A inicios de abril del 2020, los colegios públicos y privados del país retomaron las clases, a través de la modalidad virtual. No obstante, recién 20 días después de iniciadas estas clases, bajo Resolución Ministerial 093-2020, el Ministerio de Educación (Minedu) dispuso que, para realizar los horarios, los colegios debían considerar que el tiempo adecuado para un niño de inicial a segundo grado de primaria frente a una pantalla no debe ser mayor a una hora; para niños de tercer a sexto grado de primaria no más de 2 horas y en secundaria pueden ser dos bloques de 2 horas cada uno.
Si bien, esto aplica de forma obligatoria para colegios públicos que dictan clases virtuales, para los privados es una recomendación. Un análisis de los horarios de clases virtuales de algunos colegios privados han seguido de diferentes maneras las recomendaciones del Minedu. Sin un plan concreto del Gobierno, algunas instituciones educativas cambiaron los horarios dispuestos para el 2021, pero aún existen colegios que dictan entre 2 a 4 horas seguidas de clases sin descanso.
“Los descansos entre clase y clase, sobre todo si un niño ha estado concentrado durante un tiempo permanente, son fundamentales”, asegura Mariela Tavera, psicóloga del Equipo de Salud Adolescente del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Según explica, el tiempo de descanso permite la recuperación no solo física, sino también mental del menor.
Durante este tiempo, el niño se relaja, descansa el cuerpo, puede hacer una pausa activa como pararse o caminar por su casa. Pero también puede tener una recuperación a nivel mental, ya que no está gastando energía en mantener la concentración y la atención; y no necesariamente está pensando en una responsabilidad o en resolver un problema que tenga que ver con el contenido del curso. De esta manera, el niño puede recargarse de energía.
Tavera asegura que muchas veces se cree que más es mejor y se llena de contenidos y tareas a los niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, en este caso no importa tanto la cantidad, sino la calidad de los distintos elementos que van a contribuir con el aprendizaje del niño.
La especialista subraya que la falta de descanso generará un desgaste no solo a nivel cognitivo, sino también a nivel emocional. “Sus niveles de atención y concentración no serán los mismos después de dos horas, si es que no toma un descanso”, enfatiza Tavera. Mientras más pequeño es el menor, el tiempo que puede permanecer atento a un estímulo se reduce. La consigna es que la hora pedagógica dura de 40 a 45 minutos precisamente porque es el tiempo en el que un niño puede normalmente atender.
Por ello, es importante que el bienestar de los niños siempre esté por encima de la productividad. “Si se está preocupado solo por la productividad, tenemos que pensar que sin bienestar no va a ver una buena productividad ni mucho menos un buen aprendizaje”, explica la especialista quien asegura que la escuela tiene como misión no sólo acompañar académicamente a los niños, sino, por sobre todo, buscar su bienestar integral y eso significa estar atentos a su salud mental.
A esto se añade que, al inicio de la pandemia, se dieron medidas restrictivas mediante las cuales los niños solo podían salir a dar recorridos de una hora cerca a sus hogares. En el caso de los niños desde los ocho años, su mecanismo de contacto o juego con sus compañeros a lo largo del día solo era posible a través de la computadora (videollamadas) o los videojuegos (online).
A la fecha, aproximadamente 7,9 millones de alumnos reciben clases virtuales. De este grupo, 1 millón 398 mil estudiantes son de colegios privados para los que solo es una opción respetar los tiempos de descanso propuestos por el Minedu. Si bien, una nueva resolución ministerial de abril del 2021 enfatizó en que “la atención desde un servicio de educación a distancia no puede adoptar la misma forma de los servicios presenciales”, esta tampoco señala con claridad cómo debería ser una estructura ideal del horario virtual.
