
Escucha la noticia
¿Tu hijo conoce el valor del dinero? La edad ideal para enseñarle a ahorrar y que construya su futuro
Resumen generado por Inteligencia Artificial
Accede a esta función exclusiva
Resume las noticias y mantente informado sin interrupciones.
Cuando éramos niños, encontrar una moneda en el suelo, recibir una pequeña propina por ayudar en casa o que nos regalaran dinero en nuestro cumpleaños era motivo de una alegría inmensa. Ese “tesoro” se convertía en un premio que llevábamos con orgullo en el bolsillo o que guardábamos con cuidado en una alcancía. Algunos lo gastaban de inmediato en el quiosco del colegio, mientras que otros preferían esperar y juntar lo suficiente para comprar ese juguete tan deseado.
Detrás de esas escenas sencillas, pero cargadas de ilusión infantil, se esconde una de las primeras experiencias que muchos hemos tenido con el manejo del dinero. Y, al mismo tiempo, una pregunta que a menudo ha pasado desapercibida en la crianza de los hijos: ¿cuándo y cómo debemos enseñar a los niños el valor del dinero?
En un mundo cada vez más digital, donde el efectivo ha sido reemplazado por tarjetas, aplicaciones y códigos QR, el dinero se ha vuelto un concepto casi abstracto para los más pequeños. Sin embargo, también están expuestos desde muy temprano a decisiones de consumo: desean juguetes, dulces, ropa o tecnología, por lo que no es raro ver a niños negociando con soltura una compra o reaccionando con frustración ante un “no”.
Por eso, en Hogar y Familia conversamos con expertos para profundizar en la importancia de la educación financiera desde la infancia. Porque más allá de enseñar a los niños a manejar dinero, lo que realmente estamos formando es su capacidad para tomar decisiones, asumir responsabilidades y, en definitiva, aprender a manejar su propia vida.
¿A partir de qué edad un niño está preparado para comprender el valor del dinero?
Si bien no hay una edad exacta, sí se observa una evolución gradual basada en la experiencia y la enseñanza. Según la doctora Ana Ramírez, psicóloga clínica, entre los 3 y 5 años, un niño puede reconocer monedas y billetes, pero su comprensión del valor es limitada. Es decir, puede entender que un billete de 10 es “más grande” que uno de 5, pero no necesariamente qué puede comprar más cosas.
Entre los 6 y 8 años, empiezan a comprender las transacciones simples, como intercambiar objetos o comprar golosinas con su propio dinero. En la preadolescencia (9-12 años), pueden empezar a comprender conceptos como el ahorro para una meta específica. Mientras que, en la adolescencia, están listo para abordar conceptos más complejos como presupuestos, intereses, deudas y la necesidad de una planificación financiera a largo plazo.

Sin embargo, como señaló la doctora Francis Angélica Vilela Tragodara, psicóloga del MINDEF pliego EP y docente universitaria, además de la edad, el desarrollo de habilidades relacionadas con el ahorro en los niños depende en gran medida de su madurez cognitiva. Es fundamental que los menores desarrollen la capacidad de pensar en el futuro y comprender las consecuencias a largo plazo de sus decisiones financieras.
“La madurez emocional también es clave. Retrasar la gratificación, controlar impulsos y manejar la frustración impacta directamente en las decisiones financieras. Los niños con mayor inteligencia emocional son más pacientes al gastar, constantes al ahorrar y capaces de reconocer emociones como la ansiedad o la envidia que pueden llevar a decisiones impulsivas. Por eso, educar en autorregulación emocional es esencial en la formación financiera. La motivación, tanto intrínseca como extrínseca, también influye, pues los niños aprenden con mayor eficacia cuando encuentran un propósito claro para ahorrar o cuando reciben refuerzos positivos por sus esfuerzos”.
¿Cómo influye el entorno familiar en la percepción del dinero?
La familia cumple un papel crucial en la formación de la percepción que los niños desarrollan sobre el dinero. Como refirió la doctora Vilela, el hogar es la primera “escuela financiera”. Básicamente, los niños aprenden observando las actitudes y comportamientos de sus padres: si lo hacen de manera responsable, planifican y conversan abiertamente sobre temas financieron, es más probable que sus hijos desarrollen una relación saludable con el dinero.
En cambio, patrones impulsivos, discusiones frecuentes o la ausencia de diálogo pueden generar ansiedad o conductas financieras poco saludables en la adultez. Incluso los mensajes implícitos como “no hay plata” o “el dinero es malo” pueden instalar creencias limitantes que afectan la autoestima y la toma de decisiones financieras.
