Imagine realizar un viaje de diversión a Europa y que termine por quedarse a trabajar en condiciones precarias, a merced de una empresa que administra todo su sueldo, lo mantiene encerrado en un inmueble y no le permite hablar con nadie. Esto fue lo que le pasó al ciudadano peruano David Salcedo, quien durante casi dos meses vivió una verdadera pesadilla tras ser engañado por una pareja de esposos en Francia.
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David es peruano, pero hace varios años decidió irse a Argentina, donde logró establecerse y desarrollarse profesionalmente, pues ejercía como director de arte y trabajaba en una agencia de manera privada. En pocas palabras, David no tenía una urgente necesidad de salir de Argentina en busca de mejores oportunidades.
A mitad de este año viajó a Austria para estar presente en la boda de, hasta ese entonces, su mejor amigo. Nunca pensó que esa decisión podía darle un vuelco de 180 grados a su vida. “Nunca fue una necesidad para mí salir del país a buscar un trabajo, mi plan era ir y volver”, contó a El Comercio.
En la ceremonia David conoció a la prima del novio, con quien entabló una amena conversación. La mujer (peruana) le contó que junto a su esposo (francés) tenían una empresa en Francia dedicada a la cosecha de frutos y, en seguida, de forma un poco sorpresiva, le propuso que fuera a trabajar con ellos. El trato fue el siguiente: si David trabajaba por el lapso de un año, ellos le gestionaban la visa de trabajo (o residencia) francesa, con lo cual podría quedarse a vivir en ese país y ejercer su carrera.
“Me preguntaron si me gustaba Europa. La mujer me contó sobre la empresa que tenía con su esposo y me ofreció trabajar allí. Me dijo: “Tú trabajas para nosotros un año y te damos la residencia”. Lo pensé, me pareció interesante, ¿a quién no le llamaría la atención? Bueno, hice algunas pesquisas, investigué un poco, y decidí aceptar. Dejé todas mis cosas en Argentina, subarrendé la casa, y decidí quedarme en Europa”, detalló David.
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La trampa de la residencia
Luego de dos meses y medio aproximadamente, David cayó en la cuenta de que había sido engañado. Se percató de muchas irregularidades por parte de sus empleadores. Tenía largas horas de trabajo (cosechando fresas) y constantemente sufría de abusos; sus jefes le gritaban y le daban órdenes con en un tono violento. En varias oportunidades llegó a pensar que iba a ser golpeado.
Mientras tanto, David no tenía conocimiento de cómo iba el trámite de su residencia. Pasó a vivir en una casa de propiedad de uno de los dueños de la empresa. Esta era habitada también por otros trabajadores, todos ciudadanos extranjeros. La mayoría provenía de países del medio oriente y Asia. En este grupo había también algunos peruanos, pero pocos. Todos ellos recibían la misma advertencia: no salir ni hablar con nadie.
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“Se daban muchas irregularidades. No veía ningún procedimiento para tramitar la residencia, al menos, no el establecido. Me pidieron el pasaporte, pero de ahí no me dijeron nada más. No me dijeron en qué estado estaba mi solicitud de residencia. Paralelo a eso, cada vez se me privaba más de la libertad. La casa donde estábamos se ubicaba en la la parte más alejada de Finisterre, la zona más al norte de Francia, que limita con el mar. Estábamos aislados”, sostuvo.
David narró que un grupo de gente que trabaja ahí, que eran familiares de la dueña, trataban de introducir en el resto de los trabajadores la idea de que era mejor no contar la situación por la que estaban pasando, ya que por su condición de “ilegales”, al final iba a resultar perjudicial para ellos mismos.
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“Trataban de generar miedo. En mi caso yo era legal, tenía mi visa de turismo activa aun. El ver que yo hablaba inglés les generaba un problema también. Me recriminaban siempre que no hable con la gente, que no salga. Incluso una vez me dejaron en la calle, cerraron la puerta de la casa, como un tipo de castigo por haber salido”, dijo.
