
En un mundo no muy lejano, Estados Unidos se ponía de acuerdo con sus aliados -y protegidos- europeos para condenar, aislar y sancionar a Rusia por la invasión a Ucrania. Pero ese mundo está cambiando, y muy rápidamente.
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Apenas esta semana, Washington votó junto a Moscú en contra de una resolución de la ONU que condenaba a Rusia por la guerra. No se abstuvo, votaron juntos. Como ellos, lo hicieron Bielorrusia, Corea del Norte y Sudán. Del otro lado estaban países como Gran Bretaña, Francia, Alemania, Canadá y Japón, sus históricos amigos.
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Francisco Sanz analiza cómo los eventos internacionales transforman el mundo, cada martes.
Y el viernes, ante el estupor del mundo -y la sonrisa de Putin desde Moscú- Trump y su vicepresidente J.D. Vance humillaron en el Salón Oval a Volodymyr Zelensky, el mandatario ucraniano, a quien prácticamente le tiraron la puerta de la Casa Blanca en la cara. Con esto, dejaron a Ucrania a su suerte y a los europeos estupefactos de lo que pasará en la frontera este de su continente, con un Putin empoderado y, sobre todo, avalado por Washington.
Un cambio radical en apenas un mes, cuando Donald Trump regresó a la Casa Blanca dispuesto a recalibrar el actual orden internacional e imponer uno nuevo, donde primen más que nunca los intereses de Estados Unidos.
Y no es que antes no haya sido así. Para Estados Unidos, sus intereses siempre han sido primero. Pero ahora, ya no pretenden ser los policías del mundo y gastar recursos en guerras ajenas solo para mantener “la estabilidad internacional” y su hegemonía. Para Trump, esa hegemonía se debe dar a través de la ley del más fuerte, de la amenaza de que todos deben aceptar sus condiciones -la imposición de aranceles, por ejemplo-, el fortalecimiento de alianzas bilaterales en detrimento del multilateralismo y los organismos internacionales, y el crecimiento de su economía con el objetivo de que China no les quite el protagonismo.

Se habla de un nuevo orden mundial, en el que Trump se aleja de la democracia liberal para convertirse en un líder autoritario para hacer equipo con Vladimir Putin y Xi Jinping, otros dos presidentes que no tienen precisamente talante democrático. ¿Pero es realmente así?
“Estamos volviendo al orden mundial anterior a la Primera Guerra Mundial”, señala a El Comercio el embajador José Antonio García Belaunde, exministro de Relaciones Exteriores del Perú. “Da la impresión de que estamos en un carro donde en vez de un parabrisas limpio tenemos un gran espejo retrovisor, que nos señala que estamos yendo hacia atrás y no hacia adelante. Es un nuevo orden que se está pareciendo demasiado al viejo orden que desapareció en 1914″.
El excanciller considera que esta estrategia de Washington de ‘plegarse’ a Moscú no es nueva. “Hace muchos años, el señor Kissinger -exsecretario de Estado de Nixon- hizo exactamente lo contrario: empoderó a China para debilitar a la entonces Unión Soviética. Entonces, ahora que China es fuerte y es la gran competidora de Estados Unidos, ellos favorecen a Rusia para ver si desequilibran un poco a China. Pero eso ya lo hemos visto, no es nuevo”, explica a este Diario.
- China reforzará aún más su alianza con los países emergentes de otras zonas del mundo, como África y América Latina, y aspira a ser la primera potencia económica.
- En medio de la multipolaridad, Estados Unidos buscará seguir siendo la primera potencia, pero con énfasis en su propio crecimiento económico. Su objetivo será evitar un mayor crecimiento de China.
- Europa perseguirá su autonomía de Estados Unidos y buscará reforzarse militarmente y mantener la unidad del bloque comunitario.
- Las instituciones supranacionales, como la ONU o el FMI, seguirán pasando por una crisis de desconfianza a nivel global.
- Los países del Sur Global buscarán mayor crecimiento y cooperación.
- Los nacionalismos y los gobiernos populistas podrían acentuar su presencia.
“Para mí no hay un nuevo orden mundial. Hay un intento débil, pero que no va a prosperar”, refiere a este Diario el politólogo Max Kessel. “El gobierno de Estados Unidos no funciona igual que China o Rusia. No es un estado autocrático ni un gobierno unipersonal, por más que eso sea algo que quiera Trump o su entorno. Si bien China y Rusia quieren un cambio en el orden mundial, no creo que vaya a suceder”.
