Esta nota se publicó originalmente el 25 de agosto de 2020, cuando Sean Connery cumplió 90 años. El icónico actor británico falleció el 31 de octubre de 2020.
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Sean Connery. O Thomas Connery, hijo de un conductor de camiones y de una empleada de limpieza. Nacido en un barrio humilde de Edimburgo un 25 de agosto de 1930, dejó la escuela para trabajar de repartidor de leche, de chofer, de jornalero, de albañil, de pulidor de ataúdes. Como modelo, posaba desnudo por 15 chelines la hora en una academia de arte. Ocupó el tercer lugar en el concurso Míster Universo, y de su paso por la Marina conserva dos tatuajes, uno dedicado a sus padres y el otro a Escocia. Pudo fichar por el Manchester United, pero tomó el camino de la actuación, primero como tramoyista, luego como extra en el King’s Theatre antes de tentar papeles en televisión y cine. Y, por fin, encarnar a James Bond. Papel que más tarde odiaría, pero que lo convirtió en un ícono de la cultura pop.
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El personaje creado por Ian Fleming transformó la frustración de hombre pasivo de posguerra en la irresistible ilusión seductora de un macho alfa. Para Clemencia Ferreyros, directora del Centro Cultural Británico, es “Dr. No”, la primera película de Bond, la que sentó las bases para el desarrollo del personaje y de la serie en general, con su característico humor inglés y sensualidad, su acción trepidante y villanos sin fracturas. “Pero lo irresistible es la forma tan particular de Connery de no tomarse en serio, una especie de ‘cool’ glamoroso, pero irónico e ingenioso”, señala.
Coincidiendo con ella, para el periodista y escritor Hugo Coya, ya en esta primera entrega de la saga, Connery coloca una vara muy alta para sus sucesores. “Construye un personaje cruel, seguro, astuto, poseedor de una gran dosis de humor que torna la muerte espantosa de sus enemigos en algo risible, superando al personaje de las novelas”, explica.
El crítico Isaac León reparte cartas y amplía las opciones: “Yo creo que Connery se va definiendo como Bond en los tres primeros filmes, “El satánico Dr. No”, “El regreso del agente 007” y “Goldfinger”, en tanto que en ellas se perfila con claridad tanto el juego escénico del actor como los rasgos que lo tipifican en el personaje. En esas tres primeras películas Connery se inviste como el mejor James Bond que haya aparecido en la pantalla”, afirma.
Después de Bond
“Cuando me veo sobre la pantalla en el papel de Bond me dan ganas de reír. Espero de todo corazón que no exista un tipo como él”, señaló en una entrevista el actor que hoy cumple 90 años. La actriz Mie Hama, nipona chica Bond en “Solo se vive dos veces”, diría de él en una de sus raras declaraciones: “Me gusta Sean Connery-san. Pero no me gusta James Bond. Bond es un ‘playboy’. Connery san tiene un corazón cálido”.
Un corazón cálido que pudo mostrar tras jubilarse del Servicio Secreto. El crítico y docente Christian Wiener nunca fue un seguidor de la saga del personaje creado por Ian Fleming, aunque reconoce a Connery como el actor ideal para representar ese estilo pop alivianado, con sus formas británicas para el ‘bon vivant’ y rudeza escocesa para la acción. Wiener celebra que Connery no se encasillara en el papel del 007, lo que le permitió desarrollar una espléndida carrera como actor, “incluso con una vejez y sabiduría prematura, como la que exhibió en el tercer capítulo de la saga de ‘Indiana Jones’ o ‘Los intocables’”, afirma. Sin embargo, de los muchos roles que le tocó representar, el crítico se queda con “El hombre que sería rey” (John Huston, 1975 ). “Es la elegía del mito colonial y su debacle, así como un relato de aventuras que, como los viejos cuentos de infancia, sigue creciendo en la imaginación”, dice.
Hay Connery para todos
¿Qué película de Sean Connery resulta ser la más memorable? Difícil decirlo, pues, como matiza el escritor Gustavo Rodríguez, depende de la edad y contexto de quien la responda. Para los ochenteros como él, allí está el sargento Malone de “Los intocables”, el capitán Ramius de “La caza del octubre rojo”, o el fraile Guillermo de Baskerville en “El nombre de la rosa”, un sacerdote detective, sin armas ni reina, una “antítesis de James Bond”, como nos señala la escritora Jeniva Fernández, para volver al inicio de una leyenda, desde hoy, nonagenaria.
