La noche del 29 de diciembre de 2001, David Gonzales y su esposa Teresa Monzón observaban cómo el fuego consumía los tres puestos que con tanto sacrificio habían logrado implementar en Mesa Redonda. También veían con impotencia cómo su hijo de apenas dos años, atrapado dentro de una de las tiendas, estaba a punto de convertirse en una de las víctimas mortales de la tragedia, que requirió el despliegue de 440 bomberos. Uno de los voluntarios, que pertenecía a la compañía Rímac 21, pudo rescatar al pequeño de entre las llamas. Este hecho marcó la vida de aquel niño, David Gonzales Monzón, que 19 años después se viste de rojo para salir a salvar vidas en plena pandemia del coronavirus.
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Más allá de las dificultades en su labor como voluntario, estos últimos años no han sido fáciles para David. Su padre falleció de un infarto en el 2019 y este año, el COVID-19 le arrebató a su madre. “Cuando acudí al hospital Loayza para verla, fui testigo de la mala atención que le dieron. La tenían sucia, no le ponían oxígeno, la tenían descuidada. Debido a que reclamé, le dieron una mejor atención, pero ella falleció el 16 de junio a las 11:32 de la noche”, cuenta a El Comercio.
El bombero de 21 años también contrajo el coronavirus y permaneció internado por varios días en la Villa Panamericana. Luego de recuperarse y perder a su madre, se reincorporó al servicio, en el que halló consuelo. “Siento que en la bomba encontré a la familia que perdí. Todos me han brindado su apoyo. Se han convertido en mi familia y eso me hace sentir bien. Me acostumbro más en el cuartel que en mi casa, porque ahí ya no están los que tendrían que estar”, dice.
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David es ahora padre y madre para su hermano menor de 16 años y ha tenido que dejar en pausa sus estudios de Ingeniería de las Telecomunicaciones, en la Universidad Federico Villarreal, para dedicarse a trabajar como paramédico. Él estudiaba en paralelo esta carrera técnica y la logró culminar este año.
“[Perder a mi madre] me ha hecho crecer más como bombero. Mi madre siempre me decía que tome las cosas con más calma, que piense mejor las cosas antes de actuar. Ahora me siento más centrado”, añade.
Centenario de luto
La compañía de bomberos Rímac 21 fue fundada el 29 de julio de 1920 y este año pasó a ser parte del grupo de las compañías centenarias del Perú. Cien años no se cumplen todos los días, por lo que sus integrantes esperaban una gran celebración. Pero la pandemia cambió los planes.
“El día que nuestra compañía cumplía cien años me llamó el comandante Mario Casaretto (jefe de los bomberos de Lima Centro) para contarme que al comandante Hernán Ego-Aguirre lo estaban internando por COVID-19. Me sorprendió porque días antes él había estado en la compañía entregando algunos documentos y era uno de los invitados a presidir la mesa de honor por el aniversario. La falta de oxígeno le arrebató la vida. Falleció en el hospital Rebagliati, la noticia fue muy dura”, cuenta Jorge Nureña, jefe de la bomba Rímac 21.
Nureña recuerda con tristeza que la enfermedad también se llevó a los bomberos Óscar Orellano y José Sánchez, efectivos que habían dedicado más de 30 años al servicio de la sociedad. “Orellano era jefe de la compañía cuando me inicié como bombero, acudí con él a muchas emergencias durante la época del terrorismo. Con Ego-Aguirre pasó lo mismo, era bromista. Pese a que vivía lejos, nunca se olvidó de su compañía”, comenta.
Pese a las pérdidas, la Rímac 21 conmemoró los cien años de su fundación con una sesión solemne encabezada por el ministro del Interior de ese entonces, Jorge Montoya. Ese día los voluntarios se vistieron con el uniforme histórico de la compañía.
Hasta la segunda semana de diciembre, 35 bomberos fallecieron en el país por el coronavirus y 1,600 contrajeron la enfermedad, pero lograron recuperarse, según el Cuerpo de Bomberos. En la compañía del Rímac contrajeron el virus 25 voluntarios y tres de ellos perdieron la vida.
Más incendios que nunca
En marzo, el Cuerpo de Bomberos brindó las directivas de bioseguridad que se debían aplicar dentro de los cuarteles: solo podía haber un máximo de diez agentes dentro de cada compañía. Estos debían permanecer cinco días internados en la bomba, previa prueba de descarte de COVID-19. Además, hasta ahora se sigue desinfectando el cuartel todos los días durante los tres turnos con hipoclorito.
“Pensábamos que las emergencias iban a bajar debido a la pandemia, pero nos hemos encontrado con otra realidad. En estos últimos tres meses hemos tenido que atender cerca de ocho emergencias de grandes proporciones, en años anteriores no sucedía eso en lapsos tan cortos de tiempo”, cuenta Nureña.
En lo que va del año, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Perú ha atendido más de 70 mil emergencias, entre incendios y accidentes en el país.