“La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace en casa es clave. Si un padre promueve el ahorro, pero vive endeudado, el mensaje pierde fuerza. Además, es fundamental cuidar el lenguaje frente a los niños, ya que frases negativas o absolutistas sobre el dinero pueden generar culpa, ansiedad o conformismo. En lugar de transmitir escasez o materialismo, se debe presentar al dinero como una herramienta, no como un problema ni un fin absoluto”, subrayó Liliana Tuñoque, psicoterapeuta de Clínica Internacional.
¿Qué errores frecuentes cometen los adultos al enseñarles sobre dinero?
Uno de los errores más comunes es subestimar la capacidad de comprensión de los niños o evitar el tema por considerarlo exclusivo de los adultos. De acuerdo con la psicóloga clínica, también es común que los padres utilicen el dinero como medio de control emocional o proyecten en los menores sus propias angustias y culpas.
“Desde una mirada terapéutica, se recomienda validar la curiosidad infantil y responder con honestidad, integrando estas conversaciones dentro de la educación emocional”.
Por su parte, Tuñoque advirtió sobre el uso del dinero como castigo o recompensa, ya que distorsiona su valor. En su lugar, es mejor enseñarlo como una herramienta para fomentar la autonomía y la responsabilidad.

“Un error muy grave es transmitir a los niños la idea de que todo se mide por el dinero. Por ejemplo, presentar a una persona como exitosa únicamente por su nivel de ingresos. Si se asocia el valor del éxito o el fracaso con tener o no dinero, se crean expectativas distorsionadas que pueden ser perjudiciales para su desarrollo personal y emocional”, agregó Beth Boronat, profesora e investigadora de EAE Business School y experta en emprendimiento.
¿Cuáles son los primeros pasos en la educación financiera infantil?
La educación financiera infantil comienza enseñándoles a los niños a distinguir entre deseos y necesidades, una base clave para un manejo saludable del dinero. Como precisó Francis Vilela, utilizar ejemplos cotidianos como “la comida es una necesidad, un juguete nuevo es un deseo” permite que los niños entiendan esta diferencia desde muy pequeños.
En esta misma línea, Ramírez sugirió crear una lista visual con ambas categorías —deseos y necesidades—como una herramienta acompañada de educación emocional: comprender que los deseos no son malos, pero no deben guiar todas nuestras decisiones.
Involucrar a los niños en actividades como la planificación de las compras familiares también les ayuda a desarrollar el pensamiento crítico y a tomar decisiones conscientes. Preguntas como “¿realmente lo necesitamos?” o “¿podemos esperar para comprarlo?” fomentan la reflexión y el autocontrol, habilidades fundamentales para la toma de decisiones financieras responsables.
“A medida que los niños demuestran comprensión de conceptos como ahorro, gasto y valor del dinero, es posible introducir prácticas más concretas. Por ejemplo, darles una mesada regular o usar una alcancía visual les permite practicar la administración de sus recursos. Para ello, es importante establecer reglas claras para el uso de la mesada y fomentar la constancia en hábitos como el ahorro semanal. Esto no solo fortalece su responsabilidad financiera, sino también su autoestima y autonomía”, sostuvo la psicóloga.
También es útil vincular el dinero con el esfuerzo. Realizar tareas adicionales en casa a cambio de una retribución enseña la relación entre trabajo y recompensa. En este sentido, Vilela mencionó que los juegos de mesa y las aplicaciones educativas son excelentes recursos para que el aprendizaje financiero sea una experiencia lúdica.
Por su parte, Andrés Uribe, director de finanzas de MAPFRE indicó que, cuando los niños están preparados, se les puede introducir a herramientas digitales como cuentas bancarias virtuales o apps de gestión financiera. Estas son eficaces si están adaptadas a la edad del niño y cuentan con la supervisión activa de un adulto. Además, les permite tener una visión real y práctica del manejo del dinero, comprender conceptos como ingresos y gastos y fomentar la responsabilidad en su administración.
¿Cómo saber si un niño está listo para manejar dinero por sí mismo?
Según Liliana Tuñoque, es importante prestar atención a las siguientes señales que demuestran que el niño es capaz de tomar decisiones financieras:
- Comprenden conceptos básicos como el valor del dinero, el ahorro y el gasto.
