GABRIELA MACHUCA CASTILLO
Eugenio Derbez tiene dos celulares, uno para cuando está en Estados Unidos, y otro, para cuando pasa sus días en México. El no creerse todavía el muy-muy después del alucinante año que fue para él el 2013 se nota al oír el mensaje que grabó para la contestadora de voz del primer teléfono. En inglés se identifica claramente y dice que si no te ha podido responder, lo ubiques en el segundo. A continuación, hace algo que podría ser hasta impensable para cualquier hijo de vecino: te dicta el número completo. Sin secretismos, ínfulas o presunciones. Cuando finalmente das con el célebre comediante mexicano, reparas que es así: accesible, sencillo, amable hasta la médula.
El manejo de los aparatos es también la alegoría de una carrera que con mucho esfuerzo está entre dos mundos, el hispano y el estadounidense. Su filme “No se aceptan devoluciones”, que acaba de estrenarse en el Perú, ha sido el gran proyecto de una trayectoria que tiene varias décadas haciendo reír, y que además ha pasado con éxito por la televisión y el teatro. La escribió, dirigió y protagonizó y le tomó más de una década ponerla en las salas del mundo con resultados estratosféricos. Ha sido la película hispana más vista en la tierra del tío Sam en todos los tiempos, la segunda en la historia del cine de México y la primera latina en ser nominada a los muy gringos People´s Choice Awards, entre otros récords. La historia de un gigoló charro que súbitamente tiene que hacerse cargo de una hija con una americana, y su posterior lucha por conservarla, se ha clavado hondo en el corazón y el aplauso de la gente. A Somos le explica por qué.
Ha dicho que no esperaba un éxito de esta dimensión. ¿A qué le atribuye la enorme acogida de la película?
Me tardé 12 años en escribir el libreto, junto a otras dos personas. Primero analizamos qué tipo de cine latinoamericano se estaba haciendo. Yo sé que parece irreal (se ríe), pero hacía como encuestas para saber qué iba a ver la gente y qué conectaba mejor con ella. Luego nos dimos cuenta de que muchas veces el libreto no estaba cuidado. También que muchos filmes latinos eran muy violentos, puro narcotráfico, desnudos droga, sexo, muerte. Entonces advertimos que había una carencia de películas familiares, que todos pudieran disfrutar. Pero yo no solo quería que fuera una comedia, porque esta no se queda necesariamente en el corazón de la personas. Y yo quería eso, que tocara el corazón. Todo esto que te cuento lo metimos en una licuadora y creamos una historia muy bien escrita...
¿Solo fue por el guion que tardaron 12 años?
Y porque no teníamos quién nos la financiera. Era cara. En lo que conseguíamos el dinero rescribíamos y rescribíamos y rescribíamos para que la historia estuviera en su punto. Entonces el cuidado en todo, el que fuera familiar y el que pudiera competir con cualquier libreto de las películas americanas le dio mucha solidez al proyecto. No está pensada solo para latinos, sino para que pueda exhibirse en el mundo entero.
El filme se estrenó en setiembre en Estados Unidos y México. Ha comentado que el éxito durante las primeras semanas fue tal que terminó por abrumarlo. Que se dio cuenta que lo buscaban por interés, que los managers que había perseguido por años en Hollywood ahora sí le contestaban las llamada … ¿Cómo ve eso más a la distancia?
Sí, el primer sentimiento fue de tristeza, más que de gusto. Me di cuenta cómo la gente cambia con el éxito ajeno, cómo todo el mundo quiere acercarse a ti cuando antes no te ‘pelaba’. Ya no. Las cosas se han ido asentado. Un poco a la distancia veo que la película definitivamente catapultó mi carrera más allá de lo que esperaba, y que ahora que estoy en una mejor posición no hay que olvidar ponerse en los zapatos del otro, ya sea con los que están arriba como con los que están abajo. Yo he podido ser uno de los que busca a alguien por apoyo para que mi película salga, uno de los que hoy me busca a mí para algo similar. Asimismo entiendo mejor a los que no me contestaban. Yo, solo porque tengo muchísimo trabajo y por ninguna otra razón, podría estar ignorando a personas que mañana tendrán un gran éxito. Ha sido una montaña rusa de emociones. Ahora entiendo a todos mejor.
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