La película en que Connery define a James Bond
“El satánico Dr. No” (Terence Young, 1962)
Gustavo Rodríguez, escritor: “El primer traslado de un personaje de papel a la pantalla no tiene que ser el definitorio, como ocurrió con Supermán a fines de los años 40, pero fue para refutar totalmente esta idea que se filmó “Dr. No”. Matar con refinamiento y seducir con elegancia son cualidades que Sean Connery marcó de manera naturalísima y para siempre en el imaginario universal. Borges prefería a Quevedo sobre Cervantes, pero sí reconocía que Quevedo jamás le legó al mundo un Quijote: el Bond que Connery legó al mundo se forjó en esta película”. Si los memes hubieran aparecido en los años 60, la mitad de ellos tendrían imágenes de ella, incluyendo la de Ursula Andress en bikini blanco”.
Hugo Coya, periodista: “Tiene tanto éxito que algunos gestos se vuelven un sello indeleble. La escena del Doctor No en el casino cuando le preguntan por su nombre, enciende un cigarrillo, responde con la música de fondo y mirada encantadora: “Bond. James Bond” hace que repita en las próximas películas del OO7 con diferentes matices”.
“Goldfinger” (Terence Young, 1964)
Miguel Ildefonso, escritor: “Aunque me gusta Dr. No, la película donde Connery define al agente seductor, elegante y audaz, creado por el escritor Ian Fleming, es en Goldfinger de 1964. Su gusto por los coches, por ejemplo, los que, con los gadgets, se convertirán en parte de su sex appeal, que ni Pussy Galore pudo resistir. Lo bizarro y el glamour se mezclan en esta película de sombreros que cortan cabezas, bellas mujeres pintadas de oro, rayos láser capaces de matar a Bond seccionándole la parte del cuerpo que para él vale más que oro. Por cierto, fue la primera película 007 que ganó la cotizada estatuilla del Oscar”.
Jeniva Fernández, escritora: “En “Golfinger”, Sean Connery realiza para mí la mejor representación de James Bond. En este filme, el actor escocés luce seductor, intrepido, machista, ingenioso e invulnerable (salvo en la antológica escena del rayo que apunta a sus genitales), y todo ello sin nunca despeinarse”.
“Nunca digas nunca jamás” (Irvin Kershner, 1983)
Jennifer Thorndike, escritora: “Never Say Never Again. Esta película me parece muy importante porque la historia muestra un Bond mayor, en la segunda etapa de la adultez, lo cual sugiere que no es necesario tener actores o personajes jóvenes en roles de acción para que una película funcione. Connery muestra un Bond humano y emocional, lo cual aporta mucho a que el personaje más maduro y reflexivo, pero siempre intrépido y atrevido, termine de convencer y compenetrarse con la audiencia”.
Claudio Cordero, crítico de cine: “Por razones de nostalgia, escojo la primera película de 007 que vi con Sean Connery, sin imaginar que era la última vez que lo veríamos encarnando al personaje que lo hizo mundialmente famoso. A esas alturas de su carrera, Bond necesitaba a Connery más de lo que Connery necesitaba de Bond, así que, pese a su previo juramento de nunca volver a interpretar al espía creado por Ian Fleming, Connery se puso a las órdenes del director Irvin Kershner para despedirse de Bond por todo lo grande. El resultado es un divertimento tan ligero como divertido, una pequeña lección de seducción”.
Los expertos opinan: la película de Sean Connery más memorable
“La Ofensa” (Sidney Lumet, 1973)
Claudio Cordero, crítico de cine: “A lo largo de su carrera, Connery trabajo con algunos de los grandes maestros del cine, pero ninguno de ellos sacó provecho de su talento con mayor consistencia como lo hizo Sidney Lumet en cinco largometrajes. La colaboración inició espléndidamente con ‘The Hill’ (1965), pero fue la segunda película que hicieron juntos en Inglaterra, un oscuro thriller llamado ‘La Ofensa’ (1973), la que mejor exhibió todo lo que Connery podía ser en la pantalla grande, no sólo como estrella sino como actor de carácter. Haciendo de un policía trastornado, Connery adquirió una presencia física amenazante, un aura siniestra, la careta de una patética soledad”.