Otro tema que de acuerdo a David daba luces de la explotación laboral y estafa de la que eran víctimas tanto él como los demás extranjeros, era el “sueldo” que tenían. Este no se les entregaba por completo. La empresa descontaba de este el alquiler de la vivienda y luego les daba el dinero justo para poder alimentarse. El resto del salario quedaba en su poder con el pretexto de que lo iban a administrar mejor.
“A ti contratan, te dan un sueldo y luego te debitan la plata del alquiler, que era un 70% de tu ingreso, con lo cual te queda un 30% para comprar comida. No te permitían ahorrar. Lo que hacían era esperar a que te hagas ilegal para luego tú depender de ellos. De ahí viene el tema de esclavitud, porque se genera un circulo del que no puedes salir”, explicó David.
Punto de quiebre
El punto más álgido llegó cuando obligaron a David a firmar un papel arrendatario por un alquiler de la casa en la que estaba, cuestión que sostuvo era completamente ilegal. Indicó que luego de consultar con algunas autoridades le explicaron que el que quiera ir a trabajar a Francia tiene que hacer una solicitud desde su país antes de comprar su pasaje. El hecho de dar, ofrecer trabajo o alquilar una casa era completamente ilegal.
“Entonces, cuando yo descubrí esto, los encaré y les dije que lo que estaban haciendo era ilegal y que hablaría con la policía. Ahí fue cuando dieron el grito en el cielo, se molestaron y entraron a la casa que yo ya había alquilado, que había pagado, me rodearon, me quitaron todas las evidencias que tenía y me echaron. No me dieron el sueldo que me pertenecía”, precisó David.
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Por suerte, David había recolectado algunas pruebas en un drive y hablado con con una ONG que sacó sus copias respectivas. Es así que empezó un proceso en contra de la empresa. Durante este, refiere, también pudo percatarse de varias irregularidades y sucesos que generaban cierta sospecha.
“Llegó un sindicato a tomar mi declaración y nunca más volvió a aparecer. Mandé varios correos, a amigos míos, pero nunca hubo respuesta. Cuando fui a la policía a dar mi declaración un policía se ofreció a mediar entre la gente que yo estaba acusando y yo, cosa que no podía hacer. Había muchas incongruencias”, dijo.
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Otro hecho que le llamó poderosamente la atención ocurrió cuando pudo ver que su declaración había sido alterada de una forma grosera. Pese a que contaba con bastante información de primera mano y datos de la empresa, David se cuidó de no mencionar nombres ni decir que habían otros empleados que pasaban por lo mismo que él. Sin embargo, pudo verificar, al usar el traductor y en un momento de descuido de la policía, que en su declaración figuraba una cosa totalmente distinta.
“A regañadientes tuve que firmar, había mucha presión. Se sentía toda una atmósfera tensa”, señaló.
Una red mucho más grande
Al poco tiempo David conoció a gente que trabajaba en una ONG cuyo propósito era ayudar a extranjeros. Ellos lo pusieron en contacto con otra ONG que cuenta con varios refugios para personas de otros países. Es así que David fue llevado al refugio más importante que existía, sin embargo, lo que por un momento significó una luz de esperanza para él, se convirtió, apenas llegó, en otra pesadilla. “Resultó que la dueña del refugio era la madre del propietario de la empresa para la cual trabajaba. La mujer ya estaba enterada de lo que había pasado y exclamó que no me podían alojar porque había demandado a su hijo”, dijo David.
Según cuenta David, el accionar de esta ONG era el siguiente: ofrecía refugio a todo ciudadano extranjero que no tenía dónde quedarse, pero a cambio, este tenía que trabajar para ellos por un periodo de tres años. Luego de este tiempo evaluaban su desempeño y le “daban” la residencia. Sin embargo, los extranjeros no recibían paga, solo comida. Una vil explotación bajo la fachada de obra social.
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“Esta ONG lo que hace es recaudar donaciones, ropa, juguetes, muebles. Luego, normalmente ponen a trabajar a turistas extranjeros que muchas veces se ofrecen porque su intención es participar en una obra de bien. Limpian y reparan las donaciones. Luego todo esto se vende. Es decir, es un negocio redondo. Tienen cero costos y full ingresos. Ese tipo de negocios hay un montón en ese y otros países”, detalló.
