(Izq.) Winternitz nació en Viena en 1906. A los 33 se mudó con su familia a Lima, donde fue adoptado como un compatriota. (Der.) Boceto de 6 x 2,9 metros del vitral que Winternitz elaboró para la iglesia Holy Infant of Prague, de Jacksonville, Estados Unidos.
(Izq.) Winternitz nació en Viena en 1906. A los 33 se mudó con su familia a Lima, donde fue adoptado como un compatriota. (Der.) Boceto de 6 x 2,9 metros del vitral que Winternitz elaboró para la iglesia Holy Infant of Prague, de Jacksonville, Estados Unidos.
Juan Diego Rodriguez Bazalar

“Pero repito/ sin embargo, no entierro la esperanza”. Jorge Villacorta cita de memoria el final del poema “La hora”, de Javier Sologuren. Esos versos, cuenta el curador, fueron capitales para el desarrollo de la obra pictórica del maestro , a quien señala que hay que entender como un artista religioso.

En Europa, durante la primera mitad del siglo XX, Winternitz se perfeccionó en mosaico y vitral, por lo que los trabajos figurativos serían su horizonte. Pero ya en el Perú, país al que llegó con su familia dejando su natal Viena y huyendo de la Segunda Guerra Mundial, encontró un panorama distinto. Jamás dejó de hacer vitrales, pero la pintura se convirtió en su refugio más personal.

“Es en la pintura en donde se reflejan más claramente las urgencias que puede tener como un individuo. Uno que tiene que explicarse y conversar consigo mismo acerca de las cosas que lo atañen como un hombre que es creyente y en circunstancias que escapan al control individual –sostiene Villacorta–. A él le tocó vivir también la época de la violencia interna en el Perú, que es la última década de su vida. Yo creo que es una circunstancia que lleva a una persona como él a preguntarse por qué. Y en la pintura, como proceso de creación artística, hay constante conversión y reafirmación en cuestiones religiosas”.

Hay obras que dan cuenta, según Villacorta, de eso. Una de ellas es “La hora”, que tal como anota el especialista, está inspirada en el poema de Sologuren. “Esas líneas son como una iluminación para Winternitz”, sostiene.

Tríptico “La hora”. Inspirado, según Jorge Villacorta, en el poema del mismo nombre de Javier Sologuren.
Tríptico “La hora”. Inspirado, según Jorge Villacorta, en el poema del mismo nombre de Javier Sologuren.

TÉCNICA MIXTA

“Las horas de Adolfo Winternitz” –cuyo título se deriva de una pintura del austriaco– es la nueva exposición de la sala Luis Miró Quesada de Miraflores. El curador es Jorge Villacorta, quien aprovecha el espacio para hacer conocidas las obras pictóricas del maestro.

“Son obras que no necesariamente habían sido miradas detenidamente –señala Villacorta–. Creo que lo que pasó fue que la fama de Winternitz como vitralista era internacional y realmente notable. Es difícil sacarse de la cabeza la idea del maestro como vitralista y pensarlo como pintor, y como uno muy bueno”.

Villacorta afirma que Winternitz, el pintor, era también notable. “Definitivamente entendió muy bien la diferencia del color en la pintura con respecto al del vitral, y prefirió, justamente por eso, hacer una más opaca y no usar colores brillantes –sostiene–. La suya es una pintura en la que, más bien, se tiene la sensación del color, pero no necesariamente este se declara de manera contundente. Es casi como ver el color que va emanando; eso sugiere una transformación que está pasando ante nuestros ojos y que no termina de pasar. Es una situación visual bastante especial”.

En total, son 20 las obras que se exhiben desde hoy en la sala miraflorina, y a las que se les suman seis bocetos de sus vitrales (cinco de ellos de pequeño formato y uno que mide 6 x 2,9 metros), que son acompañados por fotografías de los lugares en los que fueron expuestos.

Una de las piezas que más llaman la atención es “Presagio”. “Es muy potente –describe el curador–. Se trata de una obra estructurada que, además, tiene un elemento flotante en ocres y naranjas, sobre un fondo que es como verde o turquesa intenso”.

Detalle de la obra “Presagio” ( 1975 ), en donde el rojo se alza sobre un fondo turquesa intenso.
Detalle de la obra “Presagio” ( 1975 ), en donde el rojo se alza sobre un fondo turquesa intenso.

A primera vista, las obras parecen óleos sobre lienzo, pero Villacorta advierte que no. Él cuenta: “Yo también estaba convencido de que habían sido hechas con ese material, pero no es así. Óleos son solo los autorretratos, pero la mayor parte de las obras –salvo las más antiguas que son del año 37, 38 y del 40, las del pintor con su familia en el taller o una natividad–, las de los 70 en adelante, son técnicas mixtas. Él preparaba, con tierras de color, sus propios pigmentos, usando aglutinantes distintos”.

LEGADO

Adolfo Winternitz es, sin duda, una de las piedras angulares del estudio de la plástica moderna y contemporánea en el Perú. Reconocido con las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta y con la Orden El Sol en el grado de Comendador, él dejó un legado que fue fundamental para el desarrollo de las artes en el Perú. Solo así se puede entender que exista una medalla con su nombre (que reconoce el aporte a las artes nacionales y la trayectoria del artista).

En esta peculiar casa, ubicada en el jirón Virú del Rímac, se resguarda la obra de Winternitz.
En esta peculiar casa, ubicada en el jirón Virú del Rímac, se resguarda la obra de Winternitz.

Winternitz –fundador de la Facultad de Arte de la PUCP– partió hace 28 años, un 17 de junio, pero jamás dejó de estar presente. Esta exposición así lo demuestra.

MÁS INFORMACIÓN

Lugar: sala Luis Miró Quesada. Dirección: Av. Larco 450, Miraflores. Horario: de lunes a domingo, de 10 a.m. a 10 p.m. Temporada: hasta el 12 de abril. Ingreso libre.

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