Puede que Sir William Shakespeare sea el dramaturgo más leído y escenificado de la historia, pero debido a su brutalidad y contenido gráfico, gran parte de sus obras son difíciles de representar en nuestros tiempos. Más allá de los diversos conceptos de amor que explora en sus producciones más populares, Shakespeare encuentra en la violencia una fuente inagotable de inspiración para sus obras teatrales, alcanzando su punto más álgido con “Tito Andrónico”.
La obra original sigue la historia del general romano Tito, quien regresa a Roma tras vencer a los godos, llevando consigo a la reina Tamora y a sus tres hijos como prisioneros. La decisión de Tito de sacrificar al hijo mayor de Tamora y su rechazo a asumir el título de emperador desatan una espiral de venganza y derramamiento de sangre que arrastra a todos los personajes y a la propia Roma.
En esta adaptación, el director Mikhail Page nos lleva a un ambiente futurista al estilo de Mad Max, mezclando la estética punk con juegos de luces. En lugar de un general romano, un alto mando del ejército peruano regresa de librar una guerra contra una tribu amazónica -en reemplazo de los godos-, pero al volver a Lima se ve inmerso en una serie de eventos que pondrán a prueba su capacidad de soportar el dolor y lidiar con este nuevo mundo.
“Es un Perú distópico, el palacio de los emperadores romanos tendrá una estética más virreinal, el vestuario será del ejército peruano, pero con diseños más estilizados para mostrar este futuro distópico. Además, se incorporan elementos modernos como celulares y herramientas contemporáneas”, nos cuenta en entrevista Mikhail Page. “Esto ayuda a que podamos entender que hay elementos de nuestra cultura que se relacionan con esta obra del pasado. Entender que quizá si seguimos así acabaremos volviendo a la época de los imperios, creyéndonos realmente el cuento de que Lima es Roma”, agrega.
Menos sangre, más teatro
Para comprender la crudeza de la obra original, es crucial imaginar la antigua Londres por donde Shakespeare transitaba, una ciudad cuyas calles oscuras y empedradas eran testigos de peleas de perros, torturas, ejecuciones públicas y celebraciones que a menudo terminaban en violentas riñas, con ocasionalmente algún fallecido. En este contexto, el dramaturgo demostró su genio al capturar elementos de la vida cotidiana para atraer a un público acostumbrado a estos acontecimientos. Siglos después, el público aún acude a sus obras por la vigencia de estos temas universales de la condición humana.
“Cuando queremos representar la violencia en el teatro, a veces nos quedamos en la expectativa de si se creyó que hubo muerte o no. Si la sangre se ve real o no, o si salpica hacia la derecha o izquierda. Ese es un debate menor. ¿Qué es más importante, ver la muerte en sí o ver a los actores sintiendo el dolor por la muerte? La reacción humana es más rica que representar la muerte de forma gratuita; el teatro se trata de eso”, explica Page.
En lugar de recrear escenas sanguinarias como en la película “Titus” (1999), protagonizada por Anthony Hopkins y Jessica Lange, esta adaptación teatral se inclina más hacia el simbolismo, enfocándose en el impacto de las muertes en la reacción de los personajes en lugar de mostrar desmembramientos o flujos interminables de sangre desde el escenario. “Esto permite que el público se concentre más en los temas que trata la obra”, nos cuenta Page, quien hace referencia a la escena final de la película “Seven”, cuando el detective Milles (Brad Pitt) abre la caja, como un recurso válido que se utilizará en esta versión de la obra más sanguinaria de William Shakespeare.
Dirección: Mikhail Page.
Fecha y Hora: Del 18 de julio al 04 de agosto. De jueves a domingo, 8p.m.
Lugar: Teatro Segura (Jirón Huancavelica, Lima)
Duración: 2 horas y media con intermedio.
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