Cansado de toda esta situación, David habló con el Ministerio de Trabajo y contó todo. Se hizo una redada en varias plantas y se encontró a ilegales trabajando. Pese a ello y las evidencias, solo una planta fue cerrada. “El panorama se puso muy tenso y me dijeron que mejor me vaya de Francia porque el tema podría escalar. Ahora me encuentro en otro país de Europa, buscando trabajo de lo que sea. No tendría por qué estar acá, pero dejé mi casa, mis cosas. Estoy vagando por Europa, ahora soy prácticamente un mendigo”, señaló.
Lo importante para David es advertir a la gente, personas que buscan la manera de ir a Europa o que de un momento a otro les llega una propuesta muy atractiva, tanto que resulta muy buena para ser verdad.
“Hay que estar muy alerta a esta clase de engaños, todo el mundo puede caer. Te la pintan de una forma en que si no te das cuenta, antes de que pestañees estás de ilegal en un país a merced de esta gente. Menos mal yo salí a tiempo, menos mal me di cuenta”, expresó.
Algo que también explicó David luego de pasar por toda esta tortura es que obtener la residencia francesa es en teoría algo sencillo. Se puede dar por medio de una empresa, la cual apuesta por un extranjero y le pide al Estado se le facilite la obtención de la residencia para que trabaje con ellos. Esta empresa funge como garante. “Suena fácil, pero en la práctica casi nadie lo hace”, agregó.
David precisó a El Comercio que la empresa para la cual supuestamente trabajó por casi dos meses fue Savéol. Se trata del primer productor francés de tomates y que actualmente viene ampliando su oferta con productos como fresas, pepinos, pimientos y mariscos. Sin embargo, luego conoció que la pareja de esposos son solo miembros de esta empresa y poseen sus propias plantaciones desde donde aportan insumos al principal punto de acopio.
Es decir, son en estas plantaciones donde David y otros ciudadanos extranjeros habrían sido explotados. Indicó que todo fue obra de esta pareja de esposos, que se valían del prestigio que tenía la empresa en dicho país para convencer a los incautos.
Opinión legal sobre el caso
A fin de tener más luces de los delitos que se habrían cometido en contra de David por parte de esta empresa y pareja de esposos, este Diario dialogó con el abogado penalista Aaron Alemán, quien evaluó el caso de acuerdo a lo estipulado en nuestro Código Penal y ciertas consideraciones y similitudes que se dan en la mayoría de países.
Sostuvo que de conformidad con los hechos expuestos, la conducta desplegada por los sujetos denunciados se subsumiría en la comisión del delito de trata de personas agravada, previsto y sancionado en el artículo 129-B del Código Penal, dado que la actividad criminal se efectuó por dos o más personas y, asimismo, existe pluralidad de víctimas, correspondiéndoles una pena privativa de la libertad de hasta por 20 años, conjuntamente con la inhabilitación conforme al artículo 36 del CP.
“En el presente caso, el modus operandi de los sujetos denunciados consistiría en que a través del fraude, engaño y aprovechamiento de una situación de vulnerabilidad de las víctimas, estos las reciben y acogen para poder explotarlas laboralmente, limitándolos de la libertad de movimientos, la retención de salarios, intimidación y amenazas en agravio de los trabajadores”, describió el abogado.
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Alemán precisó que es relevante resaltar que la presente causa debe ser objeto de profunda investigación, pues existen indicios razonables de la posible existencia de una organización criminal detrás de la comisión de estos actos delictivos, con lo cual inclusive se extendería la pena privativa de la libertad hasta los 25 años.
“Finalmente, es menester destacar que al haberse cometido el delito en el extranjero (Francia), y contra un connacional, es de aplicación lo dispuesto en el artículo 2 del Código Penal, esto es que el Estado peruano es competente para poder investigar y sancionar el hecho delictivo, siendo crucial que la justicia peruana pueda solicitar la extradición de los sujetos denunciados en su oportunidad a través de la cooperación jurídica internacional al país de Francia”, resaltó.