La compañía del Rímac atendió incendios como el de la fábrica clandestina de zapatos en El Agustino, que ocurrió en setiembre pasado. Además, el incendio en el mercado ‘La cachina’ de San Juan de Lurigancho, en octubre. También estuvieron en los siniestros de la ferretería de Ate y en el Cercado de Lima, en noviembre y diciembre respectivamente.
Nureña indica que durante estos meses han tenido que atender constantes llamadas del personal que requería ayuda. De la mano con la IV Comandancia Departamental Lima Centro, a la que pertenece la bomba del Rímac, se ayudó a varios voluntarios para el traslado de sus familiares a los hospitales y se gestionó la estadía de bomberos contagiados de COVID-19 en la Villa Panamericana
“Quienes cayeron contagiados se han reintegrado al servicio. Es impresionante el afán de los jóvenes”, dice Nureña, que tiene más de 30 años de servicio y dos hijos bomberos.
Cuartel en emergencia
La bomba del Rímac posee cinco máquinas para responder a las emergencias, de las cuales solo tres están habilitadas para brindar servicio: la Máquina 21-1, la Rescate – 21, y una camioneta que usan como unidad de rescate ligera. Necesitan ayuda para reparar un camión cisterna y una ambulancia, las cuáles son primordiales para responder a los accidentes y desastres. El costo total de las reparaciones no supera los S/ 15 mil soles; sin embargo, no reciben ayuda, según su comandante.
“Lo adquirido por nuestra compañía es costeado por nosotros, desde los SOAT hasta la reparación de nuestros vehículos. Hasta la fecha no hemos presentado una sola factura a la Intendencia. Tenemos un hueco enorme en nuestra sala de máquinas, la Intendencia mandó un arquitecto, pero hasta el momento nada, manejan un proceso lento. Mientras tanto, tratamos de estacionarnos en otra posición para que nuestras llantas no se malogren continuamente debido a este orificio”, asevera Nureña.
En los últimos dos años se han graduado más de 50 bomberos y acaban de graduarse otros 21 efectivos. La compañía, indica el jefe de la dependencia, no dispone de equipos de protección personal ni casilleros para estas nuevas generaciones.
Según cuentan, con sus propios recursos han reparado su cuartel y consiguieron pintar un mural para recibir su aniversario. Sin embargo, hacen falta muchas reparaciones. “Nos mantenemos haciendo colectas”, indica el jefe de la centenaria compañía.
Por su parte, Luis Ponce La Jara, titular de la Intendencia Nacional de Bomberos del Perú, entidad adscrita al Ministerio del Interior, señala que en lo que va del año la Intendencia ha recibido más de 20 pedidos para reparaciones de las compañías de bomberos, siendo más grave el caso de la compañía de Magdalena, que debe de reconstruirse. Sobre el caso de la compañía del Rímac dice: “se atenderá lo más pronto posible”.
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El intendente señala que se debe tener en cuenta que en el Perú hay 243 compañías, a las cuales no se les ha hecho ningún tipo de mantenimiento en los últimos años, por eso, muchas de ellas presentan diversos problemas de infraestructura. “Como Intendencia vamos priorizando las distintas refacciones que se tengan que hacer. Hay que tomar en cuenta que la Intendencia tiene cuatro años de creación y un presupuesto limitado. Además, la pandemia paralizó los planes que teníamos en cuanto la reparación de los vehículos”, agrega Ponce.
Ponce además subraya que la Intendencia hizo las gestiones para que los bomberos contagiados de COVID-19 puedan atenderse en la Villa Panamericana, además de diversos centros hospitalarios.
La promoción de la pandemia
Luego de pasar por varios exámenes y una exhaustiva preparación brindada por la IV Comandancia Departamental Lima Centro, 21 aspirantes de la Rímac 21 cumplieron el sábado 26 de diciembre su sueño de graduarse como bomberos voluntarios. La promoción se llama Hernán Ego-Aguirre, en honor al bombero rimense que falleció debido al coronavirus.
“Muchos pensarían que al ser la promoción de la pandemia nuestro curso sería mucho más sencillo, pero no. Si bien nuestro curso ha sido más corto, no necesariamente fue más fácil. Hemos demostrado que el entrenamiento que tuvimos en la compañía sirvió mucho para que no nos choque la instrucción en la IV Comandancia Departamental”, afirma el aspirante Paolo Torres, de 25 años.
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Por su parte, Diana Navarrete, de 17 años, cuenta que a sus padres no les agradaba mucho la idea de que se preparara en plena emergencia sanitaria. “La pandemia nos agarró en un momento en el que necesitábamos hacer prácticas presenciales, pero tuvimos que hallar la manera de aprovechar las clases virtuales por Zoom”, indica.
En tanto, los aspirantes Eduardo Chávez, de 21 años, y Yadhira Zunini, de 18 años, destacan la preparación que les dieron en su compañía. “Somos 21 de la bomba 21, de una promoción cuyo nombre lleva el nombre de uno de nuestros brigadieres. Eso es motivo de orgullo”, indica el aspirante Chávez.
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Bomberos informa que atendieron 161 emergencia en Lima y Callao
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