Medio siglo de afilada elegancia. De luminosa belleza, haciendo honor al nombre de Umā, como también se conoce a la diosa hindú Párvati. A los 15 años, Uma Thurman dejó colgada la escuela para entregarse al cine: En 1988 su debut tuvo irregular suerte en la insignificante “Johnny Be Good” (1988) con Robert Downey Jr, en el fracaso de “Las Aventuras del Barón de Münchausen” de Terry Gilliam y en “Relaciones peligrosas”(1988) donde le costó destacar tras Glenn Close y Michelle Pfeiffer. Tendría que llegar Quentin Tarantino para que brillara encarnando a Mia Wallace, la esposa del jefe de la mafia, que tras vencer en un concurso de baile esnifa la heroína de John Travolta en “Pulp Fiction”, allá por 1994.
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No es gratuito fijarse en el nombre divino de la actriz para reflexionar sobre los milagros de su trayectoria. Como destaca Kathy Serrano, Uma Karuna Thurman, además de su nombre y porte de diosa, es también una valiente amante del riesgo. “Ella atraviesa las pantallas con su mirada fiera, con sus movimientos sutiles y sensuales”, cuenta. Para Vanessa Saba, su atractivo es provocador: “No se trata de una belleza clásica o usual. Es muy alta, de pies grandes y de cara extraña. Se trata, más bien, de una belleza desafiante”.
Nacida en Boston el 29 de abril de 1970, Thurman es heredera de una familia de notables: hay una estatua dedicada a su abuela, una baronesa sueca, en la ciudad portuaria de Trelleborg. Su madre, Nena von Schlebrügge, ex modelo y hoy psicoterapeuta, tuvo una notable carrera en el cine nórdico a mitad de siglo XX. Robert Thurman, su padre, profesor de religiones orientales en la Universidad de Columbia, es el primer occidental ordenado monje budista tibetano.
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Cuando Tatiana Astengo descubrió el trabajo de la actriz en “Relaciones Peligrosas”, donde interpretaba a la virginal Cécile de Volanges, seducida por un aristócrata francés, fue una revelación: “Uma trabajó duro para que jamás la consideraran “la princesita” del estudio. Por el contrario siempre apostó por las emociones fuertes, arriesgando y demostrando versatilidad, con la valentía suficiente para interpretar roles sangrientos, violentos y sexys”, afirma.
UNA ACTRIZ CON FILO
Tras el éxito de Pulp Fiction, Thurman alcanzó una popularidad envidiable para sus colegas de generación. Como señala Wendy Vásquez, la hoy cumpleañera destaca por mostrar un erotismo combinado con la ingenuidad y la pureza, al que puede sumar también juego, picardía, odio y sed de venganza. “Siempre alejada de sus zonas cómodas y de los éxitos seguros, ha elegido personajes que la retaban sin importar si eran películas independientes o comerciales”, señala. “Thurman es una mujer inteligente, que conoce bien los regalos que le han dado los años, que huye de la prensa y el escándalo. Supo transformar sus tempranos complejos físicos en una valiente vulnerabilidad y un potente desparpajo”.
Para su colega Alejandra Guerra, lo que caracteriza a la musa de Tarantino es su capacidad de explotar su lado anárquico. “Siempre he admirado su capacidad de poder probar cosas nuevas y entrar en campos desconocidos”, afirma. Por su parte, a Magali Bolívar le fascina la fuerza de sus interpretaciones, en algunos casos de manera explícita y en otros contenida, como una explosión interior. “Sus personajes, en su mayoría, son mujeres resilentes y fuertes, frías o ardientes, siempre valientes y guerreras”, señala.
En el 2003, la popular popularidad se convirtió en ícono cultural cuando Tarantino le ofreció el protagonismo absoluto en “Kill Bill”. “Allí, Thurman demostró ser una mujer con cojones”, alade Alejandra Guerra. “Disfruto tremendamente verla como una mujer que va con todo, con la libertad de quien vivió una tragedia en su vida y que no tiene nada que perder. Eso es inspirador”.
Vanessa Saba piensa parecido: “Una mujer a la que le hacen de todo y que es capaz de levantarse para darle su merecido a todos, es especial. Siempre hemos visto a justicieros masculinos, pero no tanto a mujeres en ese papel”, dice.
De este amor profesional entre actriz y director se espera una tercera parte de la saga, que el cineasta pretende rodar cuando terminen los tiempos virulentos. Para Urpi Gibbons, cuando hace dupla con Tarantino, Thurman inspira el empoderamiento femenino: “Allí ella concibe la idea de una mujer capaz de todo, sin dejar de ser femenina y sexy, con derecho a sentir impulsos tradicionalmente otorgados a los hombres, como la rabia o la venganza”, afirma.
LA VIDA PRIVADA
Hoy libre de compromisos, Uma cuenta con tres matrimonios en su registro civil. El primero, con el actor Gary Oldman, de solo dos años de duración. El segundo, con el también colega Ethan Hawke, padre de sus hijos Maya y Levon, que duró siete años. La pareja se separó en 2004 cuando la actriz le descubrió al protagonista de “Antes del Amanecer” un ‘affaire’ con la niñera. Luego llegaría Arpad Busson, financiero francés con el que en 2012 tuvo a su última hija, Rosalind Arusha Arkadina Altalune Florence, o simplemente “Luna” para los amigos. La historia con Arpad Busson terminó dos años después.
Como apunta Kathy Serrano, Uma, la experta en espadas samurái, la mujer que siempre parecía a salvo, también le alcanzó la violencia de los malos hombres, pan nuestro de cada día. “Uma también creyó que la crueldad y el amor van juntos. Aunque tardó, logró levantar su voz contra los culpables. Y ahora, al llegar a los cincuenta, nos deja la esperanza de que cualquiera de nosotras también puede saldar cuentas”, afirma.
¿Cuánto los papeles de Uma Thurman han inspirado a las mujeres? Como nos recuerda Tatiana Astengo, Uma Thurman siempre se ha lanzado a vivir las más arriesgadas emociones con determinación, como una luchadora callejera pero con el cuidado de preservar y siempre nutrir la feminidad. “Sobre todo en estos tiempos que la mujer se hace cada vez más presente y fuerte desde el punto de vista social”, explica. Wendy Vásquez lo dice claro: “Uno puede conocer mucho a la persona a través de los personajes que encarna. En ese sentido, sus personajes (y ella misma) nos han inspirado a actuar (y vivir) tomando riesgos, siendo honestos con quiénes somos, dándole valor y seguridad a aquello que quizá nos diferencia y atemoriza. Hay algo en ella que pareciera estar diciéndonos: “todo es posible”, concluye.