Uno pensaba que íbamos a recibir el Bicentenario de la Independencia como una celebración, con el optimismo con el que se participa de un evento amable. Sin embargo, visto lo visto, luego de pensarlo bien y escuchar a los especialistas, está claro que llegamos a los 200 años de vida republicana como la empezamos: con inestabilidad, exaltado conservadurismo, miedo y desconfianza para quien propone un cambio. En la muestra “Que nuestra Patria vuelva a ser”, recientemente abierta en la galería del Paseo de Miraflores, el artista visual cuelga de la vitrina su obra “Millones de soles” (así, con enmendadura), representaciones del Sol que aparecía en nuestra primera bandera, realizadas en cobre y bronce en colaboración con el artista tradicional Pachacutec Huamán. Imaginemos cuantos peruanos que en 1821 aún deseaban ser súbditos de España pudieron considerar aquellos soles brillantes como amenazantes símbolos de cambio.
Para Miguel Aguirre resulta terrible reconocer que el Sol, elemento fundamental para la vida y divinidad para la sociedad precolombina, pudiera haber significado, hace 200 años, apocalíptica señal para la sociedad más conservadora. “Parece que esa es nuestra idiosincrasia hasta hoy”, lamenta. Una herencia que aún nos vincula con el Perú como centro del virreinato, y Lima como su capital. No por nada fuimos el último bastión conservador y monárquico. “200 años después, en esta coyuntura política, a mucha gente le espanta nuestro nuevo presidente. Pienso que mucho de ese miedo parte de una cuestión no razonada, de un sentimiento que quizás esté allí depositado por siglos”, advierte.
Así, en el mes del Bicentenario, finalizado un proceso electoral complejo y que reveló enfermedades del alma como el racismo y el clasismo, Aguirre propone en esta nueva muestra profundizar en los términos de Patria y Nación, y resolver, a través de la plástica, lo que en términos políticos parece irresoluble.
Me explico: en “Representación 2021 (escaños). La armonía se producirá únicamente en este tríptico de mediano formato” (2021), una de las obras de la muestra, lo que hizo el artista fue, calculadora en mano, cuantificar visualmente las dimensiones de las representaciones políticas del futuro Congreso. Curiosa forma de armonizar la dispersión política del Legislatico al interpretarse en el lenguaje del arte geométrico.
Aguirre lo explica: “Me pareció un juego entretenido hacer matemática simple y asignar a los partidos políticos un lugar en el espacio del cuadro, representados como rectángulos”. En sus lienzos, los colores representan la cantidad de curules conseguida por cada agrupación política: morados, naranjas, rojos, negros, amarillos, etc, siguiendo la paleta asignada por la propia página web del Congreso de la República. Este juego conceptual, como señala el artista limeño, nació de la necesidad de, en un momento de crisis, proponer a la pintura como un bastión de armonía. “Todo es tan caótico, confrontado, desordenado, que, quizás, solo en el plano pictórico, los partidos políticos podrían encontrar un equilibrio. Basándome en esa información, pensé que en el plano pictórico la armonía podía ser posible”, explica.
“Puede sonar muy naif y romántico, pero en estas piezas está el deseo de que, en esta nueva etapa, el Congreso resulte un poder eficiente. Que nos haga pasar las vergüenzas que hemos constatado hasta hace pocos días”, dice Aguirre.
Una muestra nacida del diálogo
Resulta absolutamente coherente en una exposición que reflexiona sobre un país que, cumplido el Bicentenario es capaz de recuperarse de sus múltiples crisis, la mayoría de las obras expuestas nazca del diálogo entre uno de nuestros más reconocidos artistas contemporáneos y nuestros destacados artistas tradicionales. “Si bien en el contexto en el que estamos el diálogo adquiere muchísimo sentido, siempre he apostado, desde mis primeros trabajos en colaboración, por beneficiar la obra con el aporte de otros talentos. Es algo que tengo clarísimo”, afirma Aguirre.
Es por ello que el pintor puede presentar piezas desarrolladas en medios tan distintos como el tejido, el mate, o las piezas escultóricas, aprendiendo permanentemente de las experiencias de artistas tradicionales como Elvia Páucar, tejedora de San Pedro de Cajas (Junín) con la que viene trabajando una década, el escultor cusqueño Pachacutec Huamán o el maestro artesano huancaíno Pedro Veli.
Una muestra como “Que nuestra patria vuelva a ser” nos sugiere una fe y optimismo. ¿Como mantenerlo en tiempos de tanta división? “Es una tarea titánica, algo muy difícil” reconoce el pintor. Sin embargo, para él ha llegado el momentos en que muchos han decidido proponerse que las cosas vayan bien para todos en el futuro inmediato. “Han sido meses de confrontación, de choque, de insultos y mentiras. Todo lo negativo en política se multiplicó en estos tiempos. Y eso agota. Puede que sea ingenuo o romántico, pero el Bicentenario puede ser el pretexto para desear salir de este lodazal en el que estamos. Quizás no tengo nada que respalde esta esperanza, quizás sea cosa de proponernos desear que las cosas empiecen a mejorar”, añade.
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