que lo recaudado por la Ley del Espectáculo Público (unos siete millones de dólares) se usara para becas de creación de contenidos y formación mientras dure la emergencia.

Varios agremiados del sector editorial ya han enviado un pedido al Ministerio de Cultura para que los apoyen con medidas concretas que mitiguen el impacto de la pandemia.
Varios agremiados del sector editorial ya han enviado un pedido al Ministerio de Cultura para que los apoyen con medidas concretas que mitiguen el impacto de la pandemia.

Argentina, por su parte, auxilia a sus creadores en pagos de servicios, prorroga contratos y los protege por 180 días. Otorga subsidios de dinero a organizaciones sociales y culturales, con o sin personería jurídica. Y, en Brasil, lo notable viene de la iniciativa privada. , asociación sin fines de lucro de Sao Paulo, concibió diversos concursos de pequeño formato y repartió premios de 500 dólares a varios cientos de artistas. En la práctica, fue una transferencia efectiva para ellos, a la vez que se producían contenidos para amplios públicos.

Quisiera comparar estas medidas con lo hecho en el Perú, pero apenas acaba de aprobarse el decreto. Contempla apoyos económicos directos y adquisición de contenidos culturales. Si el ministerio acelera su implementación, podría ser provechoso. Hay una deuda histórica con quienes dedican su vida a crear bienes y experiencias en los lenguajes del arte —más de 105.000 personas, según un estudio de las Cuentas Satélite de Cultura, de 2017, y casi medio millón, según el BID, sumando empleos indirectos—. Además de rozar el 2 % del PBI, el trabajo cultural brinda bienestar, reduce la delincuencia y genera orgullo. Y ahora nos sostiene en cada rincón del país donde se ve una película, se lee un libro, se baila o canta. Rescatémoslos. Es justo y una excelente inversión social.

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