“No sé quién eres. No sé qué quieres. Pero si no liberas en este momento a mi hija, te buscaré, te encontraré y te mataré”. Es posible que la famosa advertencia que Liam Neeson lanza por teléfono al autor del rapto de su hija haya hecho desistir a más de un secuestrador en el mundo. O al menos hacerlo pensar dos veces antes de perpetrar su fechoría. La escena pertenece a "Búsqueda implacable" (2008), primera parte de la trilogía de acción que se ubica entre las más populares películas con esa temática: secuestros, rehenes, recompensas e investigaciones. Ejemplos hay varios, y también los estilos, enfoques, etc.
Entre lo más interesante que se ha hecho en los últimos años al respecto está "El culpable" (2018), cinta danesa que se estrena mañana en la cartelera peruana. Dirigida por Gustav Möller, "El culpable" cuenta la historia de un oficial de policía que, suspendido de forma temporal, debe conformarse con trabajar como operador de un servicio de emergencias. Una labor menor para su gusto, que él siente como un castigo por lo rutinario y gris. Sin embargo, su situación se alterará cuando, durante su guardia nocturna, reciba la llamada de una mujer alterada, que reclama ayuda porque ha sido secuestrada. Punto de tensión en el que la película se dispara.
Lo innovador del filme de Möller es que ambienta sus 85 minutos de metraje dentro del departamento de policía donde trabaja el protagonista. Una centralita telefónica en apariencia fría, inactiva, pero desde la cual el policía deberá diseñar su plan de rescate. El terror, como es de suponerse, está en lo que nunca vemos en la pantalla, en la voz del otro lado de la línea del teléfono. Arriesgada propuesta que incrementa la sensación claustrofóbica de la película y que deriva en que toda la tensión dramática se vuelque sobre los hombros de Jakob Cedergren, el actor protagonista, cuyo papel ha recibido los mayores elogios de la crítica especializada.
SE BUSCA
Ha sido tal el inesperado éxito de "El culpable" que Hollywood ya anunció un próximo remake, que tendrá como estrella a Jake Gyllenhaal. El actor ya tiene experiencia buscando secuestradores en la ficción, pues en 2013 hizo lo propio en "La sospecha", notable película dirigida por Denis Villeneuve. Allí hay otro ejemplo de obra que logra darle una vuelta al subgénero y elevar más allá de su estatus de cinta de acción. Está demostrado que siempre se puede ir más allá del cliché.
Sin ánimos de abarcarlo todo, podemos mencionar algunos trabajos de interés sobre secuestradores y secuestrados. En "¡Átame!" (1989), Pedro Almodóvar logró trazar una comedia a partir de la perturbadora historia de una actriz (Victoria Abril) secuestrada por uno de sus admiradores (Antonio Banderas). El resultado es un particular relato sobre obsesiones enfermizas, aunque filmado con tal derroche de gracia y estilo que no es difícil empatizar con sus protagonistas.
El llamado síndrome de Estocolmo (fenómeno psicológico en el que la víctima de un secuestro sostiene un fuerte vínculo afectivo con su captor) es más común de lo que la lógica podría hacernos esperar. Y Clint Eastwood lo retrató magistralmente en "Un mundo perfecto" (1993), que cuenta la historia de Butch Haynes (Kevin Costner), un convicto en fuga que toma como rehén a un niño de ocho años. La situación empezará a distorsionarse cuando la huida se convierta en una aventura en la cual el criminal y su víctima desarrollan una relación profundamente emotiva. Obra maestra.
Más recientemente nos sorprendió "La habitación" (2015), de Lenny Abrahamson. En ella, Brie Larson interpreta a una madre confinada en una pequeña habitación por su captor. Lo curioso es que comparte su encierro con su pequeño, quien nació en el lugar y nunca ha salido al exterior. La aterradora situación la llevará a tratar de normalizar su secuestro y, al mismo tiempo, planear su escapada con el mínimo detalle. La primera mitad de la película es claramente superior a la segunda, pero no deja de perder interés.