A más de cuatro mil metros de altitud, el distrito de Antauta, en la provincia de Melgar, es uno de los referentes de la lucha contra la anemia. Se ubica en Puno, la región con mayor incidencia de esta enfermedad. Allí, sobre una mesa, autoridades locales, organizaciones no gubernamentales, empresas privadas, colectivos civiles y organizaciones sociales se aliaron para brindar mejores servicios a los niños menores de 3 años.
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Los resultados de esta experiencia hablan por sí solos: la anemia, esa enfermedad causada por la producción inadecuada o pérdida de glóbulos rojos, bajó del 98% al 48% en una población de 238 niños de Antauta y del 66% al 13% en 92 niños en Ajoyani, de la provincia de Carabaya (Puno), entre el 2016 y el 2018. Esto se logró gracias a los suplementos de hierro y a la acción conjunta de los distintos actores, pero especialmente de las municipalidades, los centros de salud y los agentes comunitarios.
“Esta triada tiene toda la responsabilidad del éxito”, cuenta Julio Andrade, coordinador del proyecto SAMI, ejecutado por la ONG Sumbi y financiado por la empresa Minsur. Esta fue una de las experiencias destacadas por el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).
Antauta y Ajoyani demostraron que no hacen falta grandes inventos si todos los actores forman un solo equipo para mejorar la eficacia del método ya existente. Desde el alcalde hasta las agentes comunitarias, que iban casa por casa para asegurarse de que los niños tomaran su tratamiento.
Para Andrade, erradicar la anemia en todo el país es posible siempre y cuando se ponga en práctica la gestión articulada en el distrito. “Los recursos existen y las personas están, pero la gran brecha es que no hay un espacio real para que trabajen en común”, reconoce.
A imitación del trabajo en equipo de SAMI, el Gobierno lanzó en el 2018 el urgente Plan Multisectorial de Lucha contra la Anemia (PMLCA), en el que 15 ministerios se comprometieron a enfrentar el problema. La meta era reducir la anemia del 43,5% al 19% para el 2021, ambicioso objetivo si se considera que en los últimos cuatro años solo se restaron 3,3 puntos porcentuales. “La propia concepción de articular todos estos sectores ya es un avance importante”, resalta el médico Ángel Gonzales, director de Intervenciones Estratégicas en Salud Pública del Ministerio de Salud (Minsa).
—Seguimiento continuo—
En el nuevo plan emprendido por el Gobierno Central, los gobiernos locales toman el protagonismo. Sobre todo en las zonas más alejadas, donde el sector salud carece de suficiente personal. La meta 4 de este plan contempla que el Ministerio de Economía y Finanzas incentive económicamente a las municipalidades que registran mayores índices de anemia, para tomar partido en esta lucha.
“Actualmente, 865 municipalidades han identificado a 20.000 personas para que apoyen en promover el consumo de hierro en el interior del hogar”, explica Gonzales. Son vecinos de las localidades que han recibido capacitación del Minsa los que tienen la misión de visitar tres veces al mes a todos los niños de 4 a 5 meses, y de 6 a 11 meses, con anemia. Se utilizará una aplicación para el registro de las visitas domiciliarias, y esta información es monitoreada por el personal del Minsa.
Cada localidad y población tiene sus propias circunstancias que influirán en el desarrollo o no de la anemia. Así lo explica Juan Negrón, coordinador de Nutrición y Desarrollo Infantil de la Dirección General de Política y Estrategias del Midis, quien precisa que el problema va más allá del consumo de alimentos ricos en hierro. “Se necesita conocer las condiciones del hogar, la calidad del agua y la distancia al establecimiento de salud que le permita a la madre asegurar los controles de su niño”, dice. Una madre que ha acudido a sus controles durante el embarazo, que ha puesto las vacunas a su niño, tiene menos riesgo de que desarrolle anemia, pero también otras enfermedades.
—Toma de conciencia—
La anemia también es una cuestión de educación. Cáritas empleó 500 horas para cada “consejera nutricional” que capacitó en las comunidades de su proyecto Ally Micuy, financiado por la Minera Antamina para 56 distritos de 11 provincias de Áncash, donde en 18 meses bajaron la anemia del 69% al 36% en 2.229 niños, aunque el proyecto alcanzó luego hasta 14.000 niños entre el 2007 y el 2011. Estas especialistas hacían un servicio de ‘delivery’ y llevaban hasta dos veces por semana el suplemento de hierro a casa de todos los niños afectados para asegurarse de que lo tomaran.
“Recientemente, el ministerio está privilegiando la visita domiciliaria, casi nueve años después de que nosotros les informamos de ese éxito”, remarca Adrián Morán, gerente de Desarrollo Social de Cáritas Perú.
Otro caso de Cáritas dirigido a niños mayores de 3 años tuvo como protagonistas directos a los profesores, quienes se encargaban de suministrar en la escuela el sulfato ferroso a los niños anémicos. Así lograron reducir la anemia del 37% al 16% entre el 2013 y el 2017 a 2.500 menores de 56 instituciones educativas de Ayacucho y Huancavelica. “Hay más escuelas que centros de salud. Así se hace con millones de escolares en la India que también tienen anemia”, destaca Morán.
Para Alejandro Vargas, coordinador de Acción contra el Hambre, “el gran reto es incorporar esas estrategias existentes a las políticas públicas y locales, que tienen que ser distintas en función de cada contexto, y trabajar de manera coordinada”. Así, esta ONG pudo reducir del 73% al 12% la anemia en Luricocha, Santillana, Iguaín y Huamanguilla, en la provincia de Huanta (Ayacucho), al poner énfasis en la comunicación y la educación para concienciar a la población de que, a pesar de no tener síntomas visibles, la anemia es una grave y silenciosa enfermedad.
En esta experiencia –premiada por la Organización Mundial de la Salud (OMS)– también recuperaron y promocionaron técnicas ancestrales de secado para la conservación de alimentos ricos en hierro, como la sangrecita, el hígado, el bofe o el bazo, vísceras que las familias desechaban pero que ahora han vuelto a consumir.
“A veces nos concentramos mucho en ese 70% que tiene anemia, pero no prestamos atención al 30% restante de esa población que no tiene, y que son familias que han sabido vencerla a veces a través de métodos locales. Es de donde se tiene que aprender”, concluye Vargas. En el ejemplo está parte de la solución.
—"La importancia de la intervención temprana"—
Por: Ángel Gonzales, director general de Intervenciones Estratégicas en Salud Pública del Minsa.
El Plan Multisectorial de Lucha contra la Anemia ha puesto el foco prioritariamente en los niños menores de 3 años, con una marcada atención a los infantes de entre 6 y 12 meses.
Esta atención especializada en los menores de 1 año se basa en evidencia científica que determina que es el período más crítico, debido a que ocurren dos importantes procesos: se desarrolla una acelerada evolución neurológica, con incremento de conexiones neuronales que van a determinar una mejor capacidad deductiva, de relacionamiento con su entorno y una mejor capacidad de desarrollo de la persona; y se trata de la etapa de la vida en que usualmente los niños dejan de lactar de manera exclusiva.
En los primeros meses, el niño está protegido por la dotación de hemoglobina que proviene de la madre, por lo que después de esa etapa puede ocurrir la deficiencia de hierro si, al iniciar la primera alimentación, diferente a la lactancia materna, las familias no priorizan alimentos ricos en hierro. Prevenir la anemia en esta etapa tiene que ver directamente con el desarrollo y el futuro no solo de nuestras familias, sino de nuestro país.
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