Durante este invierno, las temperaturas en la capital han descendido hasta los 9 grados. Las lloviznas y la humedad, que a veces llega al 94%, provocan que la sensación de frío sea mucho mayor. En los bolsones de pobreza urbana, como el cerro El Pino (La Victoria), en donde las familias se cobijan con esteras, maderas apolilladas y techos de plástico o cartón, estos embates son peores.
Vivir en estas condiciones expone a cientos de personas a enfermedades respiratorias y otros riesgos, como los deslizamientos por sismos. La pandemia del COVID-19 es una vulnerabilidad más para estas familias, que también se encuentran hacinadas. En La Victoria, existen 1.219 casas con techos de material precario, más de 250 hogares con pisos de tierra y 869 con paredes inestables y frágiles. Estos predios representan el 5% de las viviendas en el distrito, según el INEI.
Para cerrar estas brechas, la comuna victoriana implementó programas de mejoramiento de viviendas (Piso Digno, Techo Seguro y Mi Hogar). Hasta el momento, estas iniciativas, apoyadas por la Iglesia de Jesucristo de Los Santos de Los Últimos Días, han permitido la construcción de 25 pisos de concreto en hogares pobres y en dos comedores populares.
También se colocaron módulos prefabricados en el cerro El Pino y San Cosme, y 168 techos nuevos para proteger a familias cuyas condiciones de vida, pese a la ayuda, siguen siendo difíciles.