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“Mi papá me enseñó que la función debe continuar”
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Un hombre se mira al espejo y no se encuentra en su reflejo. No quiere ser lo quien es, y tras decidir perseguir una nueva vida, empieza su búsqueda implacable por conseguir su nueva identidad: ser una fruta. Así se abre paso el conflicto de “La comunidad de la naranja”, la obra escrita y dirigida por Patricia Romero, una tragicomedia íntima y sensorial que invita a reflexionar sobre lo que significa, realmente, ser feliz.
El montaje —que llega a Lima tras presentarse en Chile, Argentina y España— parte de una premisa absurda: Manolo, un empresario exitoso, decide renunciar a su vida acomodada y a su matrimonio con Charo porque está convencido de que es una naranja. Sin embargo, lo que parece una excentricidad pronto se convierte en una confrontación profunda: ¿qué sucede cuando la necesidad de autenticidad se enfrenta a los mandatos de lo que “debería ser”?

Un Temporada Intensa
–“La Comunidad de la Naranja” se presentó en Chile, Argentina y España, pero no en Perú. ¿Por qué traerla ahora?
Algo detonó en mí el año pasado con relación al texto, y este año decidí traerlo como directora. Probablemente porque están pasando los años y yo también me estoy haciendo mayor. Surge la necesidad de entender el sentido de la vida, de la felicidad, de la realización, de ser uno mismo. Son cuestiones que se vuelven más importantes conforme pasa el tiempo, entonces —independientemente de lo que sea popular o aprobado por la mayoría— se vuelve fundamental buscarse a uno mismo.
–La obra nos plantea a este hombre que se siente una naranja. ¿Qué representa esta figura más allá de la metáfora?
La metáfora de la naranja es un pretexto para confrontar este matrimonio, para confrontar a este hombre. Él habla de que se emociona mucho de ser una naranja “de mucho jugo y sin pepa”, que siente su cáscara. Todo resulta muy gracioso y absurdo, pero detrás hay una confrontación más profunda: el sentido de la vida, la realización personal y la relación desgastada de esta pareja.

–Más que identificarse con una naranja, la ficción parece recaer en la decisión del protagonista porque no todos son capaces de deslindarse de todo para perseguirse
Totalmente. Aparentemente somos muy libres ahora, pero no tenemos la libertad de elegir lo que realmente queremos. No sabemos escucharnos, no sabemos qué camino elegir. Hay un camino trazado: esto de aquí es así y eso de allá es la felicidad. A mucha gente le funciona, pero ¿y a quienes no? Validar esa exploración no es algo difundido. La certeza es que no estamos educados para emprender ese viaje real de descubrir qué nos gusta.
–Esas mismas reflexiones parecen cobrar ahora un peso distinto. ¿Qué tanto hay de ti en esta puesta en escena?
Yo no soy una persona muy extrovertida, y eso es algo con lo que he tenido que luchar a lo largo de mi vida. Pensaba que la gente extrovertida tenía más facilidad para relacionarse, conseguir trabajos, hacer muchas cosas. Y eso siempre me confrontaba: ¿por qué soy así? Hasta que, en un momento de mi vida, me acepté. Esa tranquilidad, creo, se transmite de alguna manera a través del texto: el hecho de asumir “sí, esto es lo que soy y esto es lo que necesito para estar bien”.

–También la obra está atravesada por un contexto difícil en tu vida
Inevitablemente pasó algo sorpresivo para mí durante el proceso de ensayo: la muerte de mi papá. Eso te remueve y te cuestiona absolutamente todo. ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué cosa es la felicidad? ¿Qué cosas valen la pena y cuáles no?
–En la obra, el protagonista está convencido de que es una naranja atrapada en el cuerpo de un hombre. Yo recuerdo que tu padre me dijo alguna vez que se sentía un hombre cómico atrapado en el cuerpo de un villano.
Y sí lo era. Él mantuvo el sentido del humor hasta casi el final. Aun siendo consciente de lo delicada que era la situación, trataba de hacernos chistes a nosotros, a las enfermeras que lo cuidaban. Realmente él era así: mi padre fue un cómico atrapado en el cuerpo de un villano.
–Ese mismo humor frente a lo adverso también predomina en la obra
Es la manera en que enfrentas la vida. En la obra hay un viaje durísimo y muy difícil, porque es un hombre que quiere a su familia, que ha construido algo socialmente reconocido, pero tiene que dejarlo todo porque es la única manera que encuentra de vivir una vida plena y feliz. Más allá de las bromas, tener sentido del humor y afrontar las situaciones con gracia y optimismo hace que todo sea más llevadero.
–¿Cuál fue tu forma de lidiar con la pérdida y mantener a flote la obra?
Para mí, la experiencia con mi papá, más allá del mensaje de la obra, ha sido un impulso. La reacción natural hubiera sido cancelar, parar, porque fue muy duro; las dos cosas ocurrieron en simultáneo. Sin embargo, dije no: mi papá me enseñó que la función debe continuar. Uno tiene que seguir haciendo teatro, porque este es un espacio para hablar de las cosas que duelen. Lo que sí va a ser dificilísimo es que él no esté en el estreno…
Fecha: Estrena el 14 de noviembre
Horario: 8:00 p.m.
Lugar: Sala Tovar (Cl. Manuel Tovar 255 – Miraflores)
Entradas disponibles en Joinuus.