Para el experto, Rusia solo va a ganar un poco de territorio, lo que no es comparable con todas las pérdidas humanas, militares y económicas que le traído la invasión a Ucrania. China, al mismo tiempo, ha estado expectante sobre el conflicto y nunca llegó a apoyar abiertamente a Moscú, salvo en la compra de petróleo y energía rusos. “Para mí lo de Putin es evidentemente un intento fallido en generar un nuevo orden mundial. Y por más que se quede con un pedazo de Ucrania, no va a borrar el hecho de que las cosas le han salido mal en la guerra”, asevera.
Adiós a los aliados
Así, en apenas un mes Trump ha preferido dejar a un lado los años de alianza estratégica establecida después de la Segunda Guerra Mundial con los países de Europa occidental para negociar por su cuenta con Putin. En su estrategia de revisionismo histórico, el último dardo contra la Unión Europea fue señalar que se formó “solo para molestar” a Estados Unidos.
Para García Belaunde, se debe tomar el enfoque de Trump hacia la Unión Europea de dos maneras: “Un elemento es la personalidad de Trump, alguien que pretende ser muy ejecutivo y prefiere tomar decisiones efectivas, rápidas y contundentes. Entonces, una UE de 27 países soberanos en donde se negocia y se discute cada punto no es algo que le agrade”.
“Los actuales socios en la Casa Blanca demuestran pragmatismo y una visión realista de las cosas".
Vladimir Putin, presidente de Rusia
“En segundo lugar -prosigue- yo creo que la convicción que tiene Trump es que Estados Unidos no ha sabido defender sus intereses. Y como no cree en el libre comercio sino en un comercio que él pretende administrar, entonces busca equilibrar su balanza comercial con este tipo de medidas arancelarias. Creo que, a la postre, esto último le va a pasar factura”.
Del mismo modo, la nueva administración ya no quiere coordinar con gobiernos progresistas europeos, sino más bien reforzar lazos con países como Hungría o Polonia, de líneas más conservadoras y nacionalistas.
Mientras la UE sigue encontrando respuestas de cuál será su papel en este nuevo rompecabezas geopolítico, sus lideres ya están intentado reponerse del golpe y buscando estrategias sobre cómo moverse en un mundo en el que Washington ya no será su aval y protector. “Yo creo que Europa todavía no ha sacado todas sus cartas bajo la manga”, señala el exministro.

En tanto, la resolución de la guerra en Ucrania se ha vuelto prioritaria para Trump para poder seguir con su agenda, hasta antes de la llegada de las elecciones legislativas en Estados Unidos, que sin duda cambiarán el panorama interno en el país.
“Yo me atrevería a hacer una predicción y lo más probable es que los demócratas recuperarán el control de la Cámara Baja en las elecciones de medio término, en el 2026. Hay que tener en cuenta que Trump ha comenzado su primer mes con 47% de popularidad, la más baja de la historia de los presidentes de Estados Unidos en ese período”, explica Kessel, quien puntualiza que los despidos masivos promovidos por Elon Musk también están generando malestar en la población. “Con todos sus defectos, Trump es un político que le gusta ser popular y escucha a su base. Entonces, podría cambiar el curso”.
¿Y China? El gran dragón sigue analizando cada movimiento y poniendo en práctica sus estudiadas estrategias, yendo siempre un paso adelante mientras continúan invirtiendo en África y América Latina. Por ahora no empieza ningún enfrentamiento abierto con Trump. A menos que al estadounidense se le ocurra hablar de Taiwán.
- En Medio Oriente, el tablero también se ha movido dejando a un Israel fortalecido y a Irán muy disminuido, cuyas milicias -como Hamas y Hezbolá- han quedado severamente golpeadas.
- El nuevo liderazgo de Siria, tras la caída de Bashar al Assad, también ha cambiado el panorama pues ha sacado a los rusos, por ahora, del Medio Oriente.
- Para Kessel, la competencia por influencia ahora en el mundo musulmán es entre Arabia Saudita y Turquía, sobre todo para ganar mayor terreno político en Siria.










