Los cambios de camisetas políticas han estado a la orden del día. (Ilustración: Giovanni Tazza/ GEC)
Los cambios de camisetas políticas han estado a la orden del día. (Ilustración: Giovanni Tazza/ GEC)

A lo largo de los últimos veinte años, más de 150 congresistas han renunciado a la bancada por la que fueron elegidos. Se podría armar un entero de 130 miembros con esos renunciantes, junto a 20 accesitarios. El panorama de descohesión parlamentaria podría continuar en el período 2021-2026 si tomamos en cuenta el número de candidatos que postularon con partidos distintos en su trayectoria política (665) y los que postulan por primera vez a un cargo de elección popular (1.465).

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La Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio revisó –a través del portal Infogob del Jurado Nacional de Elecciones (JNE)– la trayectoria política de los 2.938 candidatos que quedan en contienda, y determinó que el 22% de estos postuló en el pasado con un partido distinto al que busca representar ahora. Para la medición no se contabilizó como doble postulación a los candidatos cuyos partidos integraron una alianza electoral o a las agrupaciones que cambiaron de nombre.

El análisis arroja que solo 808 candidatos registran fidelidad al partido con el que postulan en el actual proceso. Es decir, siempre postularon con la misma organización política. Solo en un caso, , este tipo de candidatos fieles supera el 50% de los integrantes de su lista al Congreso.

Sin bandera

El caso que mejor ejemplifica la problemática es el de Rofilio Neyra. Solo en los últimos diez años, postuló con cuatro partidos distintos.

Apenas acabó su mandato como congresista en el 2016, buscó la reelección con la alianza Apra-PPC, pero sin éxito. Pese a que representó a Ayacucho en su período legislativo, en el 2018 postuló con Perú Patria Segura a la Alcaldía de Chorrillos. Este 2021, busca representar a Ayacucho nuevamente, pero con Podemos.

Neyra indicó que siempre postuló como invitado y que en el 2016 y el 2018 no postuló “para ganar”, sino para mantenerse en la política. Reconoció que postula por Ayacucho, pero vive en Chorrillos. “Vivo en Chorrillos, pero soy ayacuchano. Trabajo en Chorrillos, Cantogrande y Puente Piedra, pero tengo empresas en Ayacucho, creo que tengo domicilio múltiple. […] Para bien o mal, estoy dentro de la política en mi región”, aseveró.

(Composición: GEC)
(Composición: GEC)

Caso similar es el de Ciro Castillo Rojo Salas, quien en los últimos seis años ya acumula cinco camisetas políticas distintas, pero sin éxito en las urnas. Otros casos son los candidatos que han pasado por partidos totalmente opuestos ideológicamente.

En cuanto a la izquierda, es natural que sus candidatos registren varios partidos en su historial, debido a las varias marcas que se han creado en los últimos 20 años. Sin embargo, existen casos como el de Víctor Torres Jiménez, quien postula con Juntos por el Perú tras haber sido candidato en la alianza Apra-PPC del 2016 o con el fujimorista Vamos Vecino en 1999.

También detectamos casos como el de la candidata Ana Zavala Limaymanta, quien ha saltado de un partido a otro.

Para el politólogo José Incio, el problema radica en que, para cada proceso electoral, los partidos salen a buscar jugadores en lugares donde no tienen presencia real. “Los partidos no conocen la cancha regional, no tienen llegada y se ven obligados a jalar a los ‘brokers’ políticos, aquellos que intentan llegar al poder con uno u otro partido”, indicó.

Ante la falta de presencia y el desgaste de las marcas partidarias en regiones, los líderes se han aglomerado en los movimientos regionales. Sin embargo, estos movimientos no les sirven para postular en las elecciones generales. Nuestro análisis arroja que 320 candidatos registran al menos una postulación previa en esos movimientos.

“Te mandan a buscar jugadores en lugares donde no has jugado, y confían en aquellos que les prometen llenar estadios. No importa cuántas camisetas han vestido, cuán camaleónicos sean. Al final, al partido solo le interesará el cálculo electoral de los votos”, explicó Incio.

Esta corriente ha sido más notoria en los últimos veinte años. En un libro, el politólogo Mauricio Zavaleta calificó a esta dinámica de los partidos como la “coalición de independientes”.

La politóloga Marisol Cuéllar sostuvo que el desgaste de las marcas partidarias es tan elevado que, para sobrevivir, los candidatos cambian rápidamente de partido. “El país, como lo dijo Zavaleta, termina siendo una gran elección con partidos que postulan candidatos sin ningún vínculo ideológico, sino con el único objetivo de ser elegidos”, recordó.

(Composición: GEC)
(Composición: GEC)

Fraccionamiento

Las cifras de candidatos camaleónicos no solo muestran la poca identidad partidaria, sino que permiten adelantar posibles fraccionamientos. En el actual período legislativo, suman 15 los congresistas que renunciaron a la bancada del partido por el que fueron elegidos en enero del 2020.

“Es un primer indicio de que la bancada será débil, lo cual hace difícil tomar decisiones colectivas en el Parlamento. Porque, además, tienes una cuota de candidatos invitados y los que se afiliaron a último momento, quienes suelen ser los más conocidos y logran entrar al Congreso. Son ellos también los que, a la primera discusión, renuncian”, indicó Cuéllar.

Si nos remitimos al actual período, la legisladora Arlette Contreras –quien en el 2020 postuló por primera vez a un cargo público– renunció a la bancada del Frente Amplio apenas diez días después de instalado el Parlamento.

Incio anotó que el porcentaje de candidatos que se muestran fieles a postular con un solo partido no es alto. Solo en Acción Popular supera el 50%. “Los partidos que llevan más tiempo son los que tienen mayor número de candidatos que han postulado con su propia marca: AP, PPC y Frepap. Luego, tienes partidos con cierta organización como Fuerza Popular, pero el resto se ha comportado como combis electorales”, dijo.

Llevar a tantos rostros nuevos, advirtió Incio, no es algo necesariamente bueno. Según dijo, es un grupo heterogéneo que puede representar un esfuerzo por traer representantes nuevos o simplemente una combi electoral a la cual fue más fácil subirse para postular.

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