La obra estará disponible del 1 al 31 de agosto en la Asociación Cultural Campo Abierto. (Foto: Difusión)
La obra estará disponible del 1 al 31 de agosto en la Asociación Cultural Campo Abierto. (Foto: Difusión)

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“No hay que llorar”: La obra que retrata las decisiones de una familia rota
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“No hay que llorar”: La obra que retrata las decisiones de una familia rota

“No hay que llorar”: La obra que retrata las decisiones de una familia rota

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Hay encuentros familiares que, más que unir, evidencian las grietas. En , comedia negra dirigida por Javier Valdés, el hogar se convierte en escenario de tensiones, reproches y verdades postergadas. Con una mirada aguda sobre la familia como espacio de conflicto, la obra desmonta la fachada del amor incondicional y deja al descubierto las fracturas que se acumulan con los años.

La historia arranca con una escena común: una madre enferma que invita a sus tres hijos adultos para celebrar su cumpleaños. Pero lo que empieza como un reencuentro íntimo se tuerce pronto. La preocupación se diluye entre silencios largos, comentarios ácidos y gestos que dicen más que las palabras. Los viejos rencores afloran, y el humor negro se convierte en la forma de decir lo que nadie se atreve a nombrar.

En "No hay que llorar", la casa familiar no es refugio sino campo minado que revela una grieta en ese ideal imposible llamado familia. (Foto: Difusión)
En "No hay que llorar", la casa familiar no es refugio sino campo minado que revela una grieta en ese ideal imposible llamado familia. (Foto: Difusión)

“El texto atrapa porque tiene la cualidad de mostrar algo evidente: las familias perfectas no existen. Se aborda lo familiar desde el conflicto, sin exageraciones, pero con una crudeza que cualquiera puede reconocer”, explica Valdés.

En escena, seis actores —Airam Galliani, Enrique Scheelje, Marianne Carassa, Carlos Thornton, Nicolás Valdés y Attilia Boschetti— interpretan a esta familia que, sin necesidad de grandes dramas, revela lo que se suele barrer bajo la alfombra. Y al hacerlo, plantea preguntas incómodas: ¿Qué tanto conocemos realmente a quienes compartieron con nosotros una misma casa? ¿Y qué queda luego de que el amor familiar se va?

Una familia en caos

“No hay que llorar” no se centra en un gran conflicto, sino en el desgaste que dejan los años dentro de una familia. Lo que une también separa: decisiones pasadas, reproches no dichos, diferencias que se arrastran sin resolver. La obra muestra cómo ese malestar se instala en lo cotidiano, sin gritos ni escándalos, pero con la fuerza de lo que nunca se dijo. En vez de explotar, todo se va tensando hasta que el silencio pesa más que las palabras.

“Es algo que pasa siempre y no se dice. Hay hermanos que dejaron de hablarse por cosas que nunca se dijeron. Hay padres que no entienden a sus hijos. Y viceversa. Las casas en litigio abundan por la ciudad y, detrás de ellas, hay historias similares a esta”, asegura Valdés.

Entre miradas esquivas y silencios densos, los hermanos se reencuentran en el cumpleaños de su madre: la celebración es apenas una excusa para que afloren viejos rencores y verdades postergadas. (Foto: Difusión)
Entre miradas esquivas y silencios densos, los hermanos se reencuentran en el cumpleaños de su madre: la celebración es apenas una excusa para que afloren viejos rencores y verdades postergadas. (Foto: Difusión)

La figura de la madre —la gran ausente en las decisiones, pero el centro emocional de todo— también es parte de esta obra. “Aquí ese rol tradicional de la mujer que se sacrifica y posterga es parte de ese modelo clásico de familia. Pero ese modelo está en crisis. Hoy las nuevas generaciones no quieren repetirlo. Lo cuestionan. Y eso también genera distancia, incluso rechazo”, enfatiza el director.

Esa mirada crítica apunta a desromantizar la familia sin necesidad de satanizarla. Mostrarla no como el lugar perfecto al que siempre se debe volver, sino como un espacio real, lleno de matices, donde también se puede fallar. “Olvidamos que los padres no siempre deben perdonarlo todo, o que los hijos deben estar siempre dispuestos a ayudarnos por haberles dado la vida. Hay mucho que trabajar en esa institución básica para la sociedad, que cambia junto con la sociedad”, apunta Valdés.

“No hay que llorar” no busca señalar culpables, sino mostrar cómo las relaciones familiares se erosionan cuando se evita el conflicto en lugar de enfrentarlo. Los personajes no son monstruos ni villanos. Son hijos heridos, hermanos distantes, adultos que aprendieron a callar más de lo que debieron. Y es en esa familiaridad incómoda donde la obra encuentra su mayor fuerza.

Sobre la obra:
"No hay que llorar"

·      Fechas: Del 08 al 31 de agosto

·      Hora: Viernes y Sábados 7:30 p. m. – Domingos 6:30 p. m.

·      Lugar: Asociación Cultural Campo Abierto - Gral. Recavarren 560, Miraflores

·      Entradas disponibles en Joinnus.

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