- Son capaces de establecer metas financieras a corto plazo y seguir un plan para alcanzarlas.
- Demuestran responsabilidad al manejar su mesada o dinero, incluso cuando lo gastan todo y reconocen que deben esperar hasta la próxima.
- Pueden retrasar la gratificación y evitar compras impulsivas, mostrando autocontrol.
- Comparan precios antes de comprar y buscan opciones más convenientes.
- Asumen las consecuencias de sus decisiones financieras y aprenden de ellas.
- Buscan información o consejo cuando tienen dudas.
- Comunican y justifican sus decisiones, explicando por qué eligieron una opción sobre otra.
¿Es conveniente permitir que los niños cometan errores financieros?
Equivocarse les brinda valiosas oportunidades de aprendizaje, siempre que estén acompañados por un adulto que los oriente sin intervenir directamente en la resolución del problema. De acuerdo con el experto financiero, lo esencial es que los niños evalúen las consecuencias de sus decisiones sin sentir culpa, desarrollando así su criterio financiero desde temprana edad.

“Desde la psicología del aprendizaje, sabemos que los errores consolidan conocimientos. Es importante ofrecer un entorno seguro para experimentar, validar sus emociones frente a la frustración y guiarlos en la reflexión. Este acompañamiento fortalece la introspección y promueve una toma de decisiones más consciente y equilibrada”, aseguró Ramírez.
¿Cuáles son los beneficios de inculcar una educación financiera desde pequeños?
Inculcar una educación financiera desde la infancia genera una serie de beneficios concretos tanto a corto como a largo plazo. Según la psicóloga, enseñar a los niños a manejar el dinero favorece una mayor independencia financiera en la adultez, mejora la capacidad de planificación, reduce el riesgo de endeudamiento y de caer en estafas, y fortalece la toma de decisiones informadas.
Además, esto impacta positivamente en la autoestima, la autonomía y el bienestar emocional, ya que los niños que aprenden a administrar su dinero se sienten más seguros y competentes. También adquieren hábitos que favorecen la perseverancia, la organización y una mejor gestión del estrés financiero.
“La educación financiera temprana ayuda a desarrollo un pensamiento crítico, habilidades para resolver problemas y un mejor sentido de responsabilidad. Asimismo, fortalece la capacidad de ahorrar e invertir, lo que incrementa la probabilidad de lograr la independencia financiera y una mejor calidad de vida”, enfatizó la doctora Vilela.
Algunas recomendaciones
Enseñar a los niños a manejar el dinero no se trata solo de transmitir conocimientos financieros, sino de ayudarles a construir una relación emocional sana con él. Es fundamental fomentar el hábito del ahorro sin generar culpa, ansiedad ni restricciones excesivas. Para ello, los padres deben encontrar un equilibrio entre la disciplina y la flexibilidad: establecer metas claras de ahorro, permitir que los niños disfruten una parte de su dinero y celebrar sus logros con refuerzos positivos.
Además, Vilela recalcó la importancia de acompañar a los niños en este proceso sin imponer ni presionar. Proporcionar oportunidades prácticas —como una asignación semanal o pequeños proyectos remunerados— les permite tomar decisiones y aprender de sus errores.
Por su parte, la psicóloga Ramírez recomendó abordar la educación financiera con paciencia, constancia y diálogo abierto. Adaptar las enseñanzas al nivel de comprensión del niño, y utilizar juegos, ejemplos cotidianos y preguntas reflexivas —como “¿cómo te sentiste al gastar tu dinero?” o “¿qué podrías hacer diferente?”— favorece el pensamiento crítico y un aprendizaje más significativo. Más que controlar, se trata de estar disponibles emocionalmente, permitiendo que el niño explore con confianza, sabiendo que cuenta con apoyo si se equivoca.
“La relación con el dinero es también una expresión de la relación con uno mismo: con el deseo, el límite, la gratificación y el autocuidado. Educar en este ámbito es, en esencia, una oportunidad para formar niños emocionalmente sanos y responsables, capaces de autorregularse y valorarse. El dinero, en este proceso, es solo una herramienta más. Lo más valioso será siempre el acompañamiento amoroso, coherente y presente de sus padres. Educar financieramente es, entonces, una inversión en el bienestar integral de nuestros hijos: les enseña no solo a manejar recursos, sino a conocerse, tomar decisiones conscientes y construir una vida plena”, concluyó la especialista.











