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Irán, el actor del Medio Oriente en horas bajas y en riesgo de quedar fuera de juego
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Israel y Hamás no fueron los únicos ausentes este lunes 13 en la cumbre realizada en Sharm el Sheij (Egitpo) para la firma de un acuerdo de alto el fuego para poner fin a dos años de conflicto bélico y para alcanzar una paz duradera en el Medio Oriente. Irán, uno de los actores relevantes en la volátil región, tampoco estuvo presente en la cita a la que acudieron líderes de casi 30 países, entre potencias europeas y estados del Golfo Pérsico.
Este martes 14, el ministro iraní de Exteriores, Abbas Araqchi, puso en duda la postura de paz desplegada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el balneario egipcio y dijo en la red social X que el líder republicano puede ser “un presidente de la paz o un presidente de la guerra, pero no puede ser ambos al mismo tiempo”.
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“El inicio del alto el fuego en Gaza podría ser el fin entre bambalinas del alto el fuego en otro lugar”, advirtió en X la semanas pasada Alí Akbar Velayati, uno de los principales asesores del líder supremo de Irán, Ali Jameneí. Esto revela claramente el temor dentro del país persa a nuevos ataques.
Egipto, el país anfitrión de la cumbre, invitó al presidente iraní Masoud Pezeshkian, pero desde Teherán respondieron que no podían interactuar con “quienes han atacado al pueblo iraní y siguen amenazándonos y sancionándonos”. Aún así, Donald Trump se acordó del estado persa y dijo que sería grandioso lograr un acuerdo de paz con el mayor enemigo de Israel. “Estamos listos cuando ustedes lo estén”, lanzó. El aparato diplomático iraní replicó que la voluntad del presidente estadounidense de promover la paz y el diálogo “contradice las acciones hostiles y criminales de su país contra el pueblo iraní”.
Este acuerdo de paz encuentra a Irán en un momento bastante crítico. A fines de junio sufrió contundentes ataques estadounidenses contra tres de sus instalaciones nucleares -Fordow, Natanz e Isfahan- en la operación Martillo de Medianoche y en medio de su guerra de 12 días contra Israel. En represalia, el régimen de los ayatolás atacó una base aérea estadounidense en Qatar, aunque los daños causados fueron ínfimos en comparación a lo ocurrido en las instalaciones persas. Este intercambio se produjo luego de que Washington y Teherán mantuvieran cinco rondas de negociaciones nucleares entre abril y junio, lo cual hizo pensar que se podría llegar a un acuerdo.
Además de Estados Unidos, hace tres semanas la ONU y varios países occidentales han reimpuesto sanciones económicas al régimen iraní debido a su programa nuclear. Las nuevas restricciones afectan a activos, operaciones comerciales, inversiones, transferencias financieras, seguros y transporte vinculados tanto a funcionarios como a entidades iraníes. Y por si ello no fuera suficiente, el llamado eje de la resistencia que encabeza, y en el que se agrupan Hamás, Hezbolá y los hutíes de Yemen, se halla bastante diezmado después de la fortísima ofensiva de las fuerzas israelíes, lo cual tiene a los ‘proxys’ del estado persa en la peor crisis de su existencia.
La postura iraní de no aceptar ofrecimientos que sugieran una sumisión a EE.UU. podría significar una muestra de fuerza u orgullo en otros tiempos, pero hoy asoma como una medida que lo deja fuera de juego y que, según Gregory Brew (analista del think tank Eurasia Group), enfatiza todavía más “la debilidad, aislamiento e irrelevancia de Teherán” con tantos vecinos suyos involucrados en el proceso de cese el fuego. Según consignó la agencia Efe, Ali Vaez, del centro de investigación International Crisis Group, resumió así en X la actitud de Irán: “Nunca pierdas una oportunidad de perder una oportunidad”. Quizá más temprano que tarde Teherán se vea obligado a abrir la puerta del diálogo.