“El Hombre que sería Rey” (Richard Lester, 1975)
Alonso Cueto, escritor: “Tengo varias películas preferidas, entre ellas “Los Intocables” y “Robin y Marian”. Pero si tuviera que elegir una me quedaría sin duda con “El Hombre que sería Rey”, la historia de un viajero que se encuentra con un reino en el otro lado del mundo y lo asume con consecuencias trágicas. Su gran amigo Michael Caine lo acompaña en esta aventura. El final de la película, cuando le pide disculpas de un modo elegante y discreto a su compañero, frente al abismo, es una de las maravillas de esta película de John Huston. Por supuesto que allí también está Rudyard Kipling”.
Peter Elmore, escritor: “Como todo el mundo sabe, Sean Connery es el OO7 por excelencia, pero no es como James Bond que ha dado lo mejor de sí como actor, sino en El hombre que sería rey, una de las últimas obras maestras de John Huston. El par que forman él y Michael Caine es excepcional en esa historia de dos pícaros que llegan a Afganistán. El personaje de Dravot ..el que hace Connery-- es cómico y es trágico. Connery demuestra su maestría y su versatilidad al construirlo. La escena en la que debe realizar la hazaña imposible de cruzar un puente de soga es inmejorable: toda una gama de emociones y registros-- se expresan en el rostro de un actor que es, claramente, dueño de su oficio”.
“Robin y Marian” (Richard Lester, 1976)
Isaac León, crítico de cine: “Connery interpreta a un Robin Hood que regresa avejentado de las cruzadas, pero mantiene con fuerza el impulso guerrero y al mismo tiempo vive una intensa historia de amor con Marian (Audrey Hepburn), que durante 20 años lo ha esperado en un convento. Un Connery maduro que combina la energía física y la pasión amorosa”
“El Nombre de La Rosa”, (Jean-Jacques Annaud, 1986)
Jeniva Fernández, escritora: “Connery compone un personaje más cercano a la realidad, con un Guillermo de Baskerville maduro, acucioso, perspicaz que se sumerge el oscuro ambiente de la abadía con la única arma de su inteligencia para dar con el asesino. Baskerville es la antítesis de Bond”.
“Los Intocables”, (Brian de Palma, 1987)
Clemencia Ferreyros, directora del Centro Cultural Británico: “Su interpretación de Malone sobresale en una gran película con un envidiable grupo de actores – su personaje es un hombre pragmático, de los que creen que el fin justifica los medios y que empieza como el perfecto contraste para el recto Eliot Ness, a quien poco a poco va llevando a su forma de pensar: ¿Quieres saber cómo atrapar a Capone? Ellos sacan un cuchillo, tú sacas una pistola. Ellos mandan uno de los tuyos al hospital, tú mandas uno de los suyos a la morgue. ¡Así se hace en Chicago!”.
Hugo Coya, periodista: “Difícil escoger tan solo una. Pero me quedaría “Los Intocables”. Con su papel como un policía irlandés, donde se adueña por completo de todas las escenas en las que aparece. Logra que el público sienta como si fuera él, cumpliendo una de sus mejores interpretaciones: paternal, triste y dulce.
“Descubriendo a Forrester” (Gus van Sant, 2000).
Miguel Ildefonso, escritor: “Es la película en donde un escritor nostálgico de mi edad puede identificarse tanto con Jamal, el aprendiz de escritor, como con el personaje de Connery, William Forrester, un escritor famoso pero retirado de la vida social, que ni sale de su departamento en el Bronx. Buen papel para el viejo galán escocés, inspirado en uno de mis héroes: JD Salinger. Es una película que suelo recomendar a mis talleristas”.
Jennifer Thorndike, escritora: “Finding Forrester de Gus Van Sant. Esta película me parece interesante porque el conflicto ya conocido del escritor recluido que deja de escribir no se traduce un conflicto personal que atormenta al personaje. Por el contrario, muestra cómo el escritor maduro se convierte en maestro y se compromete a ayudar al joven brillante con gran talento para convertirse en escritor, cediendo la posta a las generaciones futuras. A pesar de que no escribe, su literatura sigue viva a través de sus enseñanzas”.
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