Se sabía que el 7 de diciembre sería un día importante: el Congreso de la República iba a debatir a las 3 p.m. el tercer pedido de vacancia presidencial, según lo programado. Además, se anunciaron dos marchas para las 2 p.m. en el Centro de Lima, a favor y en contra del ahora exmandatario Pedro Castillo.
Sin embargo, ocurrió lo inesperado. Algunos minutos antes del mediodía, Castillo anunció en un mensaje a la nación la disolución del Congreso, un gobierno de excepción y un toque de queda nocturno, así como la reestructuración del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional y otros organismos.
La incertidumbre ciudadana se acentuó. Las asociaciones que marcharían recién a las 2 p.m. adelantaron sus encuentros y se encaminaron al Centro de Lima. Toda la Av. Abancay se cerró para proteger el Palacio Legislativo. La Plaza de Armas y el Palacio de Gobierno se mantuvieron cerrados desde la mañana.
Mientras la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas anunciaban que no acatarían actos en contra de la Constitución, Pedro Castillo y su familia abandonaban Palacio. Asimismo, en las calles de Gamarra se generaba desorden: entre saqueos y cierre de tiendas. Los visitantes del emporio comercial tuvieron que ponerse a buen recaudo.
En San Isidro, decenas de ciudadanos se movilizaron hasta la Embajada de México, ubicada en la cuadra 7 de la Av. Jorge Basadre, luego de que trascendiera que Pedro Castillo podría pedir asilo a ese país.
Manifestantes en contra del golpe de Estado dejaron estacionados sus autos en la misma vía para evitar que, de llegar expresidente, pudiera ingresar al local. Solo se permitió el tránsito peatonal, de motos y de algunos vehículos. Estas personas se concentraron frente a la embajada, desde donde hacían arengas a favor de la democracia. Incluso cantaron el himno nacional.
URGENTE: Ciudadanos peruanos bloquean el acceso a la embajada de México en Perú ante un posible escape y refugio de Pedro Castillo. pic.twitter.com/ESURAZMHWI
— Agustín Antonetti (@agusantonetti) December 7, 2022
Sin embargo, todo cambió cerca de la 1:30 p.m. cuando los ciudadanos, en las calles y en sus casas, se enteraban por televisión, portales de noticias y redes sociales que el conteo de los legisladores a favor de la vacancia superaba los votos necesarios para ello.
La noticia de la detención de Castillo por parte de la fiscalía hizo que en al menos cuatro distritos de Lima los autos se detuvieran y comenzaran a realizar bocinazos en apoyo de esta medida.
Pasadas las 2 p.m., Pedro Castillo se encontraba ya detenido en la Prefectura de Lima. En los paraderos de transporte público, plazas y calles, el tiempo parecía congelarse, mientras los ciudadanos intentaban entender el repentino cambio de coyuntura.
En menos de dos horas, solo en Twitter se contabilizaron unas 54 mil publicaciones vinculadas a la salida de Castillo. Frente al Congreso de la República, un grupo de ciudadanos que apoyaban al exmandatario –en la marcha previamente denominada La Toma de Lima– empezaron a replegarse, dejando así la Av. Abancay libre para aquellos que estaban en contra del golpe de Estado.
Después de las 4 p.m. las dudas acerca de un toque de queda sin sustento legal se aclaraban, luego de que el Tribunal Constitucional detallaba que no tenía validez.
A las 4:35 p.m., Abancay volvió a congregar a un grupo de personas a favor del recién vacado presidente, y se generó tensión por la presencia de quienes celebraban su vacancia. Una hora más tarde, la misma situación se observaba en la Prefectura, donde ambos bandos se enfrentaron, obligando a la policía a intervenir. Ciudadanos en contra de Castillo eran separados por la policía de aquellos que apoyaban al expresidente.
Mientras tanto, se registraban pequeñas movilizaciones en rechazo a la nueva presidenta, Dina Boluarte, en Arequipa, Huancavelica y Trujillo. En otras ciudades del Perú, la jornada se vivió con tranquilidad.
Con la colaboración de Abby Ardiles, Mathías Panizo, Juan Guillermo Lara y Sebastián Ramírez.