Jessyca Sampe, gerente de Educación del colegio Innova School que cuenta con sedes a nivel nacional, señala que ha sido un reto afrontar la modalidad virtual, ya que este cambio se dio de manera abrupta. No obstante, considera importante haber tomado en cuenta los tiempos de exposición a la pantalla recomendados por las autoridades así como por expertos en la materia. “Hemos buscado diseñar horarios que, al combinar trabajo sincrónico y asincrónico, permita que los estudiantes tomen pausas necesarias para el logro de aprendizajes”, asegura.
Según explica, su plan de educación a distancia considera la edad y características particulares en el proceso de aprendizaje de sus estudiantes.
La salud mental de los estudiantes
Sampe también detalla que los niños, niñas y jóvenes han demostrado mucha capacidad de adaptación a esta nueva modalidad de aprendizaje. A pesar de las dificultades generadas por esta crisis sanitaria, se ha podido constatar un importante desarrollo de su autonomía. “Si bien garantizar los aprendizajes es fundamental, el soporte socioemocional ha sido otro de los pilares que hemos priorizado, pero mantener la motivación de nuestros estudiantes en estos últimos meses está siendo cada vez más complejo”, advierte.
En ese sentido, la psicóloga Mariela Tavera menciona que hay escuelas que se han dado cuenta de cómo la salud mental se está viendo perjudicada y han empezado a preocuparse más por el desarrollo y bienestar de niños, niñas y adolescentes. “No se puede avanzar de la misma manera en la presencialidad que en la virtualidad, por todos los cambios que conlleva”, recalca.
Entender las clases virtuales, el encendido de cámaras, la falta de herramientas como celulares y teléfonos y la conectividad son nuevos problemas que trae la virtualidad y que pueden generar frustración en los estudiantes. En el caso de los problemas de conexión, para Tavera es mejor que funcione bien la conexión por menos tiempo a que un niño deba estar todo el día con conexiones interrumpidas que pueden estresarlo mucho más. “El estrés no es un elemento que colabora con el aprendizaje, todo lo contrario, pone al niño en estado de alerta y lo que va a generar a la larga es un desgaste en él”, asegura.
En la actualidad, el riesgo en problemas de salud mental en niños, niñas y adolescentes está incrementado. Un estudio realizado por el Ministerio de Salud y Unicef revela que la tercera parte de los niños se encuentra en riesgo de ocasionar un problema socioemocional. Si bien, no solo la pandemia es la causa, esta ha sido un exacerbante por distintas dificultades que se presentan.
El cambio de rutinas, la adaptación a las nuevas modalidades de educación y a los cambios que han tenido que pasar sus padres, ya sea por inestabilidad social, económica, pérdida de empleo o trabajo remoto, puede haber elevado los niveles de estrés de los niños.
Herramientas de soporte
La especialista de Unicef explica que no todos se han podido adaptar de la misma forma a los retos de la virtualidad que ha traído la pandemia, ya que esta adaptación depende mucho de los recursos con los que se cuenta. Muchos niños y adolescentes, por los tipos de soporte que han tenido en casa y en la escuela han podido también fortalecer sus elementos de resiliencia.
“Los menores están sumergidos en un contexto de cambios, que ha requerido de una adaptación rápida. Cuando uno se tiene que adaptar rápidamente tiene que utilizar muchos recursos”, recalca Tavera, quien asegura que hay niños que están solos y cuya frustración es más grande. En ellos, el estrés que puede generar el tiempo en pantalla se presentará más rápido y puede traer más problemas en su aprendizaje y salud emocional.
Este sábado, un grupo conformado por padres, docentes y organizaciones realizaron una marcha y plantón en exteriores de la sede del Minedu. “Es increíble que se haya abierto todo, menos las escuelas, dijo la representante de Volvamos a Clases Perú.
De 17 países de la región, once han reiniciado clases presenciales, algunos incluso lo han hecho por segunda vez. Solo cinco mantienen la mayoría de sus colegios cerrados o han iniciado clases semipresenciales en un número reducido de sus escuelas.
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