El lunes 30 de noviembre Javier Agustín Rojas Gonzáles se despertó a las cinco de la mañana y fue a correr con su hija menor, Carolina. Como de costumbre, aprovecharon en grabar los ejercicios que usaría en las clases de educación física, que dictaba desde hace seis años en el colegio Sebastián Lorente Ibáñez de Huaycán, y casi hora y media después, retornaron a su casa ubicada en la zona de Morón, en el distrito de Chaclacayo.
Cerca de las 8:30 a.m., un número desconocido llamó varias veces al celular de Javier. Ante la insistencia, el hombre de 63 años, que también se dedicaba al cambio de moneda extranjera contestó y después de un breve diálogo, acordó una cita para hacer una transacción por 4 mil dólares.
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“Le dijeron que eran conocidos de una de sus tías que vive por la zona Cipreses. Debido a la coyuntura, él pensó que era una buena oportunidad. Usualmente, mi papá solo trabajaba con personas de confianza. Él tenía una cartera de clientes”, cuenta Carolina de 21 años, quien escuchó parte de la conversación.
Poco antes de las 9 a.m. Javier metió el dinero en un canguro, se puso un chaleco, en donde guardó sus tarjetas y un extra para realizar pagos, y cargó un maletín. Él debía tomar una combi que lo llevase hasta el lugar acordado, aproximadamente a unos 10 minutos de su vivienda.
Mientras caminaba al paradero, y a tan solo haber avanzado unos metros de su vivienda, Javier se percató de que dos personas, a bordo de una moto, se acercaban a él y le apuntaban con una pistola. “Hay testigos de lo que ha ocurrido y uno de ellos señala que mi papá les dio el canguro con el dinero. A pesar de ello, los delincuentes le dispararon tres veces a quemarropa”, explica Carolina.
El crimen ocurrió a plena luz del día y a pocas cuadras del centro médico de Morón. “Yo lo primero que hice fue correr hasta la posta. Cuando llegaron los doctores ya mi papá estaba muerto”, dice la hija.
Hasta el lugar también llegaron peritos de la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional y agentes de la municipalidad de Chaclacayo. El Comercio pudo conocer que en la zona no existe ninguna cámara de seguridad y que Rojas Gonzáles falleció a poca distancia de uno de los timbres de emergencia instalados por los vecinos de la zona.
“La empresa de telefonía ya nos ha facilitado la información sobre el titular de la línea y el lugar en donde se hizo la llamada. También estamos buscando cámaras alrededor de la zona para poder ubicar la moto que utilizaron los delincuentes”, señalaron los familiares.
Tras lo ocurrido, los vecinos se quejaron sobre los robos constantes y la falta de vigilancia por parte de la municipalidad. “Nosotros tenemos que poner las rejas y organizarnos para evitar robos de celulares o billeteras. Ahora que ya ocurrió una desgracia si vemos que constantemente pasa el serenazgo y hasta se patrulla con policías”, cuenta una de las personas que viven en la zona.
La muerte de Javier Agustín ha abierto una vieja herida en su familia. Hace 10 años, en junio del 2010, su hermano Jesús Emilio Rojas Gonzáles también fue baleado cuando se encontraba cambiando dólares en el Mercado Central de Chaclacayo. En ese entonces, los delincuentes, también abordo de una moto robaron 7 mil dólares al hombre de 48 años, quien falleció camino al hospital de Ñaña.
De los seis hermanos, solo Javier y Jesús se dedicaban al cambio de dólares. Durante años, ellos se hicieron de un pequeño capital y emprendieron el negocio juntos con la finalidad de darle mayores oportunidades a su familia.
Los Rojas Gonzáles descartan que se trate de algún tipo de venganza y desconocen si Javier habría sido víctima de amenazas, cobros de cupos o extorsiones. Sin embargo, sospechan que la misma persona involucrada en el crimen de Jesús pueda tener algo que ver en este lamentable suceso. “Nunca se supo quién fue el culpable, la policía no terminó las investigaciones y el caso quedó ahí. Podría ser que se trate de la misma persona, todo ha ocurrido exactamente igual”, señala German Argandoña, primo de los hermanos fallecidos.
Por otra parte, las hijas y la esposa de Javier han pedido garantías ante la Policía Nacional, ya que señalan que su padre era seguido por personas desconocidas con la finalidad de conocer su rutina y poder robarle su dinero. “Notamos cosas raras en las últimas dos semanas. A él le advirtieron que estaban robando a cambistas, pero no sabemos porqué a mi papá sí le dispararon y lo mataron de esa manera”, señala la hija menor.
El Comercio pidió entrevistarse con la gerencia de Seguridad Ciudadana del distrito de Chaclacayo para conocer detalles sobre el plan de vigilancia y la distribución de cámaras de seguridad en el distrito, pero hasta el cierre de esta nota no obtuvo respuesta.
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