El caracol saltado del Four Seas es un plato a tener en cuenta. Consistente, racial y con la personalidad de los guisos difíciles de olvidar. No es un guiso complicado, ni mucho menos sofisticado; lo preparan con cebolla, pimiento dulce, holantao, judías de soya y un jugo con carácter en el que se intuye algo de alcohol. También caracoles, claro, en cantidades suficientes para despejar el recuerdo del hambre atrasada de tres generaciones y, lo que realmente importa, más tiernos de lo que estamos acostumbrados a encontrar en esta ciudad que gusta más de los bocados elásticos que de la suavidad de las cocciones ajustadas. Dos puntos a su favor: el sabor y el punto de cocción. Uno en contra, el volumen desmedido de las raciones. Hay una sutil y estimulante diferencia entre comer y tragar que deberíamos explorar más a menudo.
Casi todos conocen a estas alturas el Four Seas, en la avenida Aviación, junto al cruce con San Borja Sur, aunque su principal referencia es la vecindad, pared por medio, con el Pacman, otro histórico de la cocina china en Lima. Uno, el Pacman, bien chico y el vecino mucho más grande, al estilo de los chifas de los viejos tiempos. Ocupa un edificio hecho y derecho de tres alturas que demuestra haber pasado tiempos mejores y trae, de alguna manera, el recuerdo de un esplendor pasado. Incluido su nombre real, Four Seas International House.
Queda claro que el Four Seas tiene muchos seguidores. El comedor suele mostrar un lleno casi total, aunque una mirada a tu alrededor ofrece la visión de un comedor dividido virtualmente en dos. De un lado, la parte mayoritaria, enfrascada en cuencos de sopa wantan y fuentes de chancho con salsa de tamarindo o arroz chaufa. Del otro, los que buscan las formas de la cocina popular china. Entre una y otra cosa, se concreta una carta más larga que un día de ayuno. Este restaurante es una especie de torre de Babel de los sabores. Hay cocina cantonesa –mayoritaria–, junto a fórmulas que recuerdan las formas del recetario de Sichuan, como la popular, humilde y lograda versión de la pancita de res guisada con ajíes secos –es un plato picante, como la cocina del sur de China–, verduras y hongos.
El éxito del caracol saltado no se repite cuando aplican la misma fórmula a las navajas. Demasiado trabajadas en el wok, sufren el exceso de cocción mostrando una carne demasiado elástica. A partir de ese punto, la cocina se maneja en la irregularidad. Cumplen el calamar cinco sabores, una entrada refrescante con el calamar cortado en trozos, ligeramente salteado y condimentado con rocoto, kión, cilantro y ajo, o la medusa en ensalada. Tampoco está mal el fideo ancho salteado con carne (mejor la versión seca que la otra). En cambio, el may fan –fideo fino– saltado con curry ofrece la cara contraria de la moneda. El resultado no es precisamente atractivo, con el fideo apelmazado, más bien seco y sin apenas sabor.
El local ubicado en San Borja. (Foto: Google Street View)
AL DETALLE
Calificación: 1.5 estrellas de 5
Tipo de restaurante: Cocina china.
Dirección: Avenida Aviación 3124. San Borja, Lima.
Teléfono: 222-67419.
Tarjetas: Visa, MasterCard, Diners.
Valet parking: Sí.
Precio medio por persona (sin bebidas): 45 soles.
Bodega: No consta.
Observaciones: